
- Pero, ¿esto lo inventaste tú?
- No hombre. Todo está en Internet. Sólo hay que buscar y aplicar, todo es física.
- ¿Usas mucho Internet?
- No, casi nada, sólo me interesa para estas cosas.
Estas cosas que él llama «menores» pues lo complejo lo estudia en grandes tomos de una selecta biblioteca. Para su oficio de lutier, que abandonó un tiempo, elige un tomo en inglés, idioma que no conocía pero que estudió para entender estas cosas y «a base de diccionarios», añade.
Explica Manuel Bonilla que esas épocas en la que dejó lo de lutier, «porque tienes épocas y si no me engancha lo dejo», se entusiasmó con otras aficiones artesanales, también manuales y vinculadas a la madera. «Primero me dio por hacer espadas, como las antiguas, pero en madera. Y en otra época me interesaron los arcos, me vino muy bien para conocer la madera, sus respuestas y aplicar lo aprendido a las que uso en las guitarras».
Porque, aunque nos hemos ido por las ramas de otros caminos de Bonilla su oficio ‘matriz’ es el de luthier, especialmente de guitarras eléctricas aunque ahora está estudiando a fondo las españolas o clásicas, está en esa fase en la que necesita «entender los sonidos, porqué se producen, cómo salen de determinadas guitarras, escuchar la madera… por ello escucho mucha música y con la mente voy buscando un sonido que escucho, tal vez de fondo, y me meto de lleno a investigarlo».
Por eso está muy ilusionado con el II Encuentro de Lutiers-guitarreros que él mismo organizará en Astorga entre los días 22 y 24 de abril. «Es un lugar para conocernos y, sobre todo, para intercambiar conocimientos, contarnos unos a otros lo que hemos investigado, aprendido. En la primera edición éramos los cuatro de León y en ésta ya somos 16, gente llegada de lugares muy diferentes» y con especial emoción por ver y escuchar a Marcus Toscano, que ofrecerá un concierto titulado ‘Cien años de guitarra española’ en el que, dice emocionado, «tocará tres guitarras históricas, realmente fascinantes, una de 1851 (José Pernas), otra de 1928 (Domingo Esteso) y la más cercana de 1953 (Marcelo Barbero)».
Recuerda Manuel Bonilla cómo nació su pasión de luthier, en Madrid. «Me gustaba mucho ese mundo, sobre todo de guitarras eléctricas, pero iba a ver a los artesanos y pasaban sus conocimientos de padres a hijos. Y yo no era su hijo», hasta que uno le dijo que no tenía hijos y me quedé. «Conocí a Carlos P. Sabrafén, un excelente lutier, y con él reparé y fabriqué sobre todo guitarras eléctricas y bajos».
- ¿Qué época era?
- A principios de los 90. Después pasé a las acústicas tipo ‘Selmer petite bouche’ en el taller de Gerónimo Mateos.
- ¿Y cómo aparece León y Priaranza de la Valduerna en tu vida?
- La pasión por las cosas, ya te he dicho. También me apasiona la naturaleza y el campo, sobre todo del norte. Así llegué a estas tierras y me enamoré de ellas.
Y fue encontrando casas. Instalando una de esa calefacciones que hay que verlas para entenderlas. Se hizo sus propias herramientas, cepillos que deben dejar la madera al milímetro, música, lecturas… «y arreglar y construir guitarras, después que pase el encuentro de lutiers-guitarreros, que ahora estoy volcado en él».
Nos vamos. Tocamos el barro y los ladrillos de su calefacción. Están calientes. Bonilla sonríe. Trabaja en las brigadas municipales, me gustaría ver algunos de sus arreglos.