"No es mala la Nochebuena"

En la calle de la prostitución en León (Sáenz de Miera) trabajan dos africanas, una travesti brasileña y una leonesa que quiere ir a cenar a casa. "No veas el personal que viene por aquí", cuentan

Fulgencio Fernández
27/12/2015
 Actualizado a 17/09/2019
Es la calle de la prostitución. El tráfico es abundante, unos vienen a mirar, alguno a faltar, otros a buscar... | MAURICIO PEÑA
Es la calle de la prostitución. El tráfico es abundante, unos vienen a mirar, alguno a faltar, otros a buscar... | MAURICIO PEÑA
Cuando el Rey empezaba su discurso hablando de esta noche tan entrañable (no lo escuché pero no dejaría) en Sáenz de Miera (la calle de la prostitucióncallejera)estaban trabajando, más bien esperando para trabajar, una travestí brasileña, dos africanas de Senegal (según ellas) y una leonesa («de un pueblo, pero no pongas el nombre del pueblo que tengo familia…») que se preparaba para marchar para casa, a pasar la noche con una familia que cree que ha bajado a León para hacer unas compras.

- Necesitaba dinero para la cena de hoy (era Nochebuena) y la comida de mañana, que tengo dos hijos, y ya el año pasado comprobé que se hace caja en Nochebuena, vine a las siete y llevó más de 200 euros, gracias a que uno me ha pagado 150.

- ¿Cuánto cobras?
- Treintao cuarenta por servicio, según lo que pidan o según vea, pero trabajo sin prisa.
- ¿Cuánto tiempo llevas trabajando en esto? (¡qué trabajo cuestan algunas palabras!)
- Vengo cuando lo necesito, a escondidas, porque te pueden conocer… Pero tengo muchas deudas y hay que salir adelante.
- Pero en Nochebuena lo más normal parece que no venga nadie, la gente está en familia...
- Pues vienen, y en Navidad. Son días en los que unos paisanos se escapan mejor del control y otros andan sin control, que no veas el personal que anda por la zona, y hoy más. Vuelve a los doce de la noche y verás cómo hay movimiento.

Tiene razón. Lo hay a las doce de la noche. No muchos coches pero los que pasan paran. Coches, furgonetas de negocios y hasta camiones que aparcan y suben a la cabina a alguna de las mujeres queallí ejercen laprostitución, que allí se buscan la vida.

Tenía razón la leonesa en lo de la tarde. A las siete, poco tiempo después de oscurecer, ya estaba ella trabajando, también la travesti brasileña, mulata y realmente guapa, y las dos africanas de Senegal que habitualmente se colocan al final de la calle, en la rotonda final, cerca de la nueva gasolinera.
No han tenido tanta suerte como la leonesa en el tiempo que han estado. No quieren saber nada que no sea el trabajo:«30 el completo», insisten las africanas a las que poco más se les puede arrancar que no sea su nacionalidad. Ysu insistencia.

La travesti brasileña habla con la leonesa. Está enfadada con quienes se dan una vuelta por allí camino de casa, para hacer una gracia antes de la cena:«La gente está de fiesta y vienen a tocar las narices, pero algo se ha hecho, no es mala noche».

- ¿Te vas a ir a casa?
- No lo sé, tampoco tengo dónde ir; me quedaré un rato y si hay movimiento me quedo y si no iré a dar un paseo por la ciudad y vuelvo más tarde.
Es cierto. Después de las 12 de la noche está en el mismo lugar. Sentada, no hace mucho frío.
- ¿Has estado toda la noche aquí?
Sin la presencia de la leonesa ni responde... Bueno, sí, como las africanas, con el precio.
- 30 el completo.

Ha llegado una segunda travesti, Daniela, una clásica del lugar, cualquiera que pase por la noche por esta calle la recuerda, en la esquina de la salida del Palacio de los Deportes. Daniela es el nombre con el que se anuncia en las páginas «de relax»en las que presume deEs la más llamativa, por su estatura y porque da la impresión de que se le fue la mano con algunas de los postizos, sobre todo de los glúteos, de impresionante tamaño. «Hay mucha gente que le gustan las generosidades», dice con humor. Acaba de llegar y se prepara para marchar. «Ahora viene una gente muy chunga, borrachos o locos».

Y se va. Los coches pitan.

Alas dos de la mañana ya solo quedan las dos africanas. Casi se lanzan a los coches, a veces se la juegan. Gritan a un coche que se detiene. «Llévanos a casa y otro día...».Cuando están a su lado acelera y se va.

Ya es Navidad. El día de Navidad. Alas diez de la noche están lo que la leonesa —«he venido sin acostarme»—llama «la plantilla al completo»y las va detallando por zonas. «Yo es que me llevo bien con todas, como soy de aquí, aunque las hay un poco chungas, pero ¿qué quieres que haya aquí, el párroco de Villaobispo?». Yva describiendo:«Al lado de la gasolinera pequeña, cerca de la estación de autobuses, hay cuatro travestis que casi nunca están todas, dos rubias, la exuberante de ayer y una que casi mide dos metros».

Entonces llega otra española, mujer, y la leonesa ‘se justifica’. «Es que no viene todos los días y llega tarde».
- Soy de Valencia, llegué hace unos años para irme a las dos semanas o, como mucho, un mes. Era la novedad por ser española y fui haciendo clientela. Sobrevivo, cada mañana me prometo que marcho y a veces lo hago, pero vuelvo, es duro hacerse con un hueco en este ambiente y aquí ya me conocen. Treinta o cuarenta, a veces veinte.

Los laterales del Palacio son de las más jóvenes, rumanas y búlgaras, tres o cuatro, depende de los días. «Cuando llegaron eran la sensación, jóvenes y guapas, pero se van estropeando, cada mes».
- Veinte.

Yen las inmediaciones de Mercaleón las dos africanas de Nochebuena y otras tres que, en Navidad, casi se lanzan a los coches. Si quieres hablar con ellas se van. Parecen haber aprendido un estribillo. «30 el completo, 20...».

Ya hace tiempo que no hay novedades en ‘la plantilla’, que dice la leonesa, quien insiste. «Un día hablamos del personal que viene, para ellos tienen».

- ¿No corréis peligro?
- Siempre hay algún hijo...
- ¿No lo quieres dejar?
- ¿Pagas tú lo que debo?
- No tengo.
- Pues quédate aquí y trabaja.
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