"Las de las perras siempre eran las mujeres, buenas pagadoras"

Manuel fue minero, ganadero y, sobre todo, albañil. Trabajó por casi toda la provincia y dice que en la montaña eran buenos pagadores pero, en todas partes, "las de las perras eran siempre las mujeres, salían con la faltriquera y a pagar"

Fulgencio Fernández
20/02/2022
 Actualizado a 27/02/2022
Manuel Sierra Linacero, de Ranedo de Curueño, 90 años, ha sido albañil, minero y, dice él, un pionero de la cosa tecnológica en la comarca. | MAURICIO PEÑA
Manuel Sierra Linacero, de Ranedo de Curueño, 90 años, ha sido albañil, minero y, dice él, un pionero de la cosa tecnológica en la comarca. | MAURICIO PEÑA
Un paisano de 90años (más o menos) casi siempre es una novela. Y, además, algunos la cuentan ellos mismos con mucho ingenio y hasta gracia. Filósofos sin obra publicada pero vivida.

En Ranedo de Curueño, a lo alto del pueblo, en una casa muy soleada y con un jardín que es un zoo de animales de cemento, no hay una novela, allí viven dos: Manuel y Antonio, de noventa años ambos, cuñados, con historias parecidas pero diferentes, coincide que ambos fueron mineros un tiempo y trabajaron para el recordado médico ‘don Ricardo Tascón’, al que unas veces llaman con el respetuoso don y otras lo dejan en el cercano Ricardito, mostrando seguramente las dos facetas de este singular médicoy empresario minero.

Manuel fue fundamentalmente albañil, Antonio ganadero. Pero, en ambos casos, los dos son mucho más.

Manuel, hoy vamos con él, es una caja de sorpresas, nada más ver la cámara de Mauri se fija en ella: "Una Nikon, tú sí que sabes, son las mejores, yo tuve tres de esas, buenísimas, las primeras las pedía a Barcelona, a un comercio que había en la calle Cardedeu, las pagaba a letras... no se si al final las pagaba todas", dice con cara de pícaro. "Cuando veía que ya les costaba más venir a por el aparato que lo que todavía me quedaba por pagar me lo cogía de descuento".

- ¿Te gusta la fotografía?
- Mucho, no te digo que por ahí andan las cámaras, y otras que regalé a los sobrinos. Yo soy muy tecnológico, todos los primeros aparatos que llegaron por esta comarca los traje yo, los pedía allí , a la calle Cardedeu de Barcelona".
- Pero, ¿qué aparatos?
- Todos los primeros. Una gramola, después el primer tocadiscos de aquellos de discos de pizarra, el primer magnetófono, una máquina de películas y los primeros televisiores que hubo todo por aquí.

El anecdotario ‘tecnológico’ de Manuel es muy amplio. Recuerda detalles increíbles, como los precios de cada uno de los aparatos: "El tocadiscos me costó 4.000, pesetas claro, euros no, de los años 70; pero el magnetófono ya me costó 60.000, pesetas claro, qué se yo cuántas letras. Me acuerdo que ponía por fuera Superportable 808, era muy bueno, hablaba como que estuviera aquí sentado a la mesa con nosotros".

La anécdota de la máquina de cine tiene mucha gracia. "Resulta que llegó la máquina y traía una película. Poníamos el cartucho y no se veía nada, ¡menudo cisco!, que nos han engañado, yo decía que no, que son serios... Hasta que miramos en la caja y el fondo venían ocho películas, muy buenas, que sí se veían. Y es que la que poníamos era una para grabar, que no tenía nada, ¿cómo lo íbamos a ver?".

Recuerda que proyectaba las películas en el Casino e iba todo el pueblo, apagaban las luces y "aquello parecía un tenebrario".

Yo compraba todo lo que anunciaban, las cámaras de fotos, tocadiscos, magnetófonos, gramolas... tengo de todo por casa, lo pedía a una casa de Barcelona, en la calle CardedeuUn hombre tan tecnológico como Manuel no podía permanecer ajeno a la llegada de la televisión, también tuvo una de las primeras de la comarca, por letras, pero los inicios del mundo de la tele no fueron muy fáciles. "Lo que anduve averiguando para que se viera algo. Puse en lo alto del monte una antena enorme, pero claro, había que bajar un cable de un kilómetro y al ser tan largo se perdía mucha señal, aquella tele no iba ni a hachazos. Las vueltas que di, hasta que más o menos se veía la imagen".

Y se pregunta y pregunta: "¿Tú sabes lo que era tener un televisor entonces? ¿Y de 23 pulgadas comoel mío? Se metían en la cocina para verlo hasta 26 personas, andamiaos unos por encima de los otros"; explica Manuel mientras pone una cara de disfrutar recordándolo que lo dice todo.

Pero, además, Manuel siempre fue buen negociante tecnológico y además de disfrutar de las primeras televisiones aprovechaba su presencia en tantos pueblos para extender la presencia del artefacto. "Igual vendí diez televisiones por toda esta comarca".

- ¿De la calle Cardedeu?
- No. Hombre, de esas cosas ya había en León, las pedía a Eibarresa y las instalábamos...



Manuel se coloca los blancos cabellos rebeldes debajo de su gorro de lana, que le quieren dar una visera que le queda mejor pero se rebela, "a mi me gusta esta". Y se la vuelve a poner.

- A ver, Manuel, pero habíamos quedado en que eras albañil y, hasta ahora, de poner ladrillos y hacer pared no hemos dicho ni palabra.
- Será que quedé cansado, que hasta hace tres o cuatro años seguí haciendo cosas de albañilería.
- ¿Eras bueno?
- A la fuerza. Fui albañil muchos años, quitando aquellos que estuve en la mina de don Ricardo, y albañil había sido mi padre, Marcial Sierra, y mi abuelo, y mi tío Basilio Sierra, El Rubio de Ranedo, que fue alcalde y uno de los mejores luchadores que se recuerdan por todos estos pueblos, era capaz de tirar a cualquiera, aunque a veces también lo tiraban sin razón.

Recuerda Manuel cómo, con todos esos antecedentes, tenía que ser albañil. "Éramos una cuadrilla de doce o catorce, todos de la familia, que entonces era así, ahora ya ni hay familias ni hay nada. Trabajamos por todos estos pueblos, unos cuántos años en las Cuevas de Valporquero, cuando las estaban preparando para visitarlas, qué se yo".

Éramos una cuadrilla de 12 ó 14 albañiles de la familia que albañil fue mi padre y mi abuelo, y el tío Basilio. Para la montaña eran buenos pagadores, salía la mujer con la faltriqueraJamás se le olvida un pinche que tuvo, un ‘rapaz’ de 14 ó 15 años que la madre me dijo que lo llevara conmigo, que era muy trasto. "Y lo llevé, era muy dispuesto, se llama Óscar Campillo, creo que es muy listo; ya se lo decía yo, tú estudia, que de hacer cemento no vas a vivir".

- Decías que ibais para la Montaña también.
- Sí, mucho. Te voy a decir lo que pasaba, por aquí abajo la verdad es que nos dejaron algúnbarro, trabajos sin cobrar que alguno cuando paso por delante todavía me llevan los demonios, pero allí para la zona aquella de Redipollos y Cofiñal y todosaquellos pueblos pagaban como bancos, pero siempre las mujeres. Se acababa la obra y aparecía la mujerina con la faltriquera y hasta el último céntimo, qué buenas pagadoras eran.

Cuenta Manuel que siguió hasta no hace muchos años trabajando, "chapuzas aquí por la casa y a los vecinos... Bueno, hicimos esta casa donde vivimos bien orientada, aquí arriba, que da gusto cuando le da el sol... aunque a mi me gusta bajar hasta la casa de los padres y estar allí ratos, que la casa de uno siempre es la casa de uno, tiene algo, los recuerdos, lo que allí se vivió, pero claro, las comodidades están aquí".

Y después de contarlo, acariciar a un gato, mirar por la ventana que se ve todo el pueblo, vuelve a la carga: "¿Entonces siempre trabajas con Nikon? Cómo se nota que eres profesional".
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