Y hoy, 42 años después, se podría rematar con un «sigue cerrado a cal y canto» pues jamás volvió a abrir sus puertas este local que allí sigue, en el Portillo, como si fuera la memoria del que hasta no hace mucho fue el crimen más mediático de la historia de León, ya que todas los periódicos y revistas de la época (incluido el histórico periódico de sucesos El Caso) desplazaron a sus mejores reporteros a nuestra ciudad, entre los que se encontraban la recordada Margarita Landi, Francisco Pérez Abellán o el leonés Joaquín Nieves.
El modesto edificio que albergaba el bar Ay! (de casas hablamos en esta serie)sigue en pie en el Portillo. Fueron derribados otros para dar cobijo a nuevas empresas —este ribazo que recibe a los visitantes que acceden por la carretera de Valladolid, o se van— se ha convertido en una especie de polígono industrial, se han construido nuevas naves... pero el bar Ay! sigue ahí, tampoco ha reabierto con otra utilidad ni ha sido alquilado con ningún fin pese a estar a tan solo unos metros de la ciudad. Como si quisiera ser la memoria de aquel mediático crimen. Incluso se intuyen las letras que recuerdan su repetido nombre, que abarcaba la práctica totalidad de su larga fachada «Restaurante Ay!».
Esta circunstancia ha alimentado todo tipo de leyendas urbanas, de especulaciones, que incluso llegaron a la televisión cuando el famoso programa Cuarto Milenio, que dirige el conocido periodista Iker Jiménez, se interesó por el caso del Crimen de la descuartizadora de León pero la mayoría de su tiempo se lo llevó «indagar» en los motivos que causaron el olvido y la permanencia allí del ‘macabro’ local. Parece que los motivos reales tienen mucho más que ver con el alejamiento de su dueña, una vez cumplida su pena de cárcel, de León y de todo lo que le pudiera recordar aquellos hechos del 3 de marzo de 1975, cuando asesinó de 7 hachazos, en presencia de un joven sobrino, a quien entonces era su pareja, el joven asturiano (28 años) Carlos Fernández Guisiraga. Parece que el detonante fue que el fallecido amenazó al joven (de 15 años, aunque corpulento) y ahí se desencadenó todo.

Un enigmático final al que se apuntan otros muchos que conocieron aquel caso de primera mano, como el procurador Pepe Muñiz, que mantiene que se distorsionó mucho la imagen de Covadonga Sobrino en unos hechos que hoy serían analizados desde otro punto de vista muy diferente, hablando seguramente de violencia de género...
Otro enigma a añadir al de la casa, el de esta mujer que se alejó de León y alimentó su leyenda al acabar en un convento... bien es cierto de cocinera, que lo era y parece que buena.