Juan Carlos Vázquez: "Quería que las páginas oliesen a yodo o a sal"

El periodista y escritor asturiano afincado en León presentó este lunes en Madrid su primera novela, ‘Los nombres de los barcos’, ganadora del Premio Felipe Trigo, que ha editado la Fundación José Manuel Lara

Joaquín Revuelta
14/11/2018
 Actualizado a 16/09/2019
El autor, Juan Carlos Vázquez, a la entrada del restaurante madrileño donde este martes tuvo lugar la presentación de su primera novela editada por la Fundación José Manuel Lara.
El autor, Juan Carlos Vázquez, a la entrada del restaurante madrileño donde este martes tuvo lugar la presentación de su primera novela editada por la Fundación José Manuel Lara.
La obra ganadora del Premio de Novela Felipe Trigo, ‘Los nombres de los barcos’, de la que es autor el periodista y escritor asturiano residente en León, Juan Carlos Vázquez, fue presentada este martes en el Restaurante Saporem de Madrid, donde el autor estuvo acompañado por representantes de la Fundación José Manuel Lara, que se ha hecho cargo de la edición. La novela de Vázquez –que tiene el mar como escenario de la vida y también de la literatura– es, en palabras de la editorial, «una original combinación del género negro (donde no faltan la intriga y el suspense) con la atmósfera de los diarios de navegantes y de las legendarias narraciones de Stevenson, London y Conrad, además de ser un homenaje a la novela de aventuras».

– Ha pasado casi un año desde que se hizo público el fallo del Premio de Novela Felipe Trigo hasta su presentación oficial que ha tenido lugar ayer en un conocido restaurante de la capital de España. No sé cómo ha vivido estos meses, si con ansiedad, con ilusión, con incertidumbre...
– Pues con un poco de todo, porque la verdad ha pasado un año prácticamente desde que se anunciara el fallo del premio, un año muy bonito que recordaré siempre pero que se me ha hecho muy largo. Ya tenía ganas de tener la novela en las manos y sobre todo de que empiece a navegar, a hacer su camino, porque un libro no nace hasta que lo tienen los lectores.

– No es muy normal en los premios literarios un periodo de transición tan largo entre la publicación del fallo del certamen y la presentación ante los medios de la obra ganadora.– Yo tampoco soy un experto, pero parece ser que no es lo habitual. Lo que pasa es que este premio gira en torno a una gala que tiene lugar el último viernes de noviembre, donde el jurado da a conocer el ganador de ese año y presenta el libro del ganador del año anterior, con lo cual pasa un año entre que conoces que has sido el ganador y que el libro sale finalmente a la calle. – Ignoro si es usted un habitual de los certámenes literarios y si tiene publicaciones guardadas en el cajón que suele presentar de vez en cuando a este tipo de convocatorias. – No soy ni mucho menos un habitual a este tipo de certámenes. Me he presentado a dos y en uno quedé finalista y en este lo gané, además con la misma novela. Por su temática, la envié primero a un certamen de novela marítima que se llama Nostromo y lo convoca el Museo Marítimo de Barcelona junto a otras entidades. Ahí quedó finalista. A raíz de eso, alguna gente me pidió que se la dejara leer, porque cometí el error de no dársela a corregir a nadie. Y la novela tenía algunos errores graves de estructura. Pensé entonces que si había quedado finalista incluso con esas limitaciones será que no es tan mala. Tras hacer algunas modificaciones que no afectaban a la historia pero sí a la estructura y a la caracterización de algún personaje que es cierto que no funcionaba, me animé a presentarla al Premio de Novela Felipe Trigo con la suerte de que resultó ganadora. – No sé cómo fue la génesis de ‘Los nombres de los barcos’. ¿Qué le llevó a urdir esta historia que aúna el relato de intriga con la larga tradición de la literatura de aventuras de ambiente marino? – Bueno, yo creo que ‘Los nombres de los barcos’ empezó a calar casi cuando siendo un bebé me llevaron por primera vez a la playa en Asturias. El mar siempre me ha fascinado. Desde que tengo memoria, el mar siempre ha ejercido sobre mí una atracción muy fuerte. Es una cosa casi de embrujo, como el fuego. Eso por una parte. Luego está la lectura, porque hubo una época de mi vida en que me dio por leer todo lo relacionado con el mar. Diarios de navegantes, los clásicos, por supuesto, de Stevenson, London, Conrad... y otros contemporáneos como Patrick O’Brian, incluso tratados. Yo creo que ahí fue cuando pensé, aunque no fuera de forma consciente, que a mí me gustaría escribir una historia donde el protagonista fuera el mar, que oliera a mar. Yo creo que ahí fue donde estuvo el germen del libro. – Además, ha rodeado la novela de misterio e intriga. No sé si es un género que también le gusta cultivar como escritor. – Yo creo que la trama de thriller policiaco casi es una disculpa para que en la historia aparezca el mar. De hecho, esa trama del robo de dos cuadros en el Museo Thyssen se desarrolla frente a la estatua de Neptuno y además las pinturas son dos célebres marinas de Winslow Homer y Edward Hopper. – ¿Su escritura se podría calificar de visual en el sentido de que ‘Los nombres de los barcos’ podría llegar a tener una fácil traslación al lenguaje cinematográfico? – Es curioso que me digas esto porque, sin ser yo consciente de ello, ya me lo han dicho varias personas. Una de las personas que leyó el último borrador, Narcís Serra, que es un escritor catalán amigo mío, fue el primero que me hizo este comentario. Luego también me lo dijo el editor de la Fundación José Manuel Lara. Es curioso porque me da la sensación de que la novela está estructurada por escenas, como si fuese un guión audiovisual. La verdad es que luego pensándolo puede ser que sí, pero no ha sido algo premeditado. Yo creo que es más bien porque nuestra generación tiene una estructura mental audiovisual. Las historias las vemos en imágenes y en escenas. – ¿La redacción de ‘Los nombres de los barcos’ fue un proceso rápido o realmente le llevó su tiempo?– Ha tenido varios periodos de reposar en barrica. No ha sido rápido ni mucho menos. Una persona que se dedica solo a escribir lo normal es que emplee como mínimo dos años en escribir una novela. Con lo cual si tienes un trabajo que te lleva muchas horas y solo le puedes dedicar los fines de semana y periodos vacacionales, la verdad es que ha sido todo menos rápido. No llevo la cuenta pero creo que me ha llevado diez años o incluso más. – ¿Qué le ha resultado más difícil de lograr, la trama de la historia o la caracterización de los personajes?
– Perfilar los personajes es un arte que descubrí como periodista. Los personajes los he creado un poco como el doctor Frankenstein, cogiendo partes de personajes de otras novelas en cuanto a carácter o aspectos de una persona que conozco, rasgos físicos, algún tic. Eso es todo un arte que descubrí escribiendo ‘Los nombres de los barcos’. Pero yo creo que lo que más me ha costado, también es donde más esfuerzo puse porque era lo que yo quería que fuese la esencia de la novela, ha sido crear las sensaciones, los olores, los sentimientos que se tienen navegando. Mi intención es que alguien, aunque nunca se haya subido en un barco, pueda hacerse una idea lo más fiel posible de lo que puede sentir un marino en medio de un temporal, con un barco viejo que se está partiendo en dos, sabiendo que tienes 400 o 500 metros de agua debajo de ti, que solo te separa de ese abismo los tres centímetros del casco del barco. Quería, sobre todo eso, que las páginas oliesen a yodo o a sal.

– ¿Qué libro a su juicio es el que mejor ha sabido reflejar esos ambientes relacionados con la profesión de marino o la vida en el mar?
– Son muchos, pero si me tengo que quedar con uno solo elegiría ‘Tifón’, de Joseph Conrad, que considero el gran maestro. Luego hay una novela que se debería reeditar porque se encuentra muy mal y en el mercado de segunda mano está carísima. Me refiero a ‘Mar cruel’, de Nicholas Monsarrat, que narra las escoltas de los barcos mercantes aliados que eran atacados por los submarinos alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Es sublime. Tienes que dejar de leerla a veces porque te provoca verdadera angustia.

– ¿Qué va a suponer la consecución de este importante galardón en la futura carrera literaria de Juan Carlos Vázquez?
– Eso el tiempo lo dirá a partir de ahora. Esto es nuevo para mí y es muy bonito, pero no sé en qué va a quedar. Lo que está claro es que ha supuesto un empujón de ánimo para seguir. Yo tenía un par de historias en el cajón y sobre todo una que me ilusiona mucho y esto me anima a darle un empujón y a intentar sacarla adelante. No lo sé, pero a lo mejor este premio ayuda a que la segunda sea más fácil editarla. Estoy con una historia que además tiene mucho que ver con nuestra tierra y que también quiero que evoque unos ambientes que son desconocidos incluso para quienes vivimos al lado de ello, como es la minería.

– ¿Ya ha podido notar ese mayor interés por parte de las editoriales?
– Yo de momento estoy viviendo este periodo que es muy bonito y especial. Es algo que no voy a olvidar nunca, pero la repercusión real que pueda llegar a tener de cara al futuro la desconozco. Hay que ir paso a paso.

– ¿Tras la presentación en Madrid, cuál va a ser la hoja de ruta de ‘Los nombres de los barcos’ y cuándo podrá presentarse en León?
– Este martes se presentó en Madrid a los medios de comunicación y el día 22 de noviembre será la puesta de largo en Villanueva de la Serena, donde me harán entrega del premio. Tengo muchas ganar de conocer el lugar y de darles las gracias a los organizadores del certamen. A partir de ahí la siguiente escala tiene que ser León. En concreto será el 29 de noviembre en la sala de ámbito cultural de El Corte Inglés de León. Creo que los dos mejores momentos para los lanzamientos editoriales son la primavera de cara al verano, que es uno de los periodos del año en que más se lee, y el otoño de cara a la Navidad, por lo que considero que es un buen momento para que ‘Los nombres de los barcos’ se encuentre con los lectores, que siempre es la finalidad última de cualquier libro.
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