La revista Alboral (La Robla escrito al revés hay que recordar) es una de esas publicaciones, también en papel, que van superando los avatares y las dificultades de este tipo de publicaciones. Decir que ya ha visto la luz el número 31 es decir que llevan más de 15 años acudiendo a su cita semestral y eso ya es mucho decir...
Y con optimismo. Así lo cuenta la representante de la Junta Gestora —tal vez uno de los secretos de su éxito, renovarse sin morir— lo apunta en el saluda, que le ha correspondido en esta ocasión a Noemí Suárez Blanco, ‘la niña de los molinos’. Siendo suyo el saludo tiene que ser optimista, y lo es. Cuenta que se rebela contra la expresión habitual del verano en estas tierras que se vacían en invierno: «¿Qué será de vosotros cuando llegue septiembre?», y ella misma la responde: «Aquí lanzo mi reto ¡Hay esperanza» Porque incluso aún hoy, en estos tiempos modernos, las luces de los faros siguen encendidas».

Y mientras ellos siguen preparando el 32 es momento de disfrutar del 31; de esos recuerdos contenidos en las fotos de Ibán Villagrá; los históricos comercios -como la tienda de Rosarito en la memoria de Berto La Vid—, nuevos caleros de la mano de Noemí o un más que merecido homenaje a un grupo que sembró La Robla de cultura y se acerca a los 40 años de andadura (en 2026); se trata de Raíces Roblanas, «un proyecto pionero nacido de la determinación de un grupo de mujeres visionarias que entendieron que preservar las costumbres y tradiciones locales era tan importante como abrir caminos para la mujer en un contexto social que, todavía en aquellos años 80, no terminaba de entender el papel activo y protagonista de las mujeres en el ámbito cultural, laboral y comunitario».
Y muchas colaboraciones más, de todo tipo. Todo menos apagar los faros.