Aquel vídeo, que llegó a todos los rincones y recibió oleadas de solidaridad, abrió para Edilberto una nueva etapa en su vida, curiosamente no en la ligada a la ganadería sino en sus aficiones, que no eran nuevas pues el joven cabreirés ya era un activo miembro del grupo de danzas de su pueblo, Aires de Cabrera. Edilberto, que ya había hecho otros trabajos, en canteras por ejemplo, encontró en su rebaño de cabras la posibilidad de quedarse en su tierra, algo "que siempre he deseado".

Al margen de los cientos de llamadas y reportajes en todos los medios de comunicación para interesarse por aquella injusta situación; la realidad es que desde entonces el joven cabrero de Pombriego ha protagonizado dos vídeos musicales de la serie Son de León, del Instituto Leonés de Cultura; ha protagonizado un documental de David Vázquez sobre su vida, que se proyectó hace unos días en Puentede Domingo Flórez y fue premiado en un certamen en Zamora y también es el protagonista de uno de los capítulos de un precioso libro, ‘Cuaderno de últimas voces. Historias de vida del Poniente y la Raya’, del que son autores José Luis Gutiérrez y Leticia Ruifernández; un volumen ilustrado en el que Edilberto narra en primera persona: "No, no es que me guste, a mí el ganado me tiene que gustar, lo que me gusta de verdad es andar de xolda, pero como me veo viviendo por aquí, el ganado, como trabajar la tierra, me tiene que gustar, porque quiero vivir en mi pueblo, y me gustaría vivir aquí arriba, donde me crie".
Un joven cabreirés de Pombriego con las ideas claras, como se muestra también en el documental ’El último de Arganeo’, del realizador gallego David Vázquez, en el que Edilberto se presenta con estas palabras: "Yo soy del país, soy cabreirés, soy de aiquí. Y yo tengo orgullo y tengo amor por mis tradiciones y por mis cosas…".
Un joven cabreirés de Pombriego que, seguramente, no se imaginaba el mundo que se le abría ante sus ojos cuando un tremendo cabreo por una injusticia le llevó a grabar un vídeo para denunciar que "cuatro caciques...".
Justicia poética le llaman a eso.