Manuela López García reclamando presencias

Entre su obra he encontrado un breve escrito sumamente esclarecedor a la hora de demostrarnos como los esquemas con respecto a la participación de las mujeres no dejan de repetirse en el tiempo

Mercedes G. Rojo
19/10/2021
 Actualizado a 19/10/2021
Manolita en la Fiesta de la Poesía de Villafranca.
Manolita en la Fiesta de la Poesía de Villafranca.
Este 18 de octubre se celebraba en toda España (a instancias de la BNE, la FEDEPE y Clásicas y Modernas) la VI edición del ‘Día de las Escritoras’, día adjudicado desde 2016 al lunes más cercano a la festividad de Teresa de Jesús (15 de octubre) «con el objetivo de reivindicar la labor y el legado de las escritoras a lo largo de la historia».

Siempre he dicho que los ‘Días de…’, no dejan de ser llamadas de atención para poner de manifiesto las carencias que tenemos ante el ejercicio de los derechos universalmente reconocidos para todas las personas, más allá de nuestro sexo, condición social, nacionalidad, cultura…, una igualdad que, de ser efectiva, anularía de un plumazo la necesidad de tales días. En esta realidad, una carencia más que importante está asociada a todo lo que tiene que ver con los derechos de las mujeres que, por cierto, conforman más de la mitad de la población mundial, mitad que –curiosamente– nos presenten como una minoría más, como si ello fuese argumento suficiente para aminorar la gravedad de la permanente conculcación de derechos a los que nos vemos sometidas, en cualquier parte del mundo y en las más diversas situaciones. Denunciable es como sistemáticamente se ocultan sus logros (los pasados y los presentes) o como se presentan éstos (cuando somos capaces de alcanzar tal punto) como «la excepción que confirma la regla». No es nuevo que se nos siguen dando menos espacios donde mostrarlos; ¿motivo?, tal vez que quienes toman las decisiones sobre quién ha de estar, quienes organizan, quienes ostentan el poder que establece lo puede visibilizarse y lo que no, lo que merece o no la pena…, siguen siendo hombres (o, más grave aún, mujeres que les ceden esa capacidad de decisión) que mantienen los mismos esquemas heredados siglo tras siglo, sin deseo alguno de evolucionar hacia una «posible» pérdida de cuota de poder. De ahí que entre los argumentos más a menudo esgrimidos el más típico sea el de «no hay mujeres» con méritos suficientes (a sus ojos, claro) para ser dignas de ser tenidas en cuenta en igualdad de condiciones en campos en los que hasta ahora siempre han sido ellos los que han destacado. Y es que ¿cómo vamos a destacar si no se nos permite el acceso en igualdad de condiciones?

Si la realidad es poco halagüeña aún lo es más el escaso número de voces que se levantan para denunciar estas circunstancias. Y a las que lo hacen se les intenta acallar con diferentes tretas. Y a menudo lo consiguen, porque no es raro escuchar, al hablar con algunas profesionales de diferentes sectores, que nunca se han sentido tratadas en inferioridad de condiciones, ¿por el hecho de haber participado junto a ellos, de vez en cuando, en algunas actividades? ¿Es esa una igualdad real?, porque ¿dónde está el reconocimiento efectivo que esas actividades deberían traer aparejadas: presencia en los medios; inclusión en antologías, estudios, guías,…; reconocimientos y oportunidades en circuitos y programaciones oficiales? Y si verdaderamente no hubiera habido discriminación de trato, ¿por qué nos cuesta tanto seguir su rastro y encontrarnos con su presencia, una presencia que podría servir de modelo a las generaciones más jóvenes? Algo que sucedía antes y sigue sucediendo hoy en día por mucho que haya voces que quieran hacernos creer en esa igualitaria en medios, en reconocimiento institucional, etc. A nivel nacional es claro que no existe, pero a nivel provincial esa realidad se hace mucho más patente a poco que nos fijemos con atención en las diferentes programaciones oficiales que nos llegan desde los distintos puntos de la provincia. Si lo hacemos veremos como la presencia femenina sigue siendo minoritaria y discriminatoria a pesar de que méritos no faltan para que muchas más de las que aparecen pudieran estar presentes. Por eso, empeñada en contribuir a ese proceso de visibilización, me ha resultado muy gratificante encontrarme con similar empeño en una de las escritoras leonesas que actualmente investigo: Manuela López García, poeta berciana a la que llevo dedicando muchos de mis esfuerzos del último año. Entre su obra he encontrado un breve escrito sumamente esclarecedor a la hora de demostrarnos como los esquemas con respecto a la participación de las mujeres no dejan de repetirse en el tiempo. En la última década del siglo XX (hace apenas dos días), siendo presidente de la Casa de León en Madrid Francisco de Cadenas Allende, Conde de Gaviria, parece haber tenido lugar en dicha institución un recital homenaje a la poesía berciana. Y digo parece porque hasta el momento no he encontrado más rastro del mismo que la alusión que a él hace Manuela López, pues la Revista León editada por dicha institución (en la que se reflejaban detalladamente los aconteceres sociales y culturales de la misma) deja de editarse entre 1992 y 1998, privándonos de ese dato, un dato que tampoco logramos rastrear entre las escasas notas que por entonces le dedica este periódico (por entonces bajo la cabecera de La Crónica 16) y las prácticamente nulas del otro periódico provincial. Es con fecha de 18 de junio de 1994 que la poeta dirige al presidente de la Casa una carta en la que deja sentir su malestar por la escasa presencia de poetas bercianas en tal acto literario. Intuimos que el promotor habría de ser el poeta berciano Antonio González-Guerrero, a la sazón vocal de Cultura de la Casa de León y amigo personal de Manuela, lo que le haría más doloroso el olvido, pues recibía asiduamente sus visitas y llamadas y le tiene dedicados varios poemas. ¿Será a uno de los que se refiere cuando en su carta dice: «… me ha extrañado que los señores poetas bercianos que han tomado parte en dicho recital, –algunos tan amigos–, nos hayan ignorado o discriminado», para continuar más adelante «… y es que me duele que al Bierzo, tan paridor de poetas de ambos sexos, se le haya usurpado una parcela tan suya»? Seguramente. La profusa presencia de «poetisas» bercianas del momento que reivindica en su carta, viene avalada por su continua participación en los actos poéticos que por aquel entonces se celebraban en la comarca (la Fiesta de la Poesía de Villafranca del Bierzo y otras muchas) y en las publicaciones literarias que se editaban, por no hablar de la presencia de sus versos y testimonios en programas radiofónicos sumamente populares en la región. Además, algunas como Felisa Rodríguez, Amparo Carballo, Carmina Diñeiro, Isaura Muguet, María Aurea Parra de Nieto, o la propia Manuela López aparecen en la ‘Historia de la Literatura leonesa’, de Francisco Martínez García (1982). Hay otras más jóvenes con poemarios publicados próximas a tal fecha como Carmen Busmayor (‘Poemas de la urgencia’; ‘Memorias y efluvios’; ‘Árbol de carne y luz’; ‘Epístola a Carmen’), Amparo Carballo (‘Tiempos en la misma voz’) o Pilar Blanco (‘Voz primera’). Incluso algunas de ellas se verían posteriormente recogidas en antologías nacionales dedicadas a la voz de las mujeres como ‘Ilimitada voz’, de José Mª Balcells (2003). Todos estos datos hacen presuponer que no se podía achacar a ignorancia la inclusión de un mayor número de mujeres en tal recital, en el que parece solo intervinieron dos nombres femeninos. Una lástima que aún no haya podido localizar la nómina exacta de participantes como tampoco el poema enviado al que alude, aunque ya se sabe que los caminos de la investigación son a veces caprichosos y, por ello, seguiré en el empeño.

La protesta protagonizada por Manuela viene a recordarme la que, con una diferencia de algo más de sesenta años, protagonizaría Concha Méndez cuando, en 1932, Gerardo Diego publicó la primera antología en la que aparecían los miembros de la Generación del 27. Entre ellos no incluyó a ninguna de las mujeres que se codeaban con ellos en todo tipo de actos poéticos y culturales, ni siquiera ella ya por aquel entonces reconocida poeta, dramaturga y editora. Le diría aquello de «Tú nos excluirás, pero yo debajo de esta falda llevo pantalones», llegando a confesar que le caía mal porque «eso no se podía hacer». En la edición posterior de 1934 incluiría a Josefina de la Torre y a Ernestina de Champourcín, una rectificación que a todas luces continuó siendo insuficiente, injusta y machista, sometiendo a quienes fueron sus compañeras de letras a una doble discriminación, por ser modernas y republicanas. En cierta manera dicha discriminación es entendible en función del régimen dictatorial y retrogrado, especialmente con respecto al papel de las mujeres en la sociedad, que durante cuarenta años se le vino encima a este país. Pero ¿cuáles son los argumentos para mantener la discriminación casi veinte años después del retorno de la Democracia a España, esa que denuncia Manuela? ¿cuáles son los argumentos para seguir manteniéndola a día de hoy por mucho que a algunos se les llene la boca con que no es real?

Esta carta encontrada entre los escritos de Manuela López, nos permite recordar que todas las épocas han dado mujeres valientes que han clamando por el derecho a estar en el mismo lugar que los hombres, por un trato igualitario en todos los campos y en diferentes ámbitos; y que también en todas las épocas ha habido y sigue habiendo un claro intento por acallarnos, a veces ofreciéndonos el «caramelo» de un ficticio trato de igualdad al que es fácil seguirle el rastro en muchas de las programaciones y espacios culturales de nuestro día a día. Por todo ello, hoy más que nunca, son necesarios días como el de ayer y PERSONAS valientes que sepan reconocer –y denunciar si es preciso– esa falsa normalidad igualitaria con la que se nos pretende mantenernos calladas.

Y por cierto, si les despierta curiosidad conocer más de cerca a esas escritoras leonesas que anduvieron los senderos del pasado siglo XX, les invitaría a seguir de cerca el curso que la UNED ha puesto en marcha bajo el título ‘Escritoras leonesas del siglo XX. Acercamiento a su realidad’, porque antes de asegurar que no las hay deberíamos agotar todos los caminos para comprobar que una afirmación tan baladí es cierta.
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