Otra niña, María José Baena, de 14 años y que vivían en la localidad almeriense de Laujar de Andarax , cuidaba de sus padres inválidos y ancianos, también de un hermano enfermo de 24 años y vivía con ellos una anciana tía, viuda, que poco podía ayudar y a la que había que cuidar. María José era quien lo hacía y además se encargaba de las tareas de la casa e, incluso, trabajaba en otrascasas para llevar dinero a casa. Y no faltaba al colegio con buenas notas.
Se podría seguir con muchos ejemplos pues este exitoso programa, que veían millones de espectadores, estuvo en antena desde principios de los sesenta (1963) hasta mediados de los 70, presentado por quien se convirtió en la estrella de la época, Joaquín Peláez. En la primera edición se llamó ‘Todo para los chicos’.

Y entre los llamados ‘Niños Plus Ultra’, conocidos en todo el país y cuya elección era seguida por millones de personas, también hubo una leonesa, la niña que todos querían estar en su lugar cuando fue elegida Niña Plus Ultra 1975. Era Rosa María Martínez, que convirtió en normal un comportamiento absolutamente extraordinario. Rosa María vivía en la Ciudad Residencial Infantil de San Cayetano, que en aquellas años 60 y 70 acogía a niños huérfanos o con grandes dificultades familiares, y en este centro‘la niña plus ultra’ se volcaba cada día, sin que nadie se lo hubiera encargado, en cuidar de una amiga que tenía Síndrome de Down.
Al hecho ya de por sí extraordinario de dedicar el tiempo libre a cuidar de una amiga había otro que conquistó tanto al jurado del premio como antes a quienes habían decidido presentarla, la naturalidad con la que la niña lo hacía, impropia de esas edades. Ya se ha dicho un par de veces la expresión «cuidar de una amiga» y en ella reside buena parte del secreto del comportamiento de Rosa María, que incluso al recibir el galardón insistía en que «es algo normal, es mi amiga y la cuido». Normal para ella, la niña que convertía en normal lo extraordinario.
Y tan normal para ella que nunca más quiso «sacar pecho» por esta acción y prefirió mantenerse en el anonimato pese a ser consciente de quehabía sido una de las niñas más admiradas por los españoles.
Lo que sí pudo disfrutar Rosa María es de los premios que acarreaba el reconocimiento, vinculados a los patrocinadores: la Confederación Española de Cajas de Ahorro, e Iberia. La compañía aérea los paseaba por todos los aeropuertos españoles, especialmente de las ciudades con otrosniños Plus Ultra de ediciones anteriores, eran recibidos en todas partes y en un viaje a Italia también lo hacía el Papa, en el caso de la leonesa fue Pablo VI quien la recibió en el Vaticano. También el régimen aprovechaba el tirón de los niños y Franco los recibía cada año.
Para darse cuenta de la trascendencia de aquel programa y los viajes de los niños, que eran portada de los periódicos en todas las ciudades que visitaban basta recordar que actuaron para ellos artistas tan conocidos Julio Iglesias, Camilo Sexto...
Para Rosa María lo más emotivo le esperaba en León. La ciudad se volcó, las autoridades se sumaron, se organizó un gran festival en San Cayetano para el que se pusieron autobuses gratuitos… y ahí apareció la verdadera niña especial. Insistía en que no había hecho «nada que no fuera lógico, nada que una amiga no hiciera por otra».