Con un tamaño que ronda el metro y una envergadura de alas entre 150 y 175 cm, no es fácil que pase desapercibida.

A pesar de estar presente en todos los ríos de la provincia, no es una nidificante demasiado abundante.
En invierno sin embargo la población aumenta con los ejemplares procedentes del norte de Europa.
La garza real anida en colonias en arboles de gran tamaño. Con el paso de los años llegan a secar el árbol que las sustenta debido a la gran cantidad de excrementos que pueden generar tantos ejemplares juntos.
Las garzas reales que frecuentan el tramo del Bernesga a su paso por la capital, son bastante confiadas y aguantan bastante bien la cercana presencia humana. Sin embargo cuando se desplazan aguas arriba sorprende que esos mismos ejemplares no toleren de la misma forma nuestra cercanía y aumenten la distancia de seguridad de forma tan notable. Y es que los animales en general saben que en el interior de las ciudades los peligros son mucho menores.
Pero las garzas no solo frecuentan las orillas de los ríos. Es muy habitual verlas en prados encharcados en época de riego en busca de ratones, topillos y otros pequeños animales, que se ven forzados a salir de sus madrigueras a causa del agua. También están presentes en todas las lagunas y charcas de cierta dimensión, así como en pantanos y balsas de riego.