"No hay churros como los de Santa Ana"

La churrería de José Aguado se ha convertido en toda una institución en la ciudad de León, un negocio familiar que regenta ya la tercera generación y en el que no hay secretos

C. Centeno
09/02/2017
 Actualizado a 19/09/2019
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Se ha convertido en toda una institución en León, y no es de extrañar porque como defienden los que cada mañana pasan por su mostrador, “no hay churros como los de Santa Ana”. La churrería de la calle José Aguado ofrece a los leoneses uno de los alimentos más típicos en los desayunos y en las meriendas de los domingos más fríos desde 1953.

Por aquel entonces, el establecimiento estaba del otro lado de la avenida Alcalde Miguel Castaño, en los antiguos soportales de Santa Ana. Fue una década después cuando se trasladó a la ubicación actual. Actualmente, este negocio familiar está regentado por la tercera generación, Elena, Óscar y Alberto González, tres hermanos que conservan el legado de sus padres y abuelos.

Aunque muchos lo piensen, no hay secretos en la receta que haga que los churros de Santa Ana sean mejores. Es la misma que hace más de seis décadas: agua, harina, sal y el aceite en el que los fríen. Eso sí “procuras traer la materia prima de la mejor calidad y, como dice mi madre, hacerlos con mucho cariño”.

No ha cambiado la receta, pero sí la forma de hacerlos. Elena asegura que cuando sus padres y sus abuelos regentaban el negocio, todo era mucho más manual. Ahora, la tecnología ha facilitado mucho el trabajo. Eso sí, los madrugones siguen siendo los mismos y algunas de las tradiciones también. Como la ‘parva’, chupito y cuatro churros que servía como desayuno para los que hace muchos años acudían al mercado de ganados, que se encontraba en José Aguado, "una costumbre de años y años”.

También tienen claro el motivo de su éxito. La clientela. A la que agradecer su confianza durante tantos años, en los que han visto crecer a familias enteras de leoneses. “Hemos visto a niños que con cinco años venían a por churros y ahora, con 17, siguen viniendo”, presume Elena, que agradece especialmente a los que cada mañana, o cada domingo por la tarde, esperan las largas colas que se forman, algo “muy muy de agradecer”.

La churrería de Santa Ana está abierta durante todo el año, excepto 20 días en agosto. Desde primera hora hasta media mañana. Además, los domingos de invierno salen de su pequeño establecimiento miles de churros que llevan haciendo a los leoneses entrar en calor desde hace más de seis décadas.

No saben si sus hijos tomarán las riendas de este negocio familiar tan histórico para la ciudad, pero todavía no piensan en el relevo y quedan muchas mañanas en las que desayunar con churros de Santa Ana.
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