– Seis mil palabras hilvanadas nos hacen pensar en muchos años tomando notas, madurando la idea, dándole forma…
–Pues sí es un trabajo de varios años. Empecé a escribir pequeños artículos sobre cuestiones lingüísticas en un tono ameno pensando en mis alumnos de Bachillerato. Luego pasaron a mi blog De la palabra al pensamiento (larecolusademar.com) y comenzaron a difundirse, no solo en el blog, sino también en algunos medios escritos. Poco a poco me fui centrando en el lenguaje del menosprecio, porque me parecía especialmente creativo y expresivo.
–Algún ejemplo seguramente nos lo deja muy claro.
– Claro: ser un don nadie, un pagafantas, un mindundi, un pinchaúvas, un pinchaglobos, un pelanas, un pelagatos, un pintamonas… para hablar de la poca valoración de una persona.
–¿Y cómo se convierten en libro?
– En principio, eran artículos aislados sobre temas que por algún motivo me llamaban la atención. Unas cuantos compañeros del mundo docente o relacionados con las Humanidades empezaron a animarme a publicarlos… Y poco a poco fue surgiendo la idea de ordenarlos y convertirlos en este libro.
–Imagino que muchos años en la enseñanza le habrán dado mucho material, pero habrá más fuentes de información importantes, al margen de la investigación propia.
– La chispa inicial de cada artículo o apartado en la mayoría de los casos ha sido una frase que he leído u oído en la calle, en los medios… En las aulas… Procuraba estar atenta a las conversaciones que oía e iba apuntando en libretas y cuadernos (que fueron varios) o en el móvil. De allí como un mero listado pasaban a un archivo del ordenador. Posteriormente rastreaba varios diccionarios generales y también específicos sobre dichos para completar la información. Y algunas obras literarias. Y luego estaba la labor de unirlos con una cierta gracia.


–Sí. Yo diría que es un apartado simpático. El libro recoge casi 300 sinónimos de tonto más unos cuantos dichos que abundan en esa idea. Desde ababol a zorrocloco van los tontos de la A a la Z. Y podemos comprobar que muchas veces hay variantes matiz: no es lo mismo caraculo (cara de tonto) que panoli (simple), por citar dos ejemplos. Y además están aquellos a los que les falta un hervor o dos veranos o simplemente los que son del género tonto o más tontos que Abundio. Y también elegí este tema de los disfemismos porque hay menos publicaciones sobre este asunto.
– No podía faltar en este trabajo su Omaña natal y de querencia; las viejas expresiones, los recuerdos y, en definitiva, la memoria?
–Evidententemente, según decía Rilke, nuestra verdadera patria es nuestra infancia. En el libro El habla tradicional de la Omaña Baja recogía unas cuantas docenas de expresiones y refranes propios de la zona. Y también he realizado un trabajo sobre el lenguaje del menosprecio en la comarca de Omaña, que espero que algún día se pueda publicar, porque recoge expresiones muy peculiares. Pero el libro de las Palabras hilvanadas, el lenguaje del menosprecio es un libro de divulgación relacionado con la sociolingüística, centrado sobre la lengua común, el castellano o español, no sobre el leonés. Lo digo, sobre todo, porque he visto que en varias librerías de León lo ubican en el apartado de temas leoneses. Pero siendo de León yo y apegada a la cultura leonesa, hay en el libro muchos guiños a lo leonés.
– ¿Alguno de esos guiños?
–Explico el porqué de expresiones como “matar judíos”, “mirar para las a(l)pabardas” (con sus variantes), “que si quieres arroz, Catalina”… Y trato de explicar la expresión “estar en Babia”, más allá de la leyenda sobre los reyes leoneses y su relación con la comarca. Incluyo también un romance sobra la letra ñ que recoge palabras leonesas.
–Hablando de Omaña es difícil sustraerse a un problema como el de la despoblación, que tan fuerte ha golpeado a esta comarca.
–Es un hecho claro que la despoblación es un drama que está a punto de cerrar algunos pueblos. Con la gente que se va porque muere o porque se traslada a otro lugar muere una cultura, una lengua, una forma de entender la vida.
– Despoblación por un lado, globalización por el otro.
–La globalización también va terminando con esa cultura aunque la gente permanezca en el lugar. Se está perdiendo hasta el conocimiento de los topónimos que es donde está más fijada aún la pervivencia del leonés. Se necesitan iniciativas para fijar la poca población que vive en la comarca y para atraer a otros posibles habitantes de forma estable.
–¿Qué se podría hacer?
– La mejora de las telecomunicaciones es determinante en ello y también el apoyo a iniciativas empresariales relacionadas con la vida tradicional o con otras posibilidades de tipo cultural o turístico. La promoción del llamado “Camino olvidado” puede ser una de esas formas o lo que tiene ver con saber “vender” la Reserva de la Biosfera de los Valles de Omaña y Luna.