No hay dos heminas iguales

Un estudio del historiador Javier Revilla demuestra que esta medida empleada antaño para el cereal no era exacta. Hay tantas medidas como heminas después de haber analizado más de medio centenar

T. Giganto
11/03/2018
 Actualizado a 17/09/2019
Javier Revilla en el Museo Etnográfico de León, ubicado en Mansilla de las Mulas, y en el que este sábado profundizó sobre la hemina.
Javier Revilla en el Museo Etnográfico de León, ubicado en Mansilla de las Mulas, y en el que este sábado profundizó sobre la hemina.
Un kilo es un kilo. En León y en todo el mundo. Pero una hemina (o cuartal, o media fanega, o alquer, o barcilla, o cuartillo), no es una hemina en todos los sitios a pesar de aquella cantinela que aún muchos recuerdan y que decía aquello de que "4 cuartillos eran un celemín, que 4 celemines hacían una hemina, que 3 heminas eran una fanega y que 2 fanegas eran un costal". Según la zona, así el nombre y también así su capacidad.

Y es que tras analizar más de medio centenar de estas herramientas agrícolas de las que no faltaban en las casas de antaño, no se han encontrado dos que tengan la misma capacidad. Servían para contabilizar el cereal y otros productos pero también eran cajas auxiliares si así se precisaba y hacían hasta de cunas improvisadas si la cosa andaba en casa ajustada de cuartos como para permitirse en lujo de poder comprar una.

Del estudio pormenorizado de esta herramienta se ha encargado el historiador Javier Revilla, quien resumió este sábado en una conferencia todo lo averiguado al respecto ya que la ‘media hemina’ es la pieza del mes en el Museo Etnográfico de León (Mansilla de las Mulas), donde profundizó en el asunto. La allí expuesta también ha sido objeto de estudio, y de ella no se puede dar una denominación concreta ya que su origen es desconocido. "Aunque posee características formales similares a otras piezas estudiadas - se trata de una sección de trapecio rectángulo-, esta posee la peculiaridad de tener dos asas exteriores -lo normal es tener solo una en la cara trasera-. Además, los números y el sello que lleva inscritos indican que estaba ‘contrastada’ o ‘potada’, es decir, se había certificado su capacidad", explica Revilla.

Este expone que la hemina es "una medida tradicional que, trasladada a nuestro actual Sistema Métrico Decimal, equivaldría a unos 18,5 litros de capacidad o unos 14,4 kilogramos de peso de trigo". Pero esto es aproximado y es que tras el estudio, Revilla ha encontrado que dependiendo del territorio varía su denominación, pero también su dimensión puesto que "de unos pueblos a otros, o incluso entre familias, el tamaño y por tanto la capacidad difería". Lo ha deducido tras pujar por varias talegas de trigo por diversas localidades de la provincia de León para cubicar la capacidad de cada una. "La conclusión es que, por el momento, no han salido dos iguales en cuanto a volumen; hay similitudes formales pero las dimensiones nunca coinciden... Es sorprendente que antes les importase tan poco la exactitud...", comenta el historiador, que ha comprobado de primera mano como aunque a pesar de que las heminas están en torno a los 18 litros, algunas superan los 19,6 y otra se quedan tan solo en los 17,4. Y todo lo ha hecho utilizando el mismo trigo, "que ya lleva unos cuantos viajes". Tan ardua tarea no la ha llevado a cabo solo. Ha recurrido a las redes sociales para poder encontrar diferentes herramientas de este tipo y gracias a ello ha podido estudiar muchas de la provincia leonesa pero también compararlas con otras de Zamora, Palencia, Salamanca e incluso de Portugal. También le han ayudado en ello su mujer, Susana Barbeito, y su compañero en el Museo de la Industria Harinera de Gordoncillo, Fernando Barrientos. "Este último se ha ‘picado’ y ha llevado el trigo hasta la zona de Aliste, donde pasa los fines de semana, y ha medido varios ‘alqueres’ que es como los llaman allí", cuenta.

En la charla de este sábado en Mansilla de las Mulas, Revilla dio las claves para entender las medidas que se tomaban con esta herramienta. "Hay que diferenciar las fanegas de las heminas y los cuartillos". Como ejemplo puso el de los costales de trigo (que hacían 6 heminas. Con ello los molineros cobraban la maquila, que solía ser un celemín (la cuarta parte de una hemina), un pago en especie heredado al menos desde tiempos medievales y que llegó al siglo XX, sobreviviendo al capitalismo y la monetarización. Y en cuanto al nombre, tan diverso según la zona, dilucidó que ya viene de los romanos "aunque no sabemos si ya con ellos tenía su característica sección trapezoidal, aunque parece que no". "Esta forma en cuña es un ejemplo de lo utilitarios que eran antes: la herramienta para medir a su vez les facilitaba el meter el grano en el saco y además era una referencia para sembrar un determinado terreno (esta tierra hace tantas heminas o celemines..., sistema que se mantuvo a pesar de tratar de sustituirse por el Sistema Métrico Decimal desde mediados del siglo XIX). Era una herramienta multifunción que diríamos ahora...", explica el historiador. Una vez más, la pasión y las ganas de conocer la historia de la tierra leonesa en general y la de una tarea, la de la molienda, a la que tanta luz ha dado Javier Revilla.
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