La magia que habita entre las marionetas

Begoña García forma parte del tándem Etcétera Marionetas junto a Miguel, su compañero de arte y trabajo, que tiene su centro de operaciones en el pequeño pueblo maragato de Murias de Rechivaldo

Mercedes G. Rojo
30/10/2018
 Actualizado a 18/09/2019
Begoña García trabajando en una de sus marionetas.
Begoña García trabajando en una de sus marionetas.
"La gente las compra y nos abrazan y se llevan la marioneta encantados, como un tesorín. Eso es lo que más me gusta de mi trabajo, que logramos transmitir emociones". (Begoña García. Marionetista)

Hubo un tiempo en que León se convertía en la capital del mundo de las marionetas a través del Festival Internacional de Títeres. En aquel entonces, diversos escenarios de la ciudad abrían sus plateas a espectáculos de títeres para público infantil y adulto que nos encandilaban con su magia, provenientes de muy diversas partes del mundo. Algo deben de tener estas manifestaciones artísticas para haber acompañado al ser humano prácticamente a lo largo de toda su existencia, estando presentes en las más diversas culturas y regalándonos a través de sus puestas en escena no solo hermosas historias sino las más delicadas de las artes a la hora de construir esos personajes que simbólicamente nos representan tanto a los humanos como al mundo que nos rodea, en la más amplia concepción del mismo. Sin duda un pequeño mundo mágico capaz de arrancarnos tantos momentos de sonrisas e incluso de lágrimas.

En este especial camino artístico situamos a nuestra protagonista de hoy: Begoña García (Madrid, 1966); de profesión, marionetista; en su faceta de constructora. Begoña forma parte del tándem Etcétera Marionetas junto a Miguel, su compañero de arte y trabajo, y, asentados en el pueblecito maragato de Murias de Rechivaldo de dónde ella desciende, reparten desde hace ya más de veinticinco años la magia de sus personajes por todo el mundo, pues sus creaciones tienen una clientela especialmente internacional. Las marionetas que salen de sus manos no son unas marionetas cualquiera; son piezas únicas, de diferentes tamaños, que transmiten a través de sus ojos, de la expresión de sus rostros y sus manos, de sus cuidados ropajes, todo un mundo de sugerentes historias, como las que acontecen en los relatos de ‘Las mil y una noches’, o en las historias recogidas en las tradiciones chinas, japonesas o de cualquier otro exótico lugar. Tener una en tu casa es un auténtico privilegio, es disfrutar de una pequeña obra de arte que te traslada cada vez que la miras a distintos mundos, a diferentes historias; contar con algo muy exclusivo que a veces se convierte en protagonista de situaciones muy especiales.

Formada en la Escuela de Arte de Madrid y especializada en Orfebrería, Joyería y Esmaltes, no será hasta que termine su carrera y se traslade a Altea, donde ya la esperaba Miguel, que se acerque al mundo de las marionetas que él ya llevaba un año trabajando en un taller que comparte con artistas de otras disciplinas, en un momento en el que la localidad bullía de creación artística. Begoña se incorpora inmediatamente al taller y descubre en esta nueva tarea tal pasión que abandona su especialidad en aras de la misma para crear junto a Miguel ese proyecto que es Etcétera marionetas y que más que un trabajo constituye para ambos un modo de vida. Hablo en plural porque las piezas que salen de este taller son la conjunción del esfuerzo creativo de dos mentes y cuatro manos, ideadas y trabajadas a partir de una compenetración total entre ambos: Miguel modela y pinta y Begoña hace los trajes, tiñe las fibras naturales para los cabellos, selecciona con mimo cada tela, cada detalle…, una tarea a través de la cual también contribuye a la creación del personaje; y lo hace con tal preciosismo que podría decirse que aplica en ello la influencia del mundo de la orfebrería, la joyería y los esmaltes, en el que se formó. «Cuando Miguel acaba una cara, la cojo entre las manos, la miro a los ojos y veo el personaje que hay en la pieza, entonces la completo», dice. Y así surgen esas creaciones en las que ambos ponen tanto sí mismos (hay clientes que incluso han llegado a decirles que sus piezas se les parecen), en las que la pasta de papel con la que están realizadas nos da la sensación de la más fina cerámica; y el ropaje que las acompaña está tan cuidado que convierte cada una de las piezas en algo único, una pequeña «joya», resultado del minucioso y personalizado proceso de cada una de ellas, con días de trabajo para ambos hasta conseguir lo que verdaderamente quieren: obras especiales y únicas en las que Begoña reconoce ponen «dedicación plena y cariño, son casi como hijos». Su resultado: «no sé,–dice– creo que nuestras marionetas transmiten algo; no dejan indiferente a nadie, o te encantan o te impresionan. La gente que las compra se enamora de ellas, nos dicen que tienen vida propia, que miran...».

Una vez más nuestras tierras leonesas nos muestran la capacidad que tienen para, a pesar de todo, atraer hacia ellas a artistas que crean desde aquí para todo el mundo. No dejemos de descubrirlos.
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