También hablaba la canción de Los Cardiacos, que describe muy bien algunas de las características del Toisón (muchas veces se decía Toison, sin acento en la o) y de las chicas que lo frecuentaban. Y es cierto que no había nada como las chicas del Toisón. Por un lado estaban las más jóvenes, atraídas por la fama de ‘ambiente peligroso’ que había cobrado la sala; estas jovencitas solían estar arracimas, mirando con ojos enormes a los ‘tipos malos’ que por allí pululaban mientras susurraban…, pero también hacían ojitos a los más jovenzuelos. Y luego estaban otras chicas algo mayores y resabiadas que formaban parte de las diversas pandillas que cada noche ‘fichaban’ en el Toisón. Unas y otras eran ‘sus’ chicas, ingenuas o más expertas en asuntos nocturnos. Y es que este era uno de los factores que diferenciaban esta disco de otras: podía uno toparse con lo candoroso y con lo peligroso.

No podía faltar, como dicen Cardiacos, «un poquito de sangre cada noche»; y en una de éstas se produjo «un tiro al aire», con lo que el local fue cerrado, o sea, le dieron «una pausa de seis meses». En realidad no había palos o pelea cada noche, aunque cuando los había, el suceso iba de boca en boca: ‘yo estaba allí y pasó esto y esto’, presumían algunos, pero cuando el oyente se convertía en informador contaba una versión agrandada, y luego más…, con lo queal final daba la impresión de que el Toisón era Troya todas las noches. Y no, la mayoría sólo había ‘marcha’, buen rollo, humo, música atronadora e incluso “inmoralidad”. Pero algunas veces sí que hubo gresca, sangre y tiro al aire; aquella noche se produjo un enfrentamiento entre unos facinerosos y un policía con pistola, forcejearon, él sacó la pipa y tiró al techo, pero los otros se lanzaron sobre él y consiguieron quitarle el arma..., el resto ya fue ajeno al Toisón. Tal vez por ello, y por la reputación de local problemático, gran parte del personal acudía confiando en que un misterio, un suceso único convirtiera esa noche en algo que quedara inmortalizado en el verso de una canción.
Pero el Toisón era más y dio para mucho más. En torno a su pista de baile se produjeron encendidos debates que enfrentaron el rock del pasado y las nuevas formas de la llamada new wave; ‘aquello son marchas militares’, decían unos, ‘lo de ahora son auténticas babosadas’, decían otros. No faltaban los descuideros que estaban pendientes de abrigos, bolsos o cualquier cosa sin vigilancia; ni los que entraban en conversación, se ganaban la confianza del ingenuo/a.y se las arreglaban para que les dejaran ‘ver’ ese anillo tan bonito, ese reloj tan chulo que, inevitablemente, caía al suelo y luego no había forma de encontrarlo; ni algún ‘aprovechao’ que, como si fuera el portero, se ponía al otro lado de los cortinones y les pedía la entrada a las chicas …, y las más ingenuas se la daban.
La mayoría de los fieles del Toisón iban simplemente a buscar amigas, a conocer chicos y, por supuesto, a bailar.