"La Cabrera pertenece al mito"

Andrés Martínez Oria presenta este jueves en León su última obra, ‘Flores de hinojo’ (Eolas), un libro de viajes por la comarca leonesa de la Cabrera

Fulgencio Fernández
02/05/2019
 Actualizado a 19/09/2019
Andrés Martínez Oria sigue construyendo una sólida carrera literaria en varios géneros; uno de ellos el libro de viajes, como ‘Flores de hinojo’.
Andrés Martínez Oria sigue construyendo una sólida carrera literaria en varios géneros; uno de ellos el libro de viajes, como ‘Flores de hinojo’.
Si el viajero apuntó a la Cabrera fue quizá por la atracción irresistible que ejercen sobre los soñadores esos lugares apartados y un poco secretos, llenos de pequeñas historias dignas de ser recordadas». Con estas palabras iniciales del libro ‘Flores de hinojo’ explica su autor, Andrés Martínez Oria, la decisión de escribir este libro de viajes por esta comarca leonesa, un recorrido que realizó en el año 2003 y que ve la luz ahora. Este jueves lo presenta (a las 19.30 horas) en la Biblioteca  Padre Isla.

- Nuevo libro de flores, nuevo libro de viajes de Andrés Martínez Oria.
- ‘Flores de hinojo’ es realmente el primero de los libros de viaje incluidos bajo el nombre genérico de ‘Flores’ y al que también pertenecen ‘Flores de malva’, sobre la Sequeda, ‘Flor de saúco’, sobre los Ancares, y ‘Flor de cantueso’, sobre Maragatería, este último, inédito.

- ¿Porqué el hinojo para esta comarca?
-  La referencia a las flores tiene que ver, lógicamente, con el itinerario  y la intención del autor. La humildad de la planta, la abundancia y algún valor simbólico que se pudiera encontrar.

- En un libro de viajes por Cabrera, escrito desde Astorga, por un profesor... ¿no hay un recuerdo para Ramón Carnicer y su inolvidable ‘Donde las Hurdes se llaman Cabrera?
- La Cabrera ha sido un territorio perteneciente al mito desde el recordado libro de Ramón Carnicer, sin duda uno de los mejores relatos de nuestra literatura. El libro de Carnicer siempre me ha causado una gran admiración desde que lo leí por primera vez en los años setenta. Lo considero (con el Viaje a la Alcarria de Cela y Campos de Níjar de J. Goytisolo), la cumbre de nuestros libros de viajes, género no demasiado cultivado entre nosotros.

- ¿Algún otro referente antes de lanzarse a recorrer la Cabrera?
- El libro de Carnicer estuvo en el origen del viaje, aunque el motivo desencadenante fue en realidad un artículo del periodista astorgano J. A. Carro Celada sobre el sargento Ferreras, sus memorias, la persecución de Girón, y el libro del guerrillero Quico, sobre el mismo asunto. Todo eso despierta una especie de obsesión por recorrer la comarca siguiendo, aguas arriba, el curso del río Cabrera, como hiciera Carnicer cuatro décadas atrás.  

- Hay otros nombres y otras leyendas  vinculadas a esta comarca, como Girón, el maquis; un nombre que ya aparece en una de las primeras conversaciones de ‘Flores de hinojo’, con Marcelino (Marzán), el singular dueño de la Ferraría de Pombriego.
- Un gran conversador, pasé horas de agradable conversación con él. Cierto que la Cabrera ya había unido su nombre a Girón desde que fuera el lugar preferente de sus andanzas, uno de los maquis más destacados y conocidos de la posguerra. Un ‘matrimonio’ que se sumaba a otros muchos alicientes, además del paisaje abrupto y ese halo de territorio irredento.

- Escribe en las primeras lineas del libro que iba hacia una tierra llena de historias que merecen ser contadas ¿Encontró  tantas como había imaginado?
- Por supuesto. Siguiendo el recorrido a través del libro van apareciendo muchas otras historias que se van sucediendo hasta formar el conjunto. Casi todas son historias del pasado, porque el presente, debido al drama de la despoblación, no propicia demasiadas novedades, pero también las hay, claro. Sobre todo, la pequeña historia cotidiana de la gente que aún se mantiene ahí y el caminante se fue encontrando de camino. Mujerinas entrañables, personajes dicharacheros con historias sorprendentes o dolorosas, recuerdos de maestros y curas;  y personajes de significación especial en la Cabrera.

- Hay algo nuevo en la comarca que no existía en el viaje de Carnicer, las canteras de pizarra. En un momento del inicio del viaje ya se cruza con los camiones de las pizarreras, lo que parecía la salvación económica de la Cabrera ¿Lo fue?
- Las pizarreras han sido una solución económica puntual, pero no sé si duradera. No han fijado población, salvo en La Baña, y los beneficios tampoco han revertido mayoritariamente en la zona; además de perjudicar al paisaje, el agua del río y demás. Así que no es extraño que algunos las vean con malos ojos y otros, en cambio, las defiendan. habría que plantearse los aspectos negativos, para minimizar daños. Pero tampoco se ha querido caer en arbitrismos fáciles (soluciones fáciles a problemas difíciles).  

- ¿Qué fue lo que más le sorprendió del viaje?
- Lo que me conmovió fue el abandono de pueblos como Santalavilla, Llamas, Saceda, Nogar, Castrohinojo, Trabazos, Losadilla. Esa sensación de mundo perdido, con todas su historias y vivencias caídas en el olvido. Esos cementerios de aldea, de los que hablaba Unamuno, abandonados.

- ¿Algún personaje?
- Si tengo que quedarme con uno, sería Isaac, el de La Baña. Pero hay tantas vidas insignificantes que resultaban realmente conmovedoras. La hermana de Clemente, por ejemplo, en Trabazos; apenas una pincelada de vida huyendo hacia el olvido definitivo. Esas cosas eran las que más me conmovían. La mujerina que acariciaba a su gato de abril en Vega de Yeres. la historia de Delia, parisina de Pombriego, o Edi, el único niño que vi.

- ¿Algún momento?
- Un instante prodigioso fue la noche estrellada vista desde Quintanilla de Losada como al alcance de la mano. Jamás vi una noche tan limpia y brillante. Como fue también conmovedor saber que había hablado, sin conciencia de ello, con una mujer que había estado en el grupo de Girón. Y, desde luego, la conversación con el hombre de Santa Eulalia, hoy fallecido, como alguno más de los que figuran en el relato (Luisa, la vaquera de Saceda, Lucía, la de Castrohinojo, doña Olimpia, Clemente, el de Trabazos, y quizá otros que ignoro); el hombre de Santa Eulalia, cuyo nombre omito, por el miedo que le asaltó a última hora, creyó poder identificar a uno de los que acompañaban a Cañueto, el que mató al guerrillero Girón, en la noche terrible de Santa Eulalia, donde asesinaron, con tortura incluida, a un hombre y una mujer.

- Total, que sí había historias.
- Claro, historias tremendas al lado de otras hilarantes y desenfadadas es lo  que va construyendo el tejido del viaje, que viene a ser algo parecido al tejido de la vida. La vida como viaje, siguiendo el curso de un río, remontando sus aguas hasta los orígenes. Intentando explicarnos así el sentido de la propia vida. Que no es nada fácil.
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