El pasado 9 de octubre llegaba a las salas comerciales el nuevo documental del cineasta madrileño Joaquín Gutiérrez Acha
‘Dehesa, el bosque del lince ibérico’, que conforma una trilogía integrada igualmente por los largometrajes
‘Guadalquivir’ (2013) y
‘Cantábrico’ (2017), siendo este último el documental más visto en cine en los últimos años con 110.000 espectadores en las salas, según datos facilitados por la distribuidora Wanda Films, que también se ha hecho cargo de la distribución de ‘Dehesa’, cuyos datos de afluencia de público durante el Puente del Pilar aseguraba desconocer el realizador Gutiérrez Acha. «No tenemos todos los datos y yo menos. Todavía no he tenido oportunidad de hablar con los productores y por lo poco que sé en general ha ido bien pero dentro de lo que cabe, estamos en pandemia y la gente tiene sus reservas a la hora de acudir a las salas de cine. No esperamos una gran afluencia de público pero sí una buena acogida de todos los que van al cine, que hablen bien de la película –eso está pasando porque está gustando muchísimo– y es una lástima y nos da mucha rabia que haya tenido que estrenarse en estas circunstancias, sobre todo después de tantos años de trabajo», reconoce el veterano documentalista, convencido de que la película «había que dejársela al público estuviera la situación como estuviera porque no era plan de posponer el estreno más tiempo. Además, yo no sé a qué tipo de acuerdos se han llegado con las compañías que son coproductoras de la película, por lo que había que sacarla sí o sí. No ha salido en el mejor momento», sostiene Gutiérrez Acha, que ya tenía finalizada ‘Dehesa’ a principios del mes de marzo e incluso llegó a hacerse un preestreno el 10 de marzo en Salamanca que califica de «éxito total» y todo venía de cara ante el estreno programado para el 27 de marzo. Pero la declaración del estado de alarma cuatro días después del primer pase en la capital salmantina trastocó todos los planes. «El estreno no ha tenido nada que ver con el de ‘Guadalquivir’ o ‘Cantábrico’, a pesar de ser ‘Dehesa’ la que más expectación había levantado tras haber visto tanta gente las dos anteriores», declara el director.

‘Cantábrico’ y ‘Guadalquivir’ en menor medida contribuyeron a romper el maleficio de los documentales de naturaleza que durante años la televisión pública programaba a la hora de la siesta y que no tenía nada que ver con la enorme popularidad que en la década de los setenta cosechó ‘El hombre y la tierra’, que se emitía en horario estelar. Sortear esos prejuicios ha resultado una tarea complicada, reconoce Gutiérrez Acha. «La verdad es que sí, para qué nos vamos a engañar. El horario de emisión de este tipo de documentales ha sido matador. Pero pongas lo que pongas. Han encontrado esa ventana para enseñar este género nuestro y no es la mejor, eso está claro. Es una cosa que nosotros tenemos en cuenta a la hora de editar, de plantear una película para el cine, el intentar por todos los medios hacer que estas películas no aburran en ningún caso y que el espectador esté pendiente en todo momento de la pantalla. Por eso hay tanto contenido, tantísimas secuencias, pasan tantas cosas y con un ritmo constante para que la gente no lo asocie en ningún caso con esos horarios matadores que ha puesto TVE para los documentales de naturaleza y que el público disfrute realmente en la sala de cine».

Preguntado por lo que permanece y lo que ha cambiado desde la época en que
Félix Rodríguez de la Fuente filmaba con grandes equipos humanos y técnicos en película de 16 o 35 mm a la actual en que producciones como ‘Dehesa’ se vale de las enormes posibilidades que hoy ofrece la imagen digital en 4K,
Joaquín Gutiérrez Acha cree que han cambiado las formas y que ha cambiado también el lenguaje audiovisual. «Antes se daba muchísima importancia a los conductores, a las personas que intervenían en los programas y que se ponían delante de la cámara. La imagen tenía que ser bonita, por supuesto, porque hablabas de naturaleza, pero no tenía la trascendencia que tiene ahora. La voz de Félix Rodríguez de la Fuente era tan potente y tan sobrecogedora que prevalecía sobre las propias imágenes. Todo esto ha cambiado y en buena medida gracias a las nuevas tecnologías. En ‘Dehesa’ tenemos una secuencia del
martín pescador que está rodada a 1.600 fotogramas por segundo y que no existía en la época de Rodríguez de la Fuente, porque una cámara que trabajara a 100 fotogramas por segundo, cuatro veces la velocidad normal de televisión, era ya una cámara lenta. Ahora estamos hablando de una cámara de alta velocidad y es la única manera de demostrar lo que hace un animal y que el ojo humano no lo puede procesar. Un martín pescador que se lanza al agua y pesca no vemos más que el chapoteo, no sabemos qué ha pasado ahí, pero cámaras como esta son capaces de mostrar no sólo imágenes de una gran belleza sino de descubrir cómo actúa el martín pescador. El lenguaje audiovisual ha cambiado, los animales hablan ahora más que los conductores, las secuencias están mucho más elaboradas, precisamente por eso, porque hay que construir una pequeña historia alrededor de la secuencia, que son como mini películas –vamos a llamarlo así–, aunque luego estén en un contexto global y acaben teniendo sentido todas ellas en un conjunto, porque pertenecen a un mismo ecosistema o porque recurrimos a ellas varias veces a lo largo de la película, a lo mejor en distintas estaciones. Las nuevas tecnologías nos permiten hacer posible un trabajo que antes era imposible, sin que este proceso sea más sencillo que antes».

Joaquín Gutiérrez Acha reconoce que donde más disfruta es durante la filmación, aunque es plenamente consciente de que donde se construye la película es en la sala de montaje. «Sin ninguna duda donde se pasa bien es rodando, aunque también se pasa mal en determinados días, porque es muy frustrante estar trabajando quince horas diarias en un metro y medio por un metro y medio, que es el tamaño que tienen los observatorios de rodaje que nosotros llevamos, y no obtener resultados. El montaje es todo lo contrario, sufres porque ves tantos planos bonitos que no puedes meter porque tienes un límite de tiempo. Normalmente rodamos mucho y luego lo pasamos mal porque no pueden entrar determinados planos e incluso secuencias completas», reconoce el documentalista madrileño, para quien todos los entornos en los que ha rodado tienen su encanto, pero el Cantábrico tiene algo especial. «Es muy difícil conseguir paisajes y colores como la paleta que ofrece el Cantábrico. Al final estamos hablando de un paisaje que es sobrecogedor. Mires a donde mires siempre hay belleza, hay algo que te sobrecoge», asegura Gutiérrez Acha, que en ‘Cantábrico’ escogió el
oso pardo como gran referente e imagen del cartel y en el caso de ‘Dehesa’ ha sido el
lince ibérico. «El lince es sin duda el animal más valioso que tenemos de la fauna ibérica si nos acogemos al entorno de la dehesa y el monte mediterráneo, en parte por ser una especie en peligro de extinción y porque tan solo existe en la península ibérica. Luego es de una belleza impresionante. Cuando se te presenta un lince ibérico delante del objetivo se te pone la carne de gallina. También me quedé impresionado la primera vez que vi un oso pardo en el límite entre León y Asturias. Son joyas de la fauna ibérica que hay que colocar en su justo lugar», sostiene el realizador de ‘Dehesa’, cuyo siguiente proyecto no se parecerá a los tres anteriores. «En este caso no va a ser peninsular sino insular, o al menos es lo que pretendemos. Nos iríamos a Canarias y reflejar su belleza, que es espectacular. Esos campos de lava, los lagartos autóctonos, esos bosques terciarios de Laurisilva, los fondos marinos casi tropicales... Yo creo que puede ser una película de gran belleza para exhibirse en el cine».