La muestra, que desde este lunes puede contemplarse en la sede de la Diputación Provincial, amplía notablemente, con la incorporación de nuevos ejemplares, la que tuvo lugar en 2005 en la sede del Colegio Oficial de Arquitectos de León. En esta ocasión se ha completado para poner de relieve desde las distintas corrientes artísticas la lectura interpretativa que se ha hecho, a lo largo de cuatrocientos años, de las aventuras del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.
El vicepresidente de la Diputación, Francisco Castañón, y varios miembros de la corporación provincial asistieron a la inauguración de la exposición ‘Estampas del Quijote’, comisariada por el propietario de la misma, el arquitecto y poeta Luis Carnicero. Castañón quiso agradecer con sus primeras palabras a Carnicero que se haya sumado con su importante colección de ‘Quijotes ilustrados’ a la celebración por parte de la institución provincial del IV Centenario del fallecimiento de Miguel de Cervantes Saavedra, cuyo prólogo tuvo lugar el pasado viernes con la lectura del Quijote por parte de varios miembros de la corporación provincial y de un grupo de niños procedentes de diferentes centros educativos del Bierzo. "Lo que esperamos con esta muestra es poner en valor lo que es la cultura, y saber que en estas paredes, donde muchas veces se discuten distintos aspectos tan mundanos, seamos capaces de reconocernos un poco ‘quijotes’, de creer en la utopía y de que al final ‘desfacer entuertos’ es casi la obligación de todo político", aseguró Castañón, que acto seguido cedió la palabra al comisario de la muestra y propietario de esta valiosísima colección, Luis Carnicero, quien aseguró que el mejor homenaje que se le puede hacer a Cervantes es precisamente esta exposición, "porque Cervantes dice en el prólogo a las ‘Novelas ejemplares’: Ya que no pude tener retrato tendré que valerme de mi pico. No se sabe cómo era la imagen de Cervantes. Se han hecho aproximaciones, aunque en realidad tengo el convencimiento de que la verdadera imagen de Cervantes es la de su ‘alter ego’, Alonso Quijano", destacó el comisario de la muestra.

Durante el recorrido de la exposición, el visitante es testigo de la evolución de los diferentes significados del Quijote, una obra universal que pronto traspasó las fronteras y a la que las imprentas de todo el mundo le añadieron imágenes a fin de favorecer la comprensión de la novela como prolongación de la picaresca. Por ello, puede asegurarse que la ilustración ha contribuido de manera clara al cambio de significados en la lectura de esta obra, con visiones que han ido evolucionando entre lo trágico y lo burlesco, definiendo El Quijote como un monumental retablo, uno más del Barroco, donde se estructura y se explica la vida entre la burla y la melancolía.
Así, pueden verse en la galería del renacentista Palacio de los Guzmanes las primeras estampas sueltas de 1657 realizadas por Savery, la primera edición ilustrada, en español, de 1662 impresa en Bruselas, y la primera impresa en España, que data de 1674 y cuenta con dibujos de Diego de Obregón.
También forman parte de esta exposición la edición española de 1735, con ilustraciones anónimas que utilizaban tacos de madera, y las inglesas de 1738 y 1755, que se benefician de unas espléndidas ilustraciones de inspiración romántica de Vanderbank, Hogart y Haymann, llegando al que se considera el mejor Quijote, el de la Academia de la Lengua de 1780, cuya ambientación se hizo a partir de pinturas de la época de Cervantes. Carnicero está convencido de que la imagen del cuerpo alargado y espiritualizado de Don Quijote, del cual el arquetipo va a ser Doré, ha buscado la inspiración en El Greco. Se incluye también la edición de 1859 realizada en Barcelona con dibujos de Lorenzale y de los hermanos Madrazo que dará paso en 1863 a la aparición de los dibujos de Gustavo Doré, que establece los arquetipos de los personajes del Quijote y cuya influencia llega hasta nuestros días. Los visitantes podrán disfrutar también de la que se considera cumbre del grabado, la de Teodoro Miciano de 1952, o la de Salvador Dalí de 1946.