"Nadie ha sido capaz de endiosar a Juanín"

David Rubio acaba de publicar ‘Juanín. La historia del Artista, un mito del balonmano’, una singular biografía del mejor deportista leonés de todos los tiempos, una mirada tan humana como deportiva... más humana

Fulgencio Fernández
26/09/2021
 Actualizado a 26/09/2021
Portada del libro biográfico sobre Juanín ‘el artista’ escrito por David Rubio.
Portada del libro biográfico sobre Juanín ‘el artista’ escrito por David Rubio.
Es muy difícil —lea imposible, que acierta— imaginar que Cristiano, Messi y hasta las estrellas de la Cultural se vayan a hacer la foto para la portada de un libro sobre su vida en la puerta del gallinero de la casa familiar en Viloria de la Jurisdicción, al salir de ver cómo están los gallos de pluma que allí cría y mima, para practicar esa pasión suyade la pesca en la que él mismo se guisa todo el proceso, desde el mosquito hasta criar el gallo.

Pues la foto de la biografía que acaba de ver la luz bajo el título de ‘Juanín. La historia del Artista, un mito del balonmano’ está hecha exactamente allí, a la puerta del gallinero. Esa faceta del mito del balonmano, la naturalidad que no puede ser impostada, la discreción y esa humildad son las que llevaron al director de este periódico, David Rubio, a escribir este libro, a convencer a un tipo que después de batir todos los récords imaginables en el mundo del balonmano no acababa de creer que él mereciera un libro. El autor explica su empeño: «He tenido muy pocos ídolos y además algunos se me han ido cayendo por el camino, pero Juanín sigue siendo uno de ellos. Le idolatro, más que por sus virtudes jugando al balonmano, por su actitud fuera de las canchas, porque nadie puede simular durante tanto tiempo la humildad si no es verdaderamente humilde. Estamos acostumbrados a deportistas/tronistas, tatuados y con pendientes, que parecen vivir en un eterno verano ibicenco aunque suelen habitar el invierno de la Segunda División B, y en cambio este tipo rompe todos los moldes: nadie ha sido capaz de endiosarle pese a que tiene más motivos que nadie para ello. Porque sigue siendo mi ídolo me he sentido muy afortunado de meterme hasta la cocina y conocer los detalles de muchos pasajes de su vida que yo leía en los periódicos, como por ejemplo aquel polémico fichaje por el Barça».

Por eso en esta biografía, nada al uso vaya por delante, conviven la primera y la tercera persona, para que los silencios de Juan, aquello que él nunca contaría, sean palabras de David, aquello que él sabe y sabe que tiene que contar para tapar los silencios de quien generosamente los regaló en diversos momentos de una larga carrera deportiva, como ese capítulo dedicado a ‘las cuatro retiradas del balonmano’: «Me hubiera gustado escribirlo todo en primera persona, que se leyera como una novela, pero tuve que meter algunos capítulos en tercera persona porque había que contar determinadas cuestiones que Juan jamás hubiese dicho de sí mismo: que sigue siendo el mayor goleador de la historia de la Liga Asobal y de la selección española, por ejemplo, o que un determinado partido o campeonato se ganó gracias a él. Esa misma estructura de combinar la primera y la tercera persona es la de la biografía de Agassi, uno de los mejores libros que he leído nunca, escrito por J. R. Moehringer.Pero, claro, hay demasiadas diferencias entre la vida de Agassi (salía a jugar con peluca, estuvo en una secta, se drogaba más que un cantante de trap, se liaba con actrices de Hollywood, por supuesto era multimillonario…) y la de un tipo que no tiene grandes pasiones más allá de la caza y la pesca y que para hacerse la foto de la portada de su libro elige como fondo el gallinero de su casa del pueblo. Creo que eso lo dice todo».

Nadie puso a rugir la grada del Palacio de los Deportes como él. Un chaval bajito, sin ínfulas, que resultaba más cercano para el espectador que cualquier otro jugadorEn esta biografía, más humana que deportiva, vive ese Juanín que apaga el teléfono una semana cuando se publica una noticia tan falsa como interesada anunciando su retirada, el que se refugia en la pesca en tiempo de ella y en Goyo y Vicenta, sus padres, siempre; el chavalín que nunca lo tuvo fácil y cuando se subió a la gloria no se bajó del Ibiza que todavía conduce con el maletero lleno de cañas y carretes. «. Nadie puso a rugir la grada del Palacio de los Deportes como él. Nadie. Si un croata de 110 kilos mete un golazo por la escuadra con un lanzamiento en suspensión a 15 metros de la portería, pues qué quieres que te diga: está haciendo su trabajo. Pero si un chaval bajito y sin ínfulas se anticipa a los rivales, corta un pase, sale como una flecha hacia la portería contraria y en un remate completamente acrobático meter un gol haciendo una rosca imposible con el balón, pues el que lo está viendo lo agradece más. Eso es lo que hacía Juanín, que resultaba más cercano para el espectador que cualquier otro jugador», dice su biógrafo, que no oculta que, por ello, «El día que le pitaron porque vino a jugar con la camiseta del Barça, yo me avergoncé de ser de aquí. Es uno de los pasajes más emotivos del libro, como lo es el inicio con la retirada forzosa que le organizó una directiva que, en mi opinión, no está a la altura ni de una leyenda como Juanín ni de un club como el Ademar. Creo que no puede haber nadie por encima del Ademar, ni siquiera Juanín, pero desde luego quien no está por encima del club, aunque se lo crean, son el presidente Cayetano Franco y su directiva, que manejan el club como un cortijo y tratan a los jugadores como si fueran paletos».

Como se ve, entre la primera y la tercera persona, se compone un Juanín completo, se conocen las verdades ocultas, se explican los pasajes sin explicación para quien fue bautizado como ‘El artista’, por un grande, Luis Miguel López, la voz del balonmano en este país. «Y creo— dice Rubio— que es muy acertado porque los artistas juegan con los sentimientos, con las emociones, y eso era lo que conseguía sobre el campo».
La ‘cuarta retirada’, y definitiva, de Juanín es un capítulo para leer y entender quién es cada cual en esta historia, pero sobre todo para lamentar que se le hurtara a una leyenda del deporteleonés la posibilidad de decir el adiós que había soñado, cancha a cancha: «Juanín, aunque en León no lo sepamos valorar, es algo así como un Andrés Iniesta del balonmano. Le aplaudían en las canchas de toda España por lo que había hecho disfrutar a los aficionados con la selección, mientras que aquí no se le valoró como jugador ni se le dieron las oportunidades que merecía como entrenador del filial. Le despidieron en medio del confinamiento y ni siquiera en persona ¿Se puede ser más sinvergüenza? Ojalá el libro sirva para hacer un poco de justicia aquí, porque lo que ya he comprobado, no sólo por la cantidad de medios nacionales que me están llamando desde que se ha publicado, es que fuera de León todos los que le han conocido le admiran y le aprecian».
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