No todo lo robó Erik, el caso de los Beatos de León

La muerte de Erik El Belga pone sobre la mesa el tremendo mercado, legal o ilegal, existente con las obras de arte. León es ‘cuna’ de cuatro Beatos, verdaderas joyas, pero ninguna de ellas está en nuestra tierra

Fulgencio Fernández
22/06/2020
 Actualizado a 22/06/2020
Alfredo ‘Escalada’ muestra ante el monasterio de San Miguel de Escalada la edición fascímil del Beato, cuyo original está en la biblioteca Morgan. | PEIO GARCÍA
Alfredo ‘Escalada’ muestra ante el monasterio de San Miguel de Escalada la edición fascímil del Beato, cuyo original está en la biblioteca Morgan. | PEIO GARCÍA
De las muchas historias que salieron a la luz con la muerte de Erik El Belga hay unas cuantas vinculadas con León, tierra con la que el más famoso ladrón de obras de arte mantuvo mucha relación pues, reconocía, era un paraíso para el robo. Pero aclaraba Erik que no todo se roba, que mucho se compra, que hay cómplices insospechados —de gitanos a curas, explicaba— y también ponía el punto de mira sobre los coleccionistas de arte, hasta el punto que le contaba en una entrevista a David Rubio que una de las joyas del patrimonio leonés, el Cristo de Carrizo, se salvó del robo a manos de El Belga no porque fuera muy difícil —«era fácil robarlo»— sino porque no se fiaba del comprador. En su libro ‘Por amor al arte’ cuentajugosas anécdotas que dejan muy claro que ni siquiera las obras «legalmente compradas» han llevado un camino que se pueda llamar edificante.
León, como explicaba Erik, es una de las provincias más damnificadas hasta el punto de que se llega a decir que «el museo más importante de esta tierra es el que Santonja llamó Museo de la Niebla, el del patrimonio perdido».Aunque quien realizó un exhaustivo trabajo sobre este asunto fue la también leonesa Ángela FrancoMata en su libro ‘Arte leonés fuera de León’, en el que entre otros asuntos relevantes recuerda que «en el Museo Arqueológico Nacional es donde se conserva la mayor cantidad de obras de arte medieval leonés», algo que sabe de primera mano pues ella misma trabajó en este museo. Añade en este libro otras consideraciones como «hablando de arte medieval, descubre al lector las obras leonesas que están en otras instituciones y colecciones, dedicando un capítulo a las obras desaparecidas o de filiación dudosa».

Muchas veces se pone como ejemplo de traslado casi rocambolesco el de dos enormes esculturas del monasterio de San Esteban de Nogales, eran las del célebre caballero Don Suero de Quiñones, sobrino-nieto del héroe del Paso Honroso, y su esposa, cuyas enormes y pesadas estatuas yacentes, de mármol (siglo XVI) y de la escuela de Pompeo Leoni, acabaron a principios del siglo XX (1913) en los fondos dela Hispanic Society of America de Nueva York. Parece ser que un camión recorriendo media Europa no encontró mayores problemas en su camino.En Estados Unidos también, en la prestigiosa Biblioteca Morgan, se encuentra otra de las joyas de nuestro patrimonio, el llamado Beato de Escalada, Beato de Tábara o Beato Magio, una excelente obra de arte si atendemos a la definición que del autor de las ilustraciones hizo en Escalada John Williams, considerado uno de los mayores expertos en estos libros, realizó en León en septiembre de 2010 cuando acudió precisamente a un congreso sobre el Beato de Escalada: «Maius fue el Picasso del Siglo XX; de hecho, lleva el título de maestro de la pintura, que no exhibe ningún otro Beato».Los beatos pueden ser el mejor ejemplo del expolio del arte leonés si tenemos en cuenta que de los cuatro Beatos vinculados con León ninguno de ellos permanece en nuestra tierra; ni siquiera vienen de visita pues, por ejemplo, para el citado Congreso trataron por todos los medios de lograr la cesión temporal para mostrarlo en el Museo de León, con todas las garantías de seguridad, pero la famosa Biblioteca Morgan de Nueva York no accedió ni siquiera con la mediación de quien entonces era director general del Libro, el leonés Rogelio Blanco, que calificaba el regreso de este volumen copiado entre los años 940 y 950 como ‘noble y de justicia’». Todo se quedó en una preciosa edición facsímil, que no es poco.Es muy significativo el caso de la riqueza de la provincia de León en estos Beatos pues de los 26 que se conservan cuatro están vinculados a León, pero ninguno está en León.

Los otros tres beatos leoneses son el Beato de Fernando I y Doña Sancha, conocido como el beato de San Isidoro,por ser la Basílica leonesa el lugar donde se encontraba originalmente pero acabó en la madrileña Biblioteca Nacional. Por cierto, tampoco lo cedieron para la exposición y de nada sirvió la intervención del Abad Viñayo ante los reyes en una visita a San Isidoro para que propiciaran el regreso.

El tercero es el Beato de Manchester, ya que fue adquirido en 1901 en una subasta porla John Rylands Library, procedente de colección del Marqués de Astorga, Vicente Osorio de Moscoso.

Y el cuarto, el Beato de Osma, nos llevaría hasta el Bierzo pues muchos estudiosos apuntan que este valioso libro ilustrado fue creado en el monasterio de Carracedo.

Los beatos son definidos con mucha frecuencia como «los libros más bellos del mundo». El ‘primero’ es un Comentario al Apocalipsis escrito por el monje Beato de Liébana en el año 786 e ilustrado al menos a partir del siglo X en diferentes escritorios conventuales.
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