– ¿Quiénes son y qué buscan los guardianes de la tradición?
– En el libro se explica con un detalle no exento a ratos de cierta rotundidad, si no quiénes son exactamente esos ‘guardianes’, sí a qué se dedican. Qué es lo que básicamente hacían o siguen haciendo, pues su función principal apenas habría cambiado en las dos últimas décadas. Esa función no es otra que la de ‘autorizar’ lo que debe ‘existir’ o permanecer y ser valorado entre el magma de la ‘cultura popular’, en el sentido de que serán esos ‘guardianes’ los encargados de acreditar la ‘autenticidad’ de lo que se recolecta. Porque tales ‘garantes’ de las tradiciones vienen a decidir, en la práctica selectiva de lo que ha de recogerse, qué es digno de pervivir o seguir existiendo en el conjunto de una cultura para representar al verdadero y único ‘pueblo’.
– ¿Cómo diferenciar entre los que persiguen intereses ocultos y quienes no en la defensa de las tradiciones?
– Al final de la Nota a esta nueva edición, expreso algo que aclara bastante ese asunto. Uno podría pensar que, con una «defensa a ultranza de lo propio», está actuando de forma positiva y hasta progresista frente a determinadas amenazas. Además, no tiene por qué ser erróneo, sino todo lo contrario, el impulso de conocer y reivindicar la propia cultura. Lo que hay que preguntarse es a qué intereses y objetivos –quizá sin pretenderlo– podemos servir, en un momento dado, haciéndolo. Si se conocen trabajos como este mío u otros que le siguieron, la equivocación inocente en la manipulación y transformación de la cultura popular no es tan factible. Se ofrecería o ‘vendería’ algo en lo que en realidad no se está ya creyendo. Pues esa es la raya (la de la consciencia o inconsciencia) que separa una actitud naif y que puede ser bienintencionada, aunque confusa, de la impostura estratégica y contumaz.
– ¿Cuál es la relación entre el populismo cultural y los nacionalismos?
– Hay una relación obvia. A lo largo de las páginas del libro se desmontaban las imposturas de un ‘populismo cultural latente’, por la necesidad de advertir a amplios grupos de la sociedad acerca de sus equivocadas percepciones sobre la ‘cultura’ y lo ‘popular’, ya que por debajo de los disfraces de esa tradición que algunos identificaban como algo progresista, lo que asomaba era el ‘conservadurismo ideológico’ más recalcitrante. Toda construcción nacionalista apela a una cultura propia que suele ser reducida, como punto de partida, a una tradición. La alquimia de este proceso es sencilla: quienes identifican y recuperan a aquella se convierten en valedores de las esencias ancestrales de un pueblo que, por fuerza, está destinado a constituirse en nación y en estado-nación. Desaparecen las clases, las tensiones entre humildes y poderosos, los desequilibrios y luchas internas. El pueblo-nación sería solo ‘uno’; y el culpable de todos los males que aquejan a la sociedad, ‘otro’, ‘los otros’: quienes no son como nosotros, aunque quieran confundirse y mezclarse entre los ‘nuestros’. En esta línea resulta muy revelador que, cuando la extrema derecha ha empezado a impulsar sentimientos abiertamente xenófobos (en paralelo a los desatados por el nacionalismo catalán más furibundo contra los ‘españoles’), se haya invocado como remedio y auxilio a la ‘tradición’, a tradiciones pretendidamente auténticas por arcaicas, rurales y ‘de siempre’. La tradición equivaldría a la cultura y esta al territorio y la nación.


– Después de darle bastantes vueltas, tanto por mi cuenta como mediante consultas a mis editores, colegas y amigos, me pareció que lo más adecuado era conservar la edición de 1999 íntegra, sin trucos, maquillajes, recomposiciones o afeites tardíos, de manera que así pudiera apreciarse qué había dicho entonces y, sobre todo, qué temas o debates abordé y qué términos utilicé para que pudiera apreciarse cómo, luego, serían empleados y a veces desarrollados por otros autores.
– ¿Por qué ha querido añadir un segundo bloque respecto al libro original?
– Ese trabajo tiene mucho de reflexión sobre mis sucesivas aproximaciones al asunto de la manipulación e imposturas en torno a la cultura popular, y de homenaje a algunos colegas. De hecho, surgió como un texto que casi podríamos denominar ‘de encargo’ en que quise mostrar mi reconocimiento –entre otros que allí detallo– a la inmensa y magnífica obra de Margit Frenk. En octubre de 2019, fui invitado a presentar en el IX Congreso Internacional de Lyra Minima en Morelia una de sus conferencias magistrales y elegí el tema que se trata en el libro para mi intervención.
– Además de la Nota a esta edición y la bibliografía final, esta reedición incluye también como novedad un prólogo del catedrático emérito de antropología de la universidad de Chicago, James Fernández McClintock.
– Creo que acierta a encajar muy bien el significado y repercusión del libro tanto en un contexto nacional como más allá de este. Porque parece obvio que si cierto discurso romántico, conservador e interesado sobre lo popular, sigue teniendo tanta aceptación en determinados lugares y ámbitos (casi siempre extraacadémicos) más de cien años después de que sonaran las primeras voces reclamando la ciega santidad del pueblo, es porque no han cambiado lo bastante las condiciones en que se produjo: la sensación por parte de algunas clases medias de hallarse desarraigadas, si no desalojadas en el nuevo orden, la inseguridad y desconfianza ante el futuro, la necesidad de una nueva fe. Persiste aún la inclinación a regresar a un pasado en supuesta armonía social, a la religión, al pueblo (como una especie de religión). Y el culto a ese pueblo plasma y viene a llenar el anhelo romántico de una fe, pero también continúa sirviendo como artimaña desde la que manipular las creaciones mis marginales y menos homologables de la cultura. El libro va de esto: lo que quiere mostrar es que, tras complejas alquimias conceptuales y determinados cambiazos terminológicos, lo que se pretende con el proceso de reducción de ‘cultura’ a ‘tradición’ y de ‘pueblo’ a ‘nación’ es siempre exaltar unas supuestas esencias patrias: cuando no convocar los fantasmas del nacionalismo, la separación y la exclusión.