‘Las Cainejinas’: Las nietas del mito que realizaron su misma gesta

Isabel Pérez y Teófila Gao, primas y nietas de El Cainejo, realizaron una gesta aún más complicada que la de su abuelo pues realizaron la misma subida que él, al Naranjo de Bulnes o el Urriello, pero siendo casi unas niñas

25/02/2024
 Actualizado a 25/02/2024
Montaje realizado por Ana Isabel Martínez de Paz para explicar la ascensión de María Isabel Pérez, la primera mujer en ascender el Naranjo.
Montaje realizado por Ana Isabel Martínez de Paz para explicar la ascensión de María Isabel Pérez, la primera mujer en ascender el Naranjo.

El libro de las gestas, si existiera, recoge en los primeros días del mes de agosto de 1904 la ascensión del primer hombre a la cima del Urriello (o Naranjo de Bulnes) y le pone nombre: el noble Pedro Pidal y Bernaldo de Quirós, Marqués de Villaviciosa. Alguna crónica y los recuerdos del marqués citan que llegó acompañado de un lugareño, Gregorio Pérez Demaría, vecino de Caín y conocido allí por ‘El Atreviu’. Un apodo que lo dice casi todo. 

Un siglo después, el 5 de agosto de 2004, se repitieron los actos en recuerdo de aquella gesta y en esta ocasión, con toda justicia, se suceden los recuerdos, artículos y homenajes a un personaje imprescindible en la gesta del marqués: Gregorio Pérez, que ahora ya tiene otro apodo ‘para el mundo’: El Cainejo, jugando con el nombre de su pueblo. 

Quedaron claros los méritos de Gregorio que, por cierto, murió despeñado, ahondando en la leyenda del lugar: «Los cainejos no mueren, se despeñan». Se reconocieron sus méritos pero... unos años más tarde (en 1935) se repitió la misma gesta y hasta se podría decir con más mérito, menos medios (el marqués iba bien equipado) y, además protagonizadas por dos casi niñas, contra viento y marea y en unos tiempos en lo que no era nada fácil ser mujer —y ya no te digo montañera— en Valdeón. Eran ellas María Teresa Pérez Pérez y Teófila Gao Pérez, con muchas cosas en común. Eran primas y nietas de El Cainejo y fueron las primeras mujeres en ascender al mismo ‘picu’ del abuelo. Teresa el 31 de julio de 1935 y Teófila el  6 de agosto del mismo año. Y si la una fue la primera, la otra, Teófila, lo hizo casi en las mismas fechas y era aún más joven (17 años frente a los 18 de su prima) y sin cuerdas. 

Imagen Imagen 11 2ª ascensión al Naranjo
Tan solo una semanas después de su prima repitió la gesta, sin cuerdas Teófila Gao Pérez.

Ana Isabel Martínez de Paz, montañera que ha hecho esta misma ascensión más de 100 veces y estudiosa de la presencia de la mujer en la montaña, recuerda estas dos ascensiones: «La primera en ascender fue María Isabel Pérez, el 31 de julio de 1935, por la vía del Paso Horizontal, en la cara sur, en compañía de  su tío y del guía Alfonso Martínez. Subió con 18 años, y utilizaron la cuerda para asegurarse en algún paso determinado» y una semana más tarde lo hizo la otra nieta: «La segunda mujer en ascender será Teófila Gao Pérez, el 6 de agosto de 1935. Subirá por el Paso Horizontal, con su padre y con dos vecinos de Bulnes, con la particularidad de que no se aseguran con la cuerda, porque no la tienen. Descienden por el mismo itinerario. En una conversación con Teófila, el 5 de agosto de 2004, en la conmemoración del centenario de la primera subida al Naranjo celebrada en Caín, me comentó que “de pequeña, no había árbol ni piedra que se me resistiese’».

Es necesario ponerse en el contexto de la época, la citada Martínez de Paz pone en valor la gesta: «La hazaña que realizaron estas mujeres es indescriptible, ya que tuvieron que superar barreras físicas, pero, sobre todo, mentales y sociales. Son mujeres de corazones valientes, de gran fortaleza de ánimo y seguras de sí mismas, transgresoras de los cánones encorsetados de la época que les tocó vivir, y que fueron capaces de hacer lo que realmente quisieron hacer.  Estas dos heroínas han pasado desapercibidas en la historia, por el desconocimiento de la gente sobre estas pioneras de la escalada y, además, los medios de comunicación de la época no se hicieron eco de tal proeza, porque no pertenecían a una clase social acomodada y, además, eran mujeres, hecho que, para la mayor parte de las mentes, resultaba indecoroso para la condición femenina».

Así vivieron en el injusto anonimato de la historia pero sí viven en el recuerdo de las gentes del valle, inolvidables cainejinas como se hizo inolvidable su abuelo.  

¿Qué llevó a estas dos jóvenes a ascender al Picu? Es muy curiosa la respuesta. Y orgullosa. En el libro ‘Ciento y Picos’, editado por La Nueva Crónica, se recoge este desencadenante para Teresa y Teófila. «La respuesta está en una mujer llamada Margot Molles, una de las deportistas más completas del siglo XX. Tuvo una estrecha relación con el Club de Montaña Peñalara de Madrid, cuyos miembros la animaron a intentar subir al Naranjo. Seguramente Alfonso Martínez, guía por excelencia del Club Peñalara, llevó esta noticia a Caín, lo que, al igual que ocurrió en la primera escalada, hizo que se apresuraran a subir al Naranjo antes que una mujer de fuera».

Increíble la historia de estas dos jóvenes de las que cabe esperar, cuando menos, que en el aún lejano 2035 se pongan en valor sus nombres como en 2004 ocurrió con su abuelo. 
 

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