Millán Salcedo: "Demetrio de los Ríos es mi héroe, salvó la catedral"

El excomponente de Martes y Trece acude este domingo al Auditorio Ciudad de León con ‘En mis Trece 2.0’, un show con buenas dosis de humor y actualidad al compás del piano de Marcos Cruz

Joaquín Revuelta
12/05/2018
 Actualizado a 09/09/2019
Un momento del show ‘En mis Trece’ que en su versión 2.0 acude este domingo a la capital leonesa.
Un momento del show ‘En mis Trece’ que en su versión 2.0 acude este domingo a la capital leonesa.
Con Josema Yuste y Fernando Conde formó uno de los grupos cómicos más celebrados de finales de los años setenta y principios de los ochenta, Martes y Trece, que tras el abandono del grupo por parte de este último en 1985 derivó en un dúo que hasta su disolución en 1997 alcanzó una enorme popularidad tanto en el cine, con películas como ‘Aquí huele a muerto’ y ‘El robobo de la jojoya’, como en la televisión, siendo especialmente recordados sus ‘sketches’ en las galas de Nochevieja de TVE. Este domingo Millán Salcedo acude al Auditorio Ciudad de León con ‘En mis Trece 2.0’ (20:30 horas con entradas a 25 y 22 euros), un espectáculo «divertido, humorístico-musical y cantábile», como el mismo protagonista describe, en el que estará acompañado al piano por su inseparable Marcos Cruz.

- Creo recordar que Martes y Trece hizo su debut en televisión en un programa de José María Íñigo, que esta semana nos ha dejado. ¿Qué recuerda de aquella actuación y cómo valora la figura de Íñigo?
- Imagínate, Íñigo fue prácticamente todo. Cuando todavía éramos un trío, te estoy hablando de finales de los setenta, la discográfica CBS nos fichó para grabar ‘El disco loco’ y en la campaña de tener que ir a hacer promoción a las teles surgió la posibilidad de ir al programa de Íñigo de ese momento, que era ‘Fantástico’. Y no fue fácil porque el tío nos hizo una prueba. Allí en una habitación de CBS hicimos los tres todo el show que teníamos y cuando terminamos Íñigo se mostró muy frío, ni una mueca. Se disculpó diciendo que tenía el programa ocupado para varias semanas, pero nos preguntó antes de irse si teníamos algo más. Y Fernando Conde le dijo que teníamos una parodia de las ‘trillizas de oro’ de Julio Iglesias. Íñigo mostró curiosidad por saber cómo era y a pesar de que le dijimos que no la teníamos preparada insistió en que la representáramos. Y fue increíble porque no teníamos ni las pelucas rubias. Empezamos a improvisar: ‘yo soy María Emilia, yo soy María Laura, yo soy María Eugenia’, y le gustó tanto que ese mismo sábado ya salimos en antena con la parodia y con las pelucas. Íñigo demostró en este caso tener una gran intuición.

- Por lo que me cuenta el azar jugó un papel relevante en los inicios del grupo, donde la improvisación también ha sido un factor determinante en el humor practicado tanto en la etapa de Martes y Trece como desde hace algunos años con sus espectáculos en solitario. ¿Esto es así?
- Hombre, indudablemente. Cuando llevas tantos años en una profesión como pueda ser la de actor de comedia, ya hay un basamento, existe una estructura, una base, un pilar. Pero a mí lo que me gusta es improvisar. Desde que vengo haciendo estos shows con Marcos Cruz al piano existe lo que yo llamo un ‘ventanuco’ por el que se cuela la actualidad más rabisalsera.Por eso siempre se mantiene fresco, porque yo no me aprendo nunca nada. ¿Por qué no me quiero aprender nunca nada ni quiero trabajar en obras de teatro para dar el pie todos los días al compañero? Porque todo esto que estamos hablando viene de entonces. El sketch de ‘Las trillizas’, que fue donde empezó todo, nació de un momento improvisado, como también sucedió con el célebre número de las ‘empanadillas’. Por cierto, ¿a qué no sabes donde estoy? En Móstoles, te lo juro por Dios. Estoy echando una partida de mus con mis amiguetes aquí en Móstoles. Precisamente tengo un apartado en este nuevo show que hago que es como una especie de parodia de zascarrillos y anecdotillas de luxe. Mi pianista me va preguntando, como si fuera un hipotético Jorge Javier, y yo voy contando un poco ese anecdotario de la gente, de lo que me preguntan en todos los sitios a los que voy. Hoy, que he venido a comer aquí a Móstoles, no he parado de hablar de las empanadillas de Móstoles. Incluso nos han puesto empanadillas para probarlas.

- ¿Cuando recorre España con su show le gusta documentarse sobre la actualidad de la ciudad a la que acude con el fin de incorporarlo después al espectáculo?
- No lo suelo hacer. De todos modos, hoy en día como tenemos internet estás informado de casi todo. Porque yo creo que la gente cuando va a ver un espectáculo de humor, como es mi caso, lo que quiere es olvidarse de sus problemas cotidianos. Pero siempre está bien hacer alguna parida o alguna parodia de la tierra, porque la gente lo recibe con muchísimas ganas. Respecto a León qué quieres que te diga. Yo soy un enamorado de la Catedral de León, porque me gusta muchísimo el arte y sobre todo un señor que se llama Demetrio de los Ríos. Ese señor fue el salvador de la catedral, ese señor es mi héroe. Además, tenemos un amigo que también se apellida De los Ríos y siempre le llamamos Demetrio desde que nos enteramos de aquello.

- No tengo recuerdos del paso de Martes y Trece por León. ¿Cómo ha sido su relación con esta ciudad?
- Pues mira, yo tengo un vínculo con León muy anterior a Martes y Trece. Porque cuando yo estudiaba en la Escuela de Arte Dramático de Madrid el director José Osuna, que seguramente te sonará, en la época de los Festivales de España cogió a cinco alumnos para reforzar una compañía que hacía la gira por diversas ciudades. Entonces una de las ciudades a las que fuimos a actuar y que recuerdo con cariño fue León. En el Palacio de los Deportes hicimos una función que se llamaba ‘El edicto de gracia’, de José Mª Camps. Como Martes y Trece también hemos estado, pero no me pidas hacer ejercicios de memoria porque tengo una edad muy difícil.

- ‘En mis Trece 2.0’ es un espectáculo que, como su propio título ya sugiere, viene de otros anteriores como ‘En mis Trece’ o ‘Yo me subí a un piano verde’, donde por cierto usted estaba dirigido por Paco Mir y Joan Gracia, dos componentes del grupo Tricicle. ¿Cómo fue aquella experiencia con otro grupo emblemático del humor patrio?
- Ten en cuenta que surgimos en la misma época. Además de muy amigos tenemos el mismo sentido del humor. Ellos no necesitan ni hablar porque se valen solo con el gesto. Cuando tomé la decisión de montarme algo porque no podía seguir sin subirme a un escenario se me ocurrió la idea de hacer un ‘chow’ y pedí consejo a Paco Mir y a Joan Gracia. Les conté lo que se me había ocurrido y ahí nació el primero de los espectáculos, ‘Yo me subí a un piano verde’. Y desde entonces le cogí el gustillo y no he parado. Y sigo ahí en mi línea, en mis trece, nunca mejor dicho.

- En ese primer espectáculo evitó incorporar la palabra trece, que para usted ha sido una suerte de amuleto, que después sí que ha incorporado a los siguientes shows.
- Hombre, claro. Es que yo no voy a renegar nunca de mi pasado. Además, te digo que se ha producido con el tiempo una especie de cuestionario de preguntas donde voy la gente que me reconoce me habla de aquellos años, de aquel tiempo, de Encarna... Lejos de sentarme mal para mí es un placer recordar todo aquello. Yo seré siempre la Encarna de España. Y gracias a la Encarna y a las empanadillas de Móstoles mi vida ha sido mucho más confortable.

- ¿Ha cambiado la percepción de la sociedad, de la gente, en torno a un determinado tipo de humor que hoy puede resultar ofensivo? Lo digo por el ‘sketch’ de la mujer maltratada que usted popularizó y por el que me consta que hoy ha pedido perdón.
- Evidentemente todo evoluciona. Las ciencias adelantan que es una barbaridad. El humor es una cosa que se respira y eso en España no se puede olvidar. Lo estamos viendo con la tecnología. Cada vez que hay un suceso, bueno, malo o regular, inmediatamente hay alguien que se le ocurre algo. Esa impronta siempre la tendremos. Me encanta el humor que se hace, pero lo que no me gusta es la gente que intenta piratear a los que estábamos antes y no cita sus fuentes. A la gente que no cita sus fuentes, personalmente, un codazo con el codo, como te lo digo.

- Pero yo me refería a cómo la sociedad ve hoy un humor que hace referencia, como en el caso del sketch de la mujer maltratada, a asuntos como la violencia de género que han creado verdadera alarma social.
- Sí, evidentemente aquel número de la mujer maltratada hoy sería inviable. Pero vuelvo otra vez a la tecnología, porque ahora mismo estoy imbuido por la tecnología, estoy abducido por ella. Es que era un problema de información. Hoy tenemos toda la información en el teléfono móvil. Entonces no sabíamos cómo estaban realmente las mujeres en este país. A lo mejor podías intuir algo, pero en ningún momento eras consciente del problema. De haberlo sabido y sobre todo con lo que estamos viendo hoy en día, el tema de la manada, etc, nunca se me hubiera ocurrido. Por ello sigo pidiendo perdón y lo pediré siempre. Y también te digo una cosa, hay que cambiar las leyes aprovechando la coyuntura. Hombre, ‘no es no’. Espero que quede muy claro.
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