Los sueños también pueden nacer en Camponaraya

El Leonés del Año es mujer y joven y deportista... todo ello es una ‘rara avis’, hasta que llegó ella, acostumbrada a derribar muros, pero no por la fuerza sino por la razón

Fulgencio Fernández
29/04/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Cuando sonó la voz dulce de Lydia fueron muchas las caras que se volvieron hacia el estrado desde el que hablaba. En un auditorio de políticos, habituales de la vida social y, porqué no decirlo, señores mayores pareció extrañarles la voz dulce de una levantadora de pesos, de la mejor del mundo.

Una vez más se habían equivocado al coger la senda de los tópicos. Tal vez les ocurrió que no repararon en que lo que escuchaban era la voz de los sueños, y ésa siempre es dulce.

Prada, A Tope, él, singular —a pesar de que se le escaparon 10 años de las cuentas al llevar la Olimpiada al 82— nos puso en la pista de que los sueños pueden nacer en el portal de Belén o en Camponaraya, sólo hace falta que esté Lydia para soñarlos. Se puede llegar a ser la mejor arrancando desde un lugar que nació incluso sin las históricas espalderas sino con unas barras robadas en un puente y unas latas de sardinasllenas de cemento como pesas. Es igual, si allí llega la voz dulce y la voluntad firme de Lydia.
Y se puede llegar sin olvidar a tu primer entrenador, que allí estaba. Y a cada frase Lydia miraba para su madre —sí, ya sé, también estaba su padre pero una madre... — como para decirle «¿ves cómo valía la pena marchar de casa siendo una niña para conquistar el mundo?». Y la madre sonreía, seguramente quería decir que sí, pero...
Nada más que pudo Lydia dejó la mesa de las autoridades y se fue a la de su madre y su padre y su primer entrenador y Camponaraya y los sueños...

Nada más que pudo se quitó el vestido de la gala y se puso ropa de vida, de la suya, seguramente para ir al gimnasio, el lugar donde se cocinan los sueños que luego dibuja en un corazón.
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