Estos tristes días de incendios se suceden las noticias de comportamientos heroicos de bomberos, brigadistas, voluntarios. Lo más duro es contar la pérdida de vidas humanas.
Pues en este campo entre los bomberos leoneses hay un apellido inolvidable: Casais, que era el que llevaron dos bomberos leoneses, Serafín y su hijo Manuel.
En agosto de 1987, va a hacer 40 años, la prensa daba cuenta de la muerte de Manuel Casais, de cuarenta años, casado y padre de una niña de cinco años. Pero al contar el triste suceso le recuerdan a los informadores que treinta años antes, el padre de la víctima, Serafín, bombero de 57 años, había fallecido intentando sofocar un incendio en la calle 18 de julio de la capital leonesa. Mientras trabajaba en la extinción, lanzando agua contra el fuego, una enorme viga se desprendió, golpeándole en la cabeza y el bombero leonés falleció prácticamente en el acto.
A pesar de ello, su hijo Manuel, en 1969, decidió ser bombero como su padre. Llevaba 18 años en el cuerpo cuando acudió a sofocar aquel incendio de Saelices del Payuelo, en el que sufrió diversas heridas de las que no se pudo recuperar pues ya ingresó en el entonces llamado Hospital Reina Sofía en estado de coma profundo. Hay otra circunstancia añadida que habla de la vocación de los Casais, otro hermano, Hilario, también fue bombero en León y, como Manuel, decidió entrar en el cuerpo cuando ya su padre había fallecido en acto de servicio.