Manuel Bonilla, el lutier que hace calefacciones

Vivía y trabajaba en Madrid y, siguiendo lo que le apasiona, como la naturaleza, descubrió la Valduerna leonesa y se enamoró de ella, allí vive y trabaja, allí crea, de guitarras a calefacciones de barro, ladrilllo y arte

Fulgencio Fernández
10/04/2022
 Actualizado a 10/04/2022
El lutier afincado en la Valduerna muestra el sistema de calefacción que está instalado en su casa, aún sin finalizar, "falta mucho barro", explica.  | MAURICIO PEÑA
El lutier afincado en la Valduerna muestra el sistema de calefacción que está instalado en su casa, aún sin finalizar, "falta mucho barro", explica. | MAURICIO PEÑA
Si no sabes lo que es ponerla pasión a tu oficio u ocupación pásate por la Valduerna y escucha un rato al lutier Manuel Bonilla. No hace falta que esté construyendo una guitarra, que es lo suyo, pone la misma pasión si se trata de una calefacción, por ejemplo. O una espada. O un arco, que también son piezas por las que se interesó en un momento de su vida… da igual, todo lo hace con el sello de su pasión.

Si no sabes lo que es viajar hasta el fondo de la curiosidad y el estudio, hasta los mayores secretos que pueda ofrecer cualquier trabajo, pásate por la Valduerna y observa un rato al lutier Manuel Bonilla. Verás cómo para conocer todos los secretos que guarda un trozo de madera hasta convertirse en los sonidos de unas cuerdas está estudiando un enorme libro en el que se suceden complejas fórmulas de física. «Todo es física; se trata de aplicar estas fórmulas y escuchar después». Lo dice tan convencido mientras te enseña largas fórmulas en las que no entiendes nada que no puedes por menos que creerle porque unos minutos antes te explicaba con la misma pasión el novedoso sistema de una calefacción hecha a base de ladrillo refractario, mucho barro (adobe) y dos depósitos metálicos, uno en el interior del otro, que van multiplicando el calor de unos palos que arden en el inicio del sistema. «Ésta calefacción es más compleja porque está pensada para que guarde el calor, es una gozada la casa por las mañanas. En la casa de enfrente, que viví antes, instalé otra más sencilla, no guarda el calor simplemente calienta en el momento»; explica, y después viaja por nuevas explicaciones físicas, que si llega a estar a mil grados pero ya sale a cien (creo recordar que decía) y «lo que es una gozada es sentarse en un banco que haces sobre barro…». Se le nota en la cara.

- Pero, ¿esto lo inventaste tú?
- No hombre. Todo está en Internet. Sólo hay que buscar y aplicar, todo es física.
- ¿Usas mucho Internet?
- No, casi nada, sólo me interesa para estas cosas.

Estas cosas que él llama «menores» pues lo complejo lo estudia en grandes tomos de una selecta biblioteca. Para su oficio de lutier, que abandonó un tiempo, elige un tomo en inglés, idioma que no conocía pero que estudió para entender estas cosas y «a base de diccionarios», añade.

Explica Manuel Bonilla que esas épocas en la que dejó lo de lutier, «porque tienes épocas y si no me engancha lo dejo», se entusiasmó con otras aficiones artesanales, también manuales y vinculadas a la madera. «Primero me dio por hacer espadas, como las antiguas, pero en madera. Y en otra época me interesaron los arcos, me vino muy bien para conocer la madera, sus respuestas y aplicar lo aprendido a las que uso en las guitarras».

Porque, aunque nos hemos ido por las ramas de otros caminos de Bonilla su oficio ‘matriz’ es el de luthier, especialmente de guitarras eléctricas aunque ahora está estudiando a fondo las españolas o clásicas, está en esa fase en la que necesita «entender los sonidos, porqué se producen, cómo salen de determinadas guitarras, escuchar la madera… por ello escucho mucha música y con la mente voy buscando un sonido que escucho, tal vez de fondo, y me meto de lleno a investigarlo».

Por eso está muy ilusionado con el II Encuentro de Lutiers-guitarreros que él mismo organizará en Astorga entre los días 22 y 24 de abril. «Es un lugar para conocernos y, sobre todo, para intercambiar conocimientos, contarnos unos a otros lo que hemos investigado,  aprendido. En la primera edición éramos los cuatro de León y en ésta ya somos 16, gente llegada de lugares muy diferentes» y con especial emoción por ver y escuchar a Marcus Toscano, que ofrecerá un concierto titulado ‘Cien años de guitarra española’ en el que, dice emocionado, «tocará tres guitarras históricas, realmente fascinantes, una de 1851 (José Pernas), otra de 1928  (Domingo Esteso)  y la más cercana de 1953 (Marcelo Barbero)».

Recuerda Manuel Bonilla cómo nació su pasión de luthier, en Madrid. «Me gustaba mucho ese mundo, sobre todo de guitarras eléctricas, pero iba a ver a los artesanos y pasaban sus conocimientos de padres a hijos. Y yo no era su hijo», hasta que uno le dijo que no tenía hijos y me quedé. «Conocí  a Carlos P. Sabrafén, un excelente lutier, y con él reparé y fabriqué sobre todo guitarras eléctricas y bajos».

- ¿Qué época era?
- A principios de los 90. Después pasé a las acústicas tipo ‘Selmer petite bouche’ en el taller de Gerónimo Mateos.
- ¿Y cómo aparece León y Priaranza de la Valduerna en tu vida?
- La pasión por las cosas, ya te he dicho. También me apasiona la naturaleza y el campo, sobre todo del norte. Así llegué a estas tierras y me enamoré de ellas.

Y fue encontrando casas. Instalando una de esa calefacciones que hay que verlas para entenderlas.  Se hizo sus propias herramientas, cepillos que deben dejar la madera al milímetro, música, lecturas… «y arreglar y construir guitarras, después que pase el encuentro de lutiers-guitarreros, que ahora estoy volcado en él».

Nos vamos. Tocamos el barro y los ladrillos de su calefacción. Están calientes. Bonilla sonríe. Trabaja en las brigadas municipales, me gustaría ver algunos de sus arreglos.
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