María Álvarez Domínguez: "Escribir ‘a cuatro manos’ realmente es muy difícil"

La autora leonesa debuta en la novela con ‘La brújula que señalaba el oeste’, que ha escrito con Jaume García Antón y que la semana pasada tuvo su puesta de largo en el Palacio del Conde Luna de la capital

Joaquín Revuelta
27/04/2017
 Actualizado a 19/09/2019
Los autores Jaume García y María Álvarez con la historiadora Carmen Carrión al fondo el día de la presentación en el Palacio del Conde Luna. | DANIEL MARTÍN
Los autores Jaume García y María Álvarez con la historiadora Carmen Carrión al fondo el día de la presentación en el Palacio del Conde Luna. | DANIEL MARTÍN
Desde hace tres años la leonesa María Álvarez Domínguez imparte clases de lengua y literatura en el Instituto Félix Rodríguez de la Fuente en el barrio de Gamonal de la capital burgalesa. La pasada semana fue noticia por la presentación en el Palacio del Conde Luna de su primera novela que ha escrito conjuntamente con el artista plástico y escritor valenciano Jaume García Antón, un voluminoso libro titulado ‘La brújula que señalaba el oeste’ (Editorial Sargantana) en el que ambos autores recorren el último cuarto del siglo XIX siguiendo las andanzas del joven Guillermo Paniagua en su recorrido desde su Andalucía natal hasta Cataluña y de ahí hasta la cuenca minera de Sabero.

Álvarez reconoce que no existe tradición literaria creativa en su familia y que en realidad fue su pasión lectora desde la infancia lo que la empujó hacia la escritura. «Siempre tuve mucha curiosidad y la misma inquietud por escribir, empezando por pequeños cuentos, canciones o poemas, pero el paso decisivo se produjo durante la carrera de Historia del Arte y más tarde con el doctorado cuando empecé a escribir crítica de arte para artistas, galerías y varias revistas», reconoce la autora, que al tiempo que ultima su tesis doctoral, precisamente sobre crítica de arte, se ha embarcado junto a Jaume García en la aventura de publicar una crónica de la España convulsa de finales del siglo XIX, que desde el principio tuvieron claro que iba a ser «grande y contundente», como lo demuestra sus casi seiscientas páginas.

María Álvarez no tiene reparo en responder a la pregunta que todo el mundo le formula y que tiene que ver con la autoría compartida de ‘La brújula que señalaba el oeste’ con el valenciano Jaume García. «Escribir ‘a cuatro manos’ realmente es muy difícil. La idea de escribir la novela surgió hace seis años a raíz de compartir ambos una cierta conciencia social que se había manifestado en el caso de Jaume en sus pinturas y por mi parte en mis escritos sobre arte. La pregunta que nos hicimos es de dónde podía partir la situación actual de España y llegamos a la conclusión de que el siglo XIX había sido definitorio para la historia de este país en lo cultural, en lo económico, en lo político y en todos los aspectos», comenta Álvarez, que en sus frecuentes charlas con García fue materializándose la idea de escribir una historia situada en el siglo XIX que fuera trabajando aquellos aspectos que no salen en los libros de texto que se encargan de estudiar este periodo histórico, renunciando a las monarquías, los grandes cambios constitucionales y políticos para poner el acento en la historia más social que tiene que ver con el pueblo llano. «Poco a poco entre lo que nosotros queríamos y entre lo que nos íbamos documentando sobre el siglo XIX en España decidimos que la fecha apropiada podía ser este último cuarto, desde 1870 en adelante donde tienen lugar las guerras carlistas, los movimientos obreros y un montón de aspectos que encajaban un poco con lo que nosotros queríamos investigar y contar en la novela. Después de un largo periodo de documentación nos pusimos a ello y decidimos que la manera de hacerla sería que cada uno escribiera un capítulo que después nos pasábamos para su corrección y volvíamos a intercambiar hasta que a través de las sucesivas correcciones fuéramos capaces de borrar las lógicas diferencias estilo que al principio se daban, pero han quedado eliminadas por completo hasta el punto de no reconocer en la redacción final de la novela la contribución de uno y otro», asegura la leonesa.María Álvarez y Jaume García no eran conscientes al principio de que la novela iba a alcanzar las seiscientas páginas, pero sí tenían claro que querían abordar muchos temas, como el de la autoridad excesiva de un padre de familia que les llevó a situar el comienzo de la historia en un punto de la España profunda, como en este caso es un pueblo de Andalucía con la mentalidad machista tradicional del padre que es el que manda en casa y decide el destino de los hijos, de la esposa. «También queríamos criticar la corrupción de la iglesia en cuanto a la pederastia, los abusos a menores, y para eso necesitábamos sacar al protagonista de su casa y llevarle a un seminario donde pasaran cosas que queríamos contar. A partir de ahí el chico tiene que huir y en la huida era donde nosotros teníamos que ir encajando distintas aventuras del joven que se ambientaran en momentos históricos reales de España». La escritora no cree que el siglo XIX sea un periodo que, al contrario de otros, haya sido tratado con cierta frecuencia por la novela histórica. «Ese fue otro motivo por el que nos decidimos situar la novela en este contexto. Sí existe mucha historiografía, hay manuales, pero desde el punto de vista literario no encontramos tantas referencias como de otros periodos, caso de la Edad Media, que es como más sugerente y mística. Aquí encontrábamos a Galdós, que aporta una visión muy limitada a determinados grupos sociales, y no nos servía como referencia exacta porque nuestra idea era hacer otra cosa», señala la co-autora leonesa, para quien la referencia al desastre del 98 quedará para una segunda parte de ‘La brújula que señalaba el oeste’ que todavía se encuentra en fase de maduración. «Desde el origen la idea fue partir la novela en dos partes. La que ya está publicada concluye a finales de los años setenta y la que está por hacer enlazaría con toda la crisis de final de siglo, el modernismo, los autores de la Generación del 98 y por supuesto la pérdida de las colonias», asegura Álvarez, que reconoce que el personaje de Guillermo Paniagua tiene un peso específico en la novela y al mismo tiempo les sirve de hilo conductor para llevar al lector por los diferentes periodos históricos. «Lógicamente es un pretexto, porque lo que pretendemos es que se mueva en diferentes escenarios, pero también es el protagonista, un chico muy joven, casi un niño cuando empieza la novela, que lo que vive al final es un viaje iniciático que nos permite explicar cómo se puede hacer mayor una persona a fuerza de vivir situaciones en las que tienen que resolver sin ayuda de nadie y sin haberse visto en otra igual», argumenta Álvarez.

La mujer también tiene un papel preponderante en la primera novela de la escritora leonesa, aunque el protagonismo mayor recaiga en un chico. «Aunque éramos conscientes de ello, cuando acabamos la novela nos dimos más cuenta si cabe de que habíamos hecho un homenaje a la mujer, porque en todos los capítulos, en todos los escenarios aparece una mujer que por una cosa o por otra acaba siendo protagonista», señala la autora, que pone el ejemplo de las mujeres que trabajaban en la mina, «un gremio importante que ni la historia, ni el arte, ni el folclore las ha tenido en cuenta».

Al viaje iniciático del protagonista se suma el viaje geográfico por diferentes entornos que le llevan a desembocar en la cuenca minera leonesa. «Aunque el nombre que aparece en la novela es inventado en realidad se trata de Sabero. El protagonista pasa aquí varios meses que le sirven para conocer el movimiento obrero, las primeras huelgas y todo lo que representa el mundo minero, que para mí siendo leonesa era imprescindible reflejar en la novela», asegura.

Álvarez no descarta que las vicisitudes de Guillermo Paniagua puedan dar para una trilogía. Actualmente ni siquiera se lo plantean «aunque a lo mejor la historia llega a pedirlo», sugiere la autora, que ahora prefiere centrarse en la promoción de esta primera obra literaria presentada ya en Valencia y León y que en un mes viajará a Barcelona.
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