"La tierra en el alma, el viento en el pelo, el ganado en el corazón"

Ganaderas en Red es un grupo de mujeres de diversas provincias con importante presencia leonesa que han aprovechado las facilidades que ofrece Internet para coordinarse, mantenerse en contacto, organizar encuentros y reivindicar esa igualdad que tan difícil resulta en este oficio

Fulgencio Fernández
06/03/2017
 Actualizado a 14/09/2019
Foto de familia de una de las primeras reuniones de ‘Ganaderas en Red’.
Foto de familia de una de las primeras reuniones de ‘Ganaderas en Red’.
Se definen como «mujeres de tierra, viento y ganado», se han bautizado como Ganaderas en Red y explican los motivos de esa definición: «La tierra en el alma, el viento en el pelo y el ganado en el corazón».

Son mujeres jóvenes, ganaderas de diversas provincias con importante presencia de leonesas y con un denominador común: «Nos gusta ser lo que somos, ganaderas». Una de ellas, la leonesa Arancha, con un rebaño de 1400 ovejas en Llamas de la Ribera lo tiene muy claro: «No somos renegadas, no estamos con el ganado porque no hay otra cosa, nos gusta, pero también hay muchas cosas que creemos que podemos, y debemos, mejorar. En ello estamos».

Fue duro que en la primera reunión alguna tuviera que deshacer la maleta para quedar con el ganado o los hijos, el sentimiento de culpa Utilizan la Red para mantenerse en contacto, –«dialogamos mientras pastoreamos», bromea Arancha– pero también están organizando encuentros para analizar su problemática específica y las soluciones que imaginan. «Somos pastoras y ganaderas de extensivo de pequeños pueblos con vocación y ganas de caminar juntas un largo y emocionante trayecto», explican en su declaración de intenciones estas mujeres de provincias como Almería, Badajoz, Zamora, Logroño, Madrid, Cáceres o León.

La primera de las reuniones convocadas hace tan solo unas semanas —curiosamente en Madrid, el polo opuesto de sus vidas diarias— les puso en bandeja algunos de los problemas que deberán abordar, pero no lo debatido allí, la simple convocatoria: «Nos produjo mucha tristeza comprobar que algunas de las que habían mostrado su intención de acudir finalmente tuvieron que deshacer la maleta antes de coger el tren para quedarse en casa cuidando del ganado o la familia; volver a ser conscientes de que nuestra enorme capacidad de trabajo y esfuerzo convive con el permanente complejo de culpabilidad por soñar unas horas sin cargas».

Las que sí pudieron acudir a la capital de España fueron sumando las ideas de cada una de las asistentes, otras que aportaron algunas de las que no pudieron acudir y, sin desánimo, fueron conscientes de la cantidad de asuntos que deben abordar; alguno muy curioso, como el hecho de que pese a ser un grupo de ganaderas en Red «en algunos de nuestros pueblos, «Internet es una verdadera castaña, va muy mal» y la leonesa Arancha habla de una de las utilidades de la Red: «Yo paso muchas horas en el campo con el rebaño y, además de los perros, el primer entretenimiento es leer libros en Internet, me encanta leer y me resulta de gran utilidad».

Sabemos qué queremos, subir nuestra estima, combatir el machismo, cambiar el lenguaje, que sean las vacas de María y no las de Felipe... Pero ése sólo es uno de los problemas, la nómina de los que abordaron y tienen en ‘lista de espera’ para ir afrontándolos no es corta, ni mucho menos: «Fuimos abordando temas humanos, como mujeres, junto asuntos laborales, de nuestros oficios. Y así saltamos de la intensa reivindicación de nuestro espacio como mujeres en el mundo ganadero, con la tuberculosis de las cabras; la invisibilidad de las pastoras, con la compleja burocracia que nos persigue; la fuerza de nuestros poemas colectivos con la debilidad en solitario; la alegría de estar juntas y debatir tranquilas, con la tristeza por las que no pudieron ir; nuestra falta de autoestima y el sentimiento de inferioridad, con el reconocimiento de una fortaleza innata; la seguridad de sabernos el motor que da vida al mundo rural, con la frustración por nuestra frecuente ausencia en los espacios donde se decide su futuro; la ilusión y capacidad de adaptación a los cambios con la absurda confusión social e institucional entre la ganadería intensiva y la extensiva... queremos ser protagonistas de nuestras vidas».

Fue enriquecedora la convivencia de las aprendizas de pastoras recién llegadas a la Sierra con las maestras ganaderas. Debatieron largo y tendido, pusieron blanco sobre negro algunas ideas que tienen muy claras, por las que van a trabajar en nuevas reuniones. «Sabemos que lo queremos hacer juntas, sabemos que en red subirá la autoestima, ganaremos confianza, combatiremos el machismo, aprenderemos otras formas de educar a nuestros hijos e hijas, cambiaremos el lenguaje y serán las vacas de María y no las de Felipe, ganaremos seguridad mediante la formación, cogeremos valor, superaremos el sentimiento de culpa cada vez que salgamos fuera o dediquemos un tiempo para nosotras, seremos autocríticas y perseverantes. Seremos nosotras».

Y para que todo fuera verdad cerraron el encuentro con un poema colectivo.
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