El 7 de diciembre es una fecha crucial del calendario melómano. El día de Sant’Ambrogio, patrón de Milán, La Scala inaugura su temporada. Después de que en 2022 no se emitiese en cines ‘Boris Godunov’, del ruso Músorgski –una elección muy discutida en plena invasión de Ucrania–, ahora el teatro regresa a su compositor de cabecera. Verdi ha protagonizado hasta 63 veces este acontecimiento. Y si las anteriores lo hizo con títulos de juventud como 'Juana de Arco’ (2015), ‘Attila’ (2018) y ‘Macbeth’ (2021), ahora es turno de una joya de madurez. El responsable musical del teatro, el venerable Riccardo Chailly, se enfrenta a ‘Don Carlo’, que ya pasó por las manos de maestros como Toscanini, Tulio Serafin, Claudio Abbado o Riccardo Muti.
Cines Van Gogh retransmite en directo este jueves 7 de diciembre, desde la ciudad lombarda, este drama político basado en una obra de Schiller que se ambienta en España. Aborda el conflicto entre Felipe II y su hijo Carlos después de que la prometida del joven -Isabel de Valois- tuviera que casarse con el rey como condición del tratado de paz entre Francia y España (1559). El nuevo montaje lleva la firma del catalán Lluís Pasqual (1951), primer español que inaugura La Scala. Referente de la escena europea de las últimas décadas, fundó el rompedor Teatre Lliure en 1976, dirigió el Centro Dramático Nacional, el Odéon de París o la Bienal de Teatro de Venecia, y ha recibido el Premio Nacional de Teatro. Por tercera vez desembarca en el Piermarini, después de ‘Gianni Schicchi’ (1996) y ‘La donna del lago’ (2011). Su vínculo con la institución se remonta a los 70, cuando trabajó como asistente del mítico Giorgio Strehler.
En una obra con tal connotación histórica, Pasqual tuvo el dilema de si actualizar la acción. «Verdi despeja las dudas: como gran hombre de teatro que era, precisó todos los detalles. Además, en La Scala hay una tradición que respetar», ha declarado a Il Corriere. Su propuesta, clásica y monumental, sitúa en el centro una torre solitaria, que representa el aislamiento de Felipe II. El brillante libreto que los franceses Méry y Du Locle escribieron en 1865 a partir del alemán Schiller sobresale por su carnoso retrato del rey absolutista, quien debajo de ese caparazón esconde a un padre y esposo frustrado: su mujer no lo ama, su hijo se le subleva, y el Inquisidor le exige la cabeza de su mejor amigo. De ahí la torre del montaje de Pasqual, que además está construida de alabastro: «En un viaje por Castilla en la pandemia, me fijé en ese material, muy empleado en las iglesias góticas y palacios», explica. «Quise darle un aroma eclesiástico a la producción, como reflejo de la crítica de Verdi al poder del clero».
Según avanzan los actos, la plataforma de la torre gira y abre distintos espacios, como el claustro, los jardines reales o el estudio del monarca. «La gran dificultad de Verdi es cómo pasar de las grandes escenas a las más íntimas», continúa. Para los decorados ha contado con su amigo Daniel Bianco, que este curso concluye su mandato en la Zarzuela de Madrid, donde juntos han estrenado la ópera contemporánea 'El caballero de Olmedo'. En cuanto al vestuario, su fiel Franca Squarciapino se ha fijado en el realismo de Velázquez o Zurbarán.
‘Don Carlo’ requiere cantantes de categoría, y aquí estarán algunos de los mejores. Anna Netrebko, la gran soprano de este siglo, tiene la ocasión de redimirse en el papel de Elisabetta tras sus cancelaciones en el Bolshói por covid (2020) y en el MET por su apoyo a Putin (2022). La acompañan la mezzo letona Elina Garanča, muy aplaudida como Éboli en París y en Nápoles por su elegancia y perfección técnica; y el tenor italiano Francesco Meli, favorito en Milán, donde debutó como Carlos en 2017.
De toda la prolífica carrera del genio de Busseto (1813-1901), quizá ‘Don Carlo’ sea la ópera con mayor hondura psicológica, dilemas morales y personajes más trabajados. Estrenada en París en 1867 en francés, más tarde se adaptó al italiano para La Scala, reducida a cuatro actos. Fue su última creación antes de Aida. Al público tal vez le intimide su larga duración, su contenido político y una orquesta densa, oscura y hasta moderna. Pero pocos títulos reúnen tantos pasajes musicales memorables, siempre justificados desde el argumento: el dúo de Carlos y el Marqués de Posa, el auto de fe, el lamento de Felipe II, el aria de Éboli, la escena del inquisidor…