Uno de los personajes reales que alimenta la ficción de ‘La lluvia amarilla’ es María, una mujer que vivían sola en la localidad leonesa de Ruidelamas, perteneciente al municipio de Balboa. Cuando Julio Llamazares visitó a esta mujer le dijo una frase que el escritor no olvidó:«La noche queda para quien es».
Las últimas frases de la novela, el remate de la misma, dicen: «Y, cuando todos estén juntos, junto a las viejas tapias del caserón quemado, se volverán al tiempo para ver cómo la noche se apodera un día más de las casas y los árboles de Ainielle, mientras alguno de ellos se santigua de nuevo murmurando en voz baja: La noche queda para quien es».
María, que ya cumplió un siglo de vida, vive en la actualidad en Vega de Valcarce con una hija. Hasta allí se acercó Julio Llamazares para visitarla y llevarle un libro, cuya dedicatoria es todo un reconocimiento al regalo que en forma de frase le hizo María hace más de treinta años: «Para María, que me regaló la mejor frase de este libro»; que, siendo La lluvia amarilla, es mucho decir.
Quedaba una sorpresa más, la de ver unidas las manos de María y las de la foto de la portada del libro.
Míralas. Sorprendente, o no.
