"No, nunca imaginamos esta guerra total, los crímenes, la vulneración de derechos"

Leticia Álvarez, la periodista con raíces en Babia y la imagen más reconocible de quienes cubren la invasión de Ucrania sobre el terreno ha regresado por unos días para evitar el colapso psicológico, pero regresará. Le gustaría pasar antes por Quintanilla con su hijo pero no es fácil

Fulgencio Fernández
10/04/2022
 Actualizado a 10/04/2022
Leticia Álvarez lleva en Ucrania desde que comenzó la invasión, ahora pasa unos días en casa y pronto regresará para cubrir la información sobre el terreno.
Leticia Álvarez lleva en Ucrania desde que comenzó la invasión, ahora pasa unos días en casa y pronto regresará para cubrir la información sobre el terreno.
Leticia Álvarez, una de las periodistas más seguidas y reconocidas para conocer las noticias sobre la invasión de Ucrania, siempre encuentra un hueco para contar su experiencia a las gentes de su segunda tierra, Babia, y especialmente Quintanilla, el pueblo de sus padres, su marido y donde el pequeño de la casa, Alberto, es feliz con los abuelos, primos... Después de cubrir la invasión desde el primer día ha regresado unos días a España para no «colapsar» sicológicamente pero pronto regresará para estar en primera línea. «Es trabajo, hay que seguir», explica, a la vez que reconoce que le gustaría pasar por Quintanilla pero «la logística es complicada». En la entrevista hace un repaso de su trabajo, la situación en Ucrania, los refugiados...

–Estás pasando unos días en casa, recargando pilas para volver a Ucrania. Imagino que lo necesitabas.
–Normalmente los medios internacionales trabajan así. Los periodistas, cámaras o productores pasan tres semanas en zona de conflicto y los sacan a descansar. De forma que los equipos se van turnando y así evitan situaciones de cansancio psicológico extremo. Luego ya depende de cada persona y las situaciones a las que se ha expuesto. Pero los grandes grupos mediáticos de otros países son muy estrictos con los periodos de descanso. En nuestro caso alargamos un par de semanas los tiempos pero porque nos alejamos al oeste de Ucrania donde la situación era bastante tranquila. Esa semana de descompresión me ayudó bastante a aterrizar en España. Tenía muchas ganas de ver a mi hijo, dormir tranquila y pasear sin tener que mirar al cielo.

–¿No has podido hacer un hueco para descansar en Babia, como los reyes antiguos? ¿Te hubiera apetecido?  
–Sí, de hecho estábamos pensando en ir unos días en Semana Santa pero es difícil el tema de la logística. Así que no sé si finalmente podremos ir. Creo que no. Me apetecía ir por Alberto (su hijo) que disfruta mucho de sus abuelos, las primas y del pueblo, Quintanilla.

–En pocos días tienes pensado volver a Ucrania ¿Periodista por encima de todo?
–Es trabajo y después de pasar cinco años cotizando poco debido a que la conciliación laboral de las madres es escasa o nula, pues necesito seguir en activo porque no puedo parar mi carrera profesional más . De todas formas sí que suelo trabajar en contextos en crisis, me especialicé en Conflictos y Mediación Internacional en Naciones Unidas y me muevo bien en situaciones de desorden o caos. Soy capaz de encontrar soluciones disparatadas en situaciones extremas y trabajo mejor bajo presión porque mi nivel de concentración aumenta. Todo lo que me repetían de pequeña «esta niña es un desastre, lleva un calcetín de cada color, que aranera es». Todo eso resultó ser una virtud, solo había que encontrar el trabajo adecuado.  

–Irene Savio y tú llevabais varios años siguiendo la actualidad de Ucrania y su relación con Rusia ¿Podíais imaginar una explosión así?
–No, nunca imaginamos una guerra total, una invasión, los crímenes de guerra y vulneraciones de derechos humanos que estamos viendo. No, rotundamente no. Pero creo que era más una forma de auto convencernos a nosotras mismas para no pensar en las atrocidades que se pueden cometer en un conflicto. Un conflicto que es fratricida porque ucranianos y rusos son hermanos, primos… .

–¿El inicio de la invasión os pilló en Ucrania, cómo lo vivisteis?
–Una semana antes de que comenzara la guerra, Irene y yo estábamos en Riga, Letonia, preparando varios reportajes en los Bálticos. Cuando terminamos Irene insistió en hacer escala en Kiev, las dos sabíamos que íbamos a ir porque Kiev es una ciudad que controlamos, conocemos gente, nos gusta estar allí y aunque fuera solo unos días  pues merecía la pena. De hecho, cuando llamamos a casa para avisar a nuestras parejas, ellos  ya contaban con ese viaje a Kiev, no les sorprendió.  Pero lo que no les adelantamos es que teníamos la sensación de que no serían unos días, incluso intentamos comprar ropa en Letonia porque fuimos casi con lo puesto. No pudimos, no nos dio tiempo.

–¿Todo se desencadenó demasiado rápido?  
–Nos subimos al avión y según aterrizamos Vladimir Putin reconoció el Donbass . La noche siguiente a las 5 de la mañana escuché dos explosiones pero pensé que era no sé, algún coche en la calle o vete a saber. Me di la vuelta y mi teléfono empezó a sonar. Vi las llamadas de Xavier Colás, de El Mundo, y los mensajes y alertas. Corrí a despertar a Irene. Recuerdo estar al teléfono diciendo «dejadme tomarme un café, no puedo trabajar sin café». Preparamos el directo de France 24, Irene siempre recordará ese directo.

–Irene, Colás... ¿es importante no estar sola en un momento así?
–Ahí te das cuenta de la importancia de poder trabajar en equipo y con alguien en quien confías, más en estas situaciones. En las dos siguientes horas salimos corriendo a buscar otro alojamiento con refugio antiaéreo. Fue lo primero en lo que pensamos. Y entre conexiones y noticias de ataques movimos todo el material, hicimos seguros, buscamos dinero en efectivo, comida y agua. Una locura. Pero trabajamos muy coordinadas. Solas hubiera sido imposible. Eso y que TV3 nos dejó dos equipos de protección, nos salvaron la vida porque era imposible encontrar chalecos antibalas en ese momento.  

–Esa experiencia en el país os ayudaría mucho con contactos, lugares dónde esconderse, intérpretes...
–Nos ayudó mucho conocer el terreno, tener contactos y saber cómo movernos. A nivel de logística teníamos todo más o menos controlado en Kiev y luego France 24 es un medio muy meticuloso en cuestiones de logística y seguridad. Eso que parece secundario es esencial en una situación de crisis, no solo para los periodistas, también para un Ejército. Logística y transmisiones son esenciales y si te fallan puedes perder una guerra. Al no partir de cero, suplimos la falta de medios, de personal, con la experiencia. Como ya teníamos contactos no necesitamos un fixer local porque ya teníamos los temas. Con el tiempo he empezado a soltarme en ruso pero no tengo un nivel para poder trabajar, de todas formas nos ha salvado algunas veces y tenemos compañeros locales con los que hemos colaborado en esas traducciones.

–¿Te tenías que ir buscando la vida sobre la marcha?
–Siempre hay que buscarse la vida en las situaciones más inverosímiles. Recuerdo una vez cuando una ventisca no me dejaba trabajar y un señor armado y con pasamontañas terminó haciéndome de cámara. En Maidan una familia me dejó su sofá porque llegué de madrugada y estaba todo cerrado. Me vieron en
el aeropuerto y me ayudaron. En la batalla de Debaltsevo 2014 no quise ir a primera línea así que me quedé con los Cosacos en las trincheras desde donde se veía todo perfectamente. Y creo que es una de las mejores crónicas que he escrito. Hay bastantes ejemplos de esos.

–¿Cómo y cuándo se duerme en un lugar donde las bombas apenas callan?  
–Al principio no podíamos dormir, la primera semana fue muy dura. Luego, como en todo, te acostumbras así que como necesitábamos dormir pusimos el colchón en el baño y por lo menos estábamos más tranquilas. Recuerdo que al principio no soñaba nada pero cuando llegué al oeste , ya más tranquila, empecé a tener muchas pesadillas. En España he tenido también pero solo un par.

–¿En esta situación los comportamientos de los colegas son muy solidarios?
–En esa situación el comportamiento de la gente es muy solidario en general. Los compañeros pues como en todos los sectores. El grupo con el que me suelo juntar es muy fiable.  

–Después de Kiev estuviste en otros lugares de la Ucrania rural, ¿cómo están los ánimos de la población?    
–Son en esos pequeños pueblos donde más se nota la guerra. Están atrincherados, es allí donde están impactando los misiles y sufrían desabastecimiento cuando los recorrimos, falta de medicinas, no podían trasladarse a hospitales y no había buenas conexiones. Además, viven también sin que se sepa de ellos, es difícil acceder, más costoso moverse y conocer lo que ocurre en muchos pueblos es complicado. 

–¿Qué hace la población?
–La gente solo se limita a sobrevivir, incluso en la guerra hay una normalidad que asusta, es una forma de resistir. Es eso o colapsar. En un tren de evacuados en Lviv vi una de esas escenas que representan un poco las secuelas psicológicas que está dejando esta invasión. Un abuelito ciego estaba sentado en una maleta, entonces empezaron a sonar las sirenas y el señor salió corriendo aterrorizado mientras sus familiares lo cogían y abrazaban tranquilizándolo.

–¿Cómo ves el comportamiento de los españoles en La acogida de refugiados? ¿Crees que es fundamental acoger a estas gentes que huyen del horror y la muerte?  
–Creo que es lo que se tiene que hacer, no entendería otro comportamiento. España en particular es uno de los países más amables, gracias a sus ciudadanos, cuando hay que ayudar al refugiado. Señalo ciudadanos porque su sistema de acogida es más restrictivo que en otros países. Es fundamental hacerlo, además tenemos también un pasado como refugiados y no sé, no concibo una sociedad que no acoja al migrante porque yo lo soy también.

–¿Preparada para regresar a Ucrania en unos días?
–Sí, ayer recogí los chalecos y cascos. Hay un problema de desabastecimiento mundial. La diáspora ucraniana está comprando material para el Ejército en todos los países. Las armerías están asombradas con los pedidos y los chalecos en otros países te piden permisos así que de milagro he encontrado dos en Valencia. Luego he tenido que reponer toda la parte de focos, el ordenador, el teléfono. Todo quedó machacado tras un mes de trabajo. Y bueno todavía quedan días , en dos semanas pueden pasar tantas cosas que prefiero vivir el momento y disfrutar del descanso. Luego ya se verá.
Archivado en
Lo más leído