La entrevista a José Luis Garci era una asignatura pendiente que este cronista venía arrastrando desde que comenzó la carrera de informador cinematográfico en los tiempos en los que la Academia de Hollywood tuvo a bien conceder a ‘Volver a empezar’ el primer Oscar de la historia a una película dialogada en la lengua de Cervantes. El hecho de hacerlo ahora obedece a varios motivos, tanto de índole sentimental como periodístico, los primeros vinculados a personas como mi padre Zacarías, que en el tramo final de su vida veía a diario en el televisor del salón de casa ‘Asignatura pendiente’ por las mañanas y ‘El abuelo’ por las tardes, o mi amigo Benigno Castro, que admiraba profundamente al cineasta madrileño y que en los ya lejanos tiempos del Cine Club Universitario de León, cuya azarosa historia viene recogida en el libro ‘Ven y mira’ (Reino de Cordelia), le dedicó un homenaje con la exhibición de ‘Solos en la madrugada’ y los cortometrajes ‘Alfonso Sánchez’ y ‘Tiempo de gente acobardada’ dentro de la IV Semana de Cine que sirvió para inaugurar la sala de la Escuela de Empresariales.
Pero como decía, también existen motivos informativos que me han llevado a contactar con José Luis Garci, uno de especial relevancia como es el homenaje que la Filmoteca Española le dedica desde el pasado jueves con una completa retrospectiva de su obra como director, guionista y actor ocasional con el título ‘Vidas de repuesto’ y que se complementa con la exposición ‘Garcine. 40 años del primer Oscar a una película en lengua española’ auspiciada desde el Ayuntamiento de Madrid a través del Centro de Cultura Contemporánea Condeduque y que contará con la edición de un libro coordinado por Luis Alberto de Cuenca.
El hecho de que la Filmoteca Española le dedique una completa retrospectiva a su obra me lleva a preguntarle si en su formación como espectador de cine, que se desarrolla principalmente en la infancia y la adolescencia, la Filmoteca y los cine clubs de la época jugaron un papel importante o si en su caso fueron más bien los programas dobles en los cines de barrio y más tarde los estrenos en locales de la Gran Vía. «Cuando yo era chaval la Filmoteca prácticamente no existía. Por otro lado, no había libros de cine como ahora, como mucho una Historia del Cine de Ángel Zúñiga o algunos libros de Carlos Fernández Cuenca, pero no había mucho, la verdad. Yo era de cine comercial, de cines de barrio con programas dobles a base de películas de Hollywood, lo que ahora se llama cine clásico. Ese era el cine que veía. El cine extranjero era el francés, el italiano, el inglés. El cine de Hollywood para mí era como el cine español. Además, como venía doblado no había prácticamente ninguna diferencia. Todo venía doblado, también el cine italiano, pero yo he sido más del cine de Hollywood, lo que no quiere decir por supuesto que siempre que podía acudía a los cine clubs, incluso luego ya empecé a presentar películas y a escribir programas para cine clubs de Madrid. Éramos devoradores de películas, cinéfilos nómadas a los que les gustaba descubrir películas en los cines de Cuatro Caminos o de Vallecas. Donde ponían una película interesante, ahí caíamos», apunta Garci, que reconoce que en la sesión continua era igual si llegabas empezada la película que enseguida te ponías en situación «porque las películas entonces tenían una exposición de relato maravilloso».
La maldición de Tutankamón
José Luis Garci muestra su sorpresa cuando le comento que en los premios anuales que concede el Museo Liceo Egipcio de León correspondientes al año 2022 su nombre figura en el apartado de Artes Plásticas y Visuales. «Yo de esto no tengo ni idea, pero ojo con la maldición de Tutankamón. A ver si vamos a ir allí y algunos caen envenenado al respirar el aire del local cuando se abra», bromea Garci, que pese a que nadie le ha comunicado nada aún respecto al premio reconoce la fascinación que le provoca el Antiguo Egipto. «Una de las películas que más me han gustado es ‘Los diez mandamientos’ de Cecil B. de Mille, sin olvidar ‘Tierra de faraones’ de Howard Hawks con guion de Faulkner o ‘Sinuhé, el egipcio’ de Michael Curtiz. Y una incluso que hizo el director polaco Jerzy Kawalerowicz titulada ‘Faraón’. ‘Sinuhé, el egipcio’ de Mika Waltari es una de las cien novelas favoritas de mi vida y que más veces he leído», confiesa Garci, que también elogia la adaptación que hizo Michael Curtiz para la Fox y que rodó en el gran formato de Cinemascope.
Al hilo de la actualidad, no puedo dejar de preguntar a José Luis Garci si le sorprendió la vuelta de Víctor Erice después de treinta años del estreno de ‘El sol del membrillo’ con una obra testamentaria que habla de la identidad, de la memoria, del poder evocador de las 24 imágenes por segundo, de los pioneros y maestros del séptimo arte, materiales que también asocio con su cine. También comento a Garci que en una entrevista le oí decir que si volviera a dirigir le gustaría hacer un autorretrato, que es lo que de alguna manera ha hecho Víctor Erice al incorporar a la trama de ‘Cerrar los ojos’ una especie de alter ego. «No he visto la película de Víctor, pero te diré que yo estoy ya metido en ese proyecto del autorretrato. He rodado algunas cosas y próximamente tengo que ir al Museo del Prado y al Parque del Retiro a filmar varias escenas. Pero no tengo ni idea. No he visto la película de Víctor, pero supongo que será estupenda, como todas las que ha hecho. Te adelanto que yo no tengo actores y por lo que tengo entendido Erice sí recurre a intérpretes. En mi proyecto pretendo contar mi llegada al cine, mi llegada a la vida, mis padres, no lo sé, es difícil de explicar».
Una vida de repuesto
Fernán Gómez, genio y figura
Comento a Garci que entre las muchas entrevistas a personalidades del cine español que he podido realizar a lo largo de mis años de ejercicio periodístico guardo un especial recuerdo de la larga conversación mantenida en el Hostal de San Marcos de León con Fernando Fernán Gómez, que titulé con una declaración textual del genial cineasta y dramaturgo que decía: «Como intérprete de cine, no recuerdo haber aprendido nada de ningún director». La conversación tuvo lugar años antes de que el cineasta madrileño tuviera ocasión de dirigir a Fernán Gómez en ‘El abuelo’, por lo que queda la duda de si éste hubiera cambiado de opinión. Además, distinguía entre los directores que se vinculaban más con la imagen y aquellos que se decantaban más por el mundo del actor. Mi impresión personal es que José Luis Garci pertenece más bien a este segundo grupo. «Yo creo que es el más grande actor del siglo XX, pero no solo actor, es un grande de España, es un gran escritor. Ahí está ‘El tiempo amarillo’. Pero además es un magnífico director. Para mí Buñuel, Berlanga y Fernán Gómez son probablemente los tres más grandes cineastas españoles. Con esto no quiero decir que no me gusten Armiñán, Chávarri, Borau, Saura, etc, pero creo que estos tres son muy buenos. Yo tuve la suerte de trabajar con Fernán Gómez y él me dedicó un último libro suyo diciendo: ‘A mi amigo y compañero José Luis Garci, que primero me llevó a Hollywood y luego me dio el mejor papel de mi vida’. Yo he hecho con él varias películas, pero es verdad que en ‘El abuelo’ está extraordinario, es un trabajo increíblemente hermoso. Siendo como era un magnífico director, trabajar con él fue maravilloso. Me ayudaba siempre, pero también Adolfo Marsillach cuando trabajé con él en ‘Sesión continua’, y Roberto Bodegas. Con todos los que he trabajado que también han dirigido, yo te diría que han sido los mejores por su comportamiento. Por lo que me dices de la división que hacía Fernando de los directores, es verdad, porque unos venimos de la Olivetti, de la máquina de escribir, somos escritores fundamentalmente, y otros proceden del mundo de la imagen, son cazadores de imágenes, como podría ser Godard, por mencionarte a un cineasta extranjero. Yo siempre me he preocupado más de la puesta en escena, de los actores, de los diálogos, de las miradas. En cambio otros directores, Kubrick por ejemplo, es más de imágenes. Yo estoy más en la línea, no ya de Fernando Fernán Gómez, sino de Billy Wilder, Joseph Leo Mankiewicz o Preston Sturges, que como sabes proceden todos del campo del guion y han acabado dirigiendo. Esos somos un gremio también, que en España son Gonzalo Suárez, Jaime de Armiñán, Manolo Gutiérrez Aragón... Te diré que es mucho más difícil escribir que dirigir, porque dirigir es un oficio que al final aprendes, pero escribir es un don que lo tienes o no».
José Luis Garci se despide confesando su predilección por la Catedral de León. «Me he llevado encontronazos con gente muy querida porque yo mantengo desde que tenía veintitantos años que la mejor y más bonita catedral que existe en España es la de León. Amigos como Giménez Rico me decía que era la de Burgos, otros que la de Santiago y otros que la de Sevilla. Pero la de León es tan pequeña y tan recogida. La última vez que estuve viéndola fue un domingo por la mañana y sigo pensando que es una joya».