El lobo, el más politizado y el que más pasiones levanta

El lobo ibérico tiene que estar presente en un recorrido por las especies más emblemáticas de nuestra provincia, inevitable y justo; aunque solo pronunciar su nombre ya despierta controversia

Jorge Escanciano
04/08/2025
 Actualizado a 04/08/2025
Pareja alfa en Robledo de Sanabria. | JORGE ESCANCIANO
Pareja alfa en Robledo de Sanabria. | JORGE ESCANCIANO

Ha llegado por fin la hora de hablar del lobo, sin duda alguna el animal que más pasiones levanta y el más politizado. Voy a intentar tratar este artículo como todos los demás: comenzaré hablando del animal, su hábitat, comportamiento, etc, y terminaré comentando lo que a mi me apasiona sobre él. No obstante, estoy seguro de que gran parte de los lectores ya conocen, o creen conocer, algunas de las cosas que os voy a contar. Como siempre que se habla del lobo, el tema va a levantar ampollas ya que su sola mención tiene la capacidad de enfrentarnos; parece que el mero hecho de hablar de él fuera un ataque directo a sus detractores. 

El lobo ibérico (Canis lupus signatus) es una subespecie de lobo endémica de la Península Ibérica. Es de tamaño medio, si lo comparamos con los lobos de Norteamérica o del Norte de Europa, alcanzando los machos un máximo de 50kg de peso y hasta unos 40kg las hembras. En su pelaje podemos distinguir unas franjas longitudinales oscuras o negras cubriendo la parte frontal de sus patas delanteras, una mancha oscura en la cruz y otra a lo largo de la cola. Este conjunto de manchas le dan el nombre de "signatus", que en latín significa "marcado".

Viven en manada, aunque la manera correcta de denominarlo sería grupo familiar, puesto que eso es lo que son, una familia. La cantidad de miembros del grupo familiar varía según el territorio y la cantidad de alimento disponible, desde simplemente 2, la pareja reproductora, hasta superar los 10 miembros. Es importante realizar este conteo a finales del invierno, antes del periodo de cría, ya que comenzado éste,el grupo familiar aumentará sensiblemente con los nuevos retoños.

Vive en el norte de la península, en el sur es testimonial. JORGE ESCANCIANO
Vive en el norte de la península, en el sur es testimonial. | JORGE ESCANCIANO

Únicamente la hembra reproductora, la que tradicionalmente se ha denominado como hembra alfa tendrá cachorros, aunque se han dado excepciones. Los amamantará durante algo menos de 2 meses, momento en el que comenzarán a probar la carne y serán alimentados por todo el grupo familiar.

Históricamente sus poblaciones se distribuían por toda la Península, aunque en la actualidad su presencia en la mitad Sur es prácticamente testimonial y se trata de grupos familiares muy fragmentados.

Se alimenta principalmente de ungulados silvestres como corzos, ciervos y jabalíes, aunque en zonas donde estos escasean puede sobrevivir alimentándose de presas más pequeñas como conejos e incluso topillos. Si se presenta la ocasión, no desperdiciará una buena carroña.

También se alimenta, ocasionalmente, de ganado doméstico, y de ahí surge el principal conflicto con el ser humano. Los ataques al ganado dependen de muchos factores: de la situación de los lobos, de la del ganado y del territorio en el que se encuentren.

Nada tienen que ver los Picos de Europa, donde el ganado se dispersa con facilidad, con Tierra de Campos, por ejemplo; en esta última es más fácil realizar una labor de pastoreo que mantenga a los animales juntos. Y es que está demostrado que el pastoreo es fundamental para evitar ataques, siendo la presencia humana el mejor recurso disuasorio contra los lobos.

La ganadería en extensivo, como es lógico, sufre más ataques que cuando se realiza un sistema intensivo y es la época de paridera la más susceptible a los mismos, especialmente cuando los animales no están estabulados y paren en cualquier lugar del monte, siendo mucho más vulnerables en ese momento.

La provincia con más ataques de lobo en la Comunidad es, curiosamente, la que cuenta con menor presencia de lobos, Ávila. Y esto es un punto fundamental que debemos comprender para afrontar esta problemática de la manera correcta: más lobos no implica más ataques. Son los grupos familiares débiles o desestructurados y los lobos solitarios en dispersión los que realizan más ataques al ganado, puesto que no son capaces de enfrentarse y abatir a un ciervo o un jabalí.

El lobo es un animal muy inteligente y capaz de adaptarse como pocos.JORGE ESCANCIANOo
El lobo es un animal muy inteligente y capaz de adaptarse como pocos. |  JORGE ESCANCIANO

Es por ello que en la provincia de Ávila se supera con creces el número de ataques en relación a las demás. A ello le sumamos que las medidas de protección frente a estos ataques (mastines, vallados, pastoreo) son muy escasas todavía puesto que el lobo había desaparecido casi por completo en la provincia.

El ejemplo positivo lo tenemos en la Sierra de la Culebra, zona tradicionalmente lobera donde la convivencia es casi perfecta, sin apenas ataques, pese a contar con la mayor densidad de lobos de la península. Allí las manadas son fuertes y se alimentan casi exclusivamente de grandes ungulados silvestres y las ganaderías cuentan con todas las medidas de protección, además de realizarse la labor de pastoreo.

Lo que a mí más me llama la atención de esta situación, más allá de lo politizada que está, es nuestra manera de entender la naturaleza. Cuando entramos en conflicto con ella no solemos preguntarnos qué debemos hacer nosotros para adaptarnos y resolver ese conflicto, sino que nos centramos en cómo podemos gestionar y adaptar la naturaleza a nuestras necesidades. Gestión y control son las palabras que utilizamos cuando en realidad deberíamos estar hablando de educación, manejo, convivencia y compensación, esta última justa y a tiempo.

El lobo es un animal increíble que se encuentra en casi cualquier lugar del mundo, inteligente y capaz de adaptarse como pocos. Cruzarse con uno es algo que nunca se olvida; algo en su mirada nos despierta un antiguo instinto, casi olvidado, que nos eriza los pelos de la nuca y hace que las piernas dejen de funcionar.

Nunca me cansaré de observarlo y de intentar fotografiarlo, pese a que en estas lides siempre lleve las de perder.

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