
Sobre la influencia del cómic y la novela gráfica en su nueva publicación, Luis Artigue reconoce que «amo el género tanto como la cultura canónica y no puedo dejar a ninguna de las dos. Estudié literatura académica en la universidad española, pero le puse los cuernos a la literatura académica empapándome como lector en la oscuridad del ropero de mucha literatura pulp y de género (luego gracias a una beca pasé a estudiar en una universidad norteamericana y allí aprendí que el género también puede ser académico, que lo popular también puede ser culto y que la nueva novela será híbrida o no será)… Amo por eso a ese tipo con gorra marinera, gesto hierático, pendiente de bucanero en la oreja y un cigarro en la boca, hijo de un marinero de Cornualles y de una gitana de Gibraltar, llamado Corto Maltés, el cual me llevó en sus inolvidables paseos por las geografías más exóticas y peligrosas. Y amo el despertar de la atracción hacia el abismo y la seducción del mal que describe Patricia Higsmith en ‘Extraños en un tren’ y muchas otras novelas inquietantes suyas, y amo la novela gótica clásica (‘El manuscrito encontrado en Zaragoza’ de Jan Potocki, por ejemplo) y la gótica moderna de Anne Rice y John Ajvide Lindquist, y amo el realismo visionario de Cortázar y Calvino tanto como la ciencia ficción especulativa de Arthur C. Clarke, la ciencia ficción divertida, ingeniosa y alocada de Fredric Bown y Robert A. Heinlein, y amo a su vez a Cervantes, y San Juan de la Cruz, que también eran a su modo y en su tiempo dos friquis».