Los dragones de Gaudí (su impronta en León) 1ª parte

Por José María Fernández Chimeno

02/03/2022
 Actualizado a 02/03/2022
Juan Carlos Uriarte (escultura del dragón).
Juan Carlos Uriarte (escultura del dragón).
En los escritos de Carl Gustav Jung se manifiesta que «el concepto freudiano del símbolo regresó a sus orígenes neoplatónicos. Esto se consigue –o así lo parece– fundiendo el reino trascendente de la tradición religiosa con el contenido inefable del inconsciente colectivo que nos habla en acertijos, pero unos acertijos cuya clave nos da nuevamente la sabiduría de los antiguos». (Imágenes simbólicas / E. H. Gombrich).

En la parte norte de la plaza de San Marcelo, el corazón de León, está la estatua de San Jorge y el dragón, lugar de encuentro de jóvenes y mayores. Al verla, los leoneses pueden llegar a pensar que fue erigida en la fachada principal de la Casa Botines como un monumento a los empresarios Mariano Andrés y Simón Fernández (había fallecido antes de su inauguración, el 15 de septiembre de 1893), paladines jorgianos de la revolución industrial –a finales del siglo XIX–, que fomentaban con su empresa textil y de préstamos hipotecarios el progreso y la prosperidad en la ciudad, ante la decadente sociedad rural leonesa. Pocos ciudadanos podrían imaginar que la intención de Antoni Gaudí fuera otra, quizá «la simbólica, que representa la caridad cristiana».

Se dice de Gaudí que fue no solo arquitecto, sino artesano, escultor y pintor; y gran parte de su existo se debe a que integró plenamente las artes estudiadas en la Escuela de Arquitectura de Barcelona como alumno, en formas que procedían de su estudio de la naturaleza: a esto se llama imaginación. Si la naturaleza fue su fuente de inspiración para componer estructuras, la poderosa imaginación, que Gaudí distinguía muy bien de la fantasía, le llevó a crear una arquitectura imaginativa basada en la facultad de columbrar en su mente «formas libres», y luego ser capaz de trasladar estas a la construcción de edificios o esculturas.

Nos faltan las palabras del propio arquitecto catalán para dar por zanjado el asunto, pues son muchos los dragones representados en sus obras arquitectónicas; quizá los más conocidos sean el de la cubierta de la casa Batlló y el de la verja de la Finca Güell, pero en ambos casos se resalta «el mal» y se omite la figura que representa la bondad cristiana (San Jorge). Para añadir otro «motivo de discusión», diremos que en la fachada principal de la Casa Botines, el profesor de Historia del Arte de la ULE, César García Álvarez, ha puesto de manifiesto en su libro 'Gaudí, Símbolos del éxtasis', que la escultura solo es la parte visible de un iceberg, donde subyace todo un complejo programa simbólico, en el que «el tejado está cubierto de tejas en forma de escamas y parece tener el espinazo de un dragón, la verja serían las garras y la puerta representa las fauces abiertas del animal devorando con sus afilados dientes a un león, en una clara referencia a la arquitectura maya tan popular en la época», así como decenas de cabezas de dragón con la boca entreabierta camufladas bajo las agujas que rematan las cuatro torres del edificio. Y resalto lo de «motivo de discusión», no por qué no sea cierta la existencia de tan maravillosa metáfora draconiana, sino, porque la opinión de Gaudí fue un enigma entre sus más fieles colaboradores; pues, en los más de 33 años transcurridos hasta su muerte (1893-1926), nada dejó escrito.Quien sí nos ha dejado recientemente su opinión es el escultor leonés Amancio Glez. La simbología del dragón que «representa el mal porque en este caso tiene cautiva a la princesa que representa al pueblo inocente, la lanza que sirve de intermediación entre los dos mundos no es otra cosa que el instrumento del que se sirve el bien para derrotar su enemigo, la ciencia o la medicina –nos dice Amancio, e insiste–. Este proyecto (expuesto ante el Hospital Universitario de León) en el que se vuelve a representar al mítico San Jorge y el Dragón no es más que un recurso alegórico sobre la siempre presente batalla entre el bien y el mal. [ver artículo de LNC, titulado: ‘Un año en la vida de los sanitarios leoneses (1895)’. (26-05-21)].Amancio es el último de una serie de escultores leoneses que han utilizado la simbología de San Jorge y el dragón, desde que Lorenzo Matamala pergeñara la escultura en escayola, en Barcelona (luego se esculpiría en piedra de Gerona por Toni Cantó y se trasladaría por ferrocarril hasta León). No obstante, es difícil buscar las razones por las que desde el año 1893 se ha instalado en el inconsciente colectivo leonés la imagen del dragón (el símbolo más antiguo que los otros de la leyenda; pues nunca tuvo raigambre en el Reino de León, donde Santiago y San Isidoro eran los guías espirituales que conducían a la batalla a los caballeros leoneses).Aun así, es obligado reconocer que la imagen simbólica del dragón (del latín draco) que abarca diferentes simbolismos, acordes con las diferentes culturas, ha cobrado protagonismo en la provincia de León tras el paso de Gaudí por estas tierras, y son numerosos los escultores, es el caso de Juan Carlos Uriarte que han añadido a su amplio repertorio escultórico la figura del dragón, ya sea de una forma simbólica o realista. Es por tal motivo que, llegados a este punto, me siento en la obligación de satisfacer la curiosidad de los lectores con una pregunta directa, tras conocer que en alguna de sus exposiciones, como la realizada en la Fundación Carriegos -donde se inspiró en animales mitológicos, como el Unicornio o el Dragón; en un claro homenaje al arquitecto Gaudí- se representa el dragón.

La escultura de «San Jorge y el dragón de la Casa de los Botines, en León, se aleja de la mera representación del patrón de Cataluña, para adquirir una autentica significación simbólica, la de la victoria de la justicia sobre la opresión». (Gaudí y el panorama arquitectónico de finales de siglo XIX / Inmaculada Rodríguez Cunill. Revista Liceus, Nº 2). Si para Gaudí fue la religión, para Luis Mateo Diez «la ocurrencia que tuvo Uriarte de forjar un dragón, y no uno cualquiera sino, de acuerdo a sus desatadas ambiciones artísticas, uno que recuerda al mismísimo dragón de San Jorge…» (Exposición ‘A nuestro modo’ / 2005), responde a otros registros figurativos.

–¿Cuál te parece, como escultor, que pudo ser el motivo (quizá diferente a los arriba descritos) por el que Gaudí eligió colocar en la fachada principal la simbología de San Jorge y el dragón?
–«Como escultor, lo único que puedo plasmar, al margen del motivo religioso que lo causó, es la maravillosa resolución del volumen impactante que se puede visionar a través del tiempo, sin que pierda un ápice de interés, aun sabiendo que no es la pieza original».

–En el caso de la escultura de Uriarte: ¿Qué otros motivos de la simbología de Gaudí (pues hay numerosos en la Sagrada Familia o el Parque Güell) has elegido o elegirías como inspiración?
–«Es tal la admiración que tengo por Gaudí, que me costaría decidirme por alguno en estos momentos. Cualquiera de las piezas del parque Güell –la salamandra- me sirve de inspiración».

–¿Hasta qué punto cree que sigue siendo Gaudí un referente para los artistas leoneses; ya sea en la arquitectura, la escultura, la pintura o incluso en la literatura? Y, de ser cierto –es el caso de Amancio o el tuyo–, ¿crees que hay más artistas leoneses que estén influenciados por su obra?
–«Gaudí siempre será un referente. Mi serie de Gárgolas y el Dragón de San Jorge, no están solamente inspirados en Gaudí, sino que se realizaron con algunas partes inservibles de la rejería de Botines. Me consta que hay muchos artistas leoneses con la misma admiración por Gaudí que siento yo».
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