Los inolvidables: David González, emigrante, audaz, valiente, negociante... chocolatero

David González Pombar emigró de San Justo de la Vega a Argentina para, a su regreso, fundar en Castrocontrigo una fábrica de chocolates en 1916, Santocildes, aún abierta, pero también puso en marcha un buen número de negocios

06/04/2025
 Actualizado a 06/04/2025
David González Pombar, a la izquierda con boina, acompañado de las autoridades de la época en alguna celebración en Castrocontrigo. | L.N.C.
David González Pombar, a la izquierda con boina, acompañado de las autoridades de la época en alguna celebración en Castrocontrigo. | L.N.C.

En el reciente Salón del Chocolate de Astorga tuvo, como siempre, una importante presencia una marca leonesa, Santocildes, una fábrica con matriz en la localidad de Castrocontrigo, más de  un siglo de historia, excelente presente con nuevas ideas y espacios y prometedor futuro pues, como reconoce Juan Fernández, «hemos tenido la suerte de que la siguiente generación a la nuestra, la más joven, se haya incorporado a la empresa familiar con ganas y con preparación. Una suerte que no han tenido otros colegas».

Sin embargo, junto a la mirada al futuro, historias como la de Chocolates Santocildes vienen escritas por algunos personajes del pasado realmente singulares, emprendedores en el sentido más amplio de la palabra y en los tiempos más complicados, audaces, valientes. Uno de ellos, inolvidable en la Valdería, Cabrera y hasta Sanabria o Vidriales fue David González Pombar, el fundador de Santocildes, el abuelo de los hermanos Juan, Fernando y Yolanda Ferrnández (más David Isaías, que falleció) y bisabuelo de la generación que se asoma, con tres mujeres a los mandos. Es David González Pombar, que levantó la primera fábrica de chocolates en 1916, en Castrocontrigo, pese a que el origen de la saga estaba en San Justo de la Vega

Primeros chocolates de la empreas. | L.N.C.
Primeros chocolates de la empreas. | L.N.C.

- ¿Y porqué Castrocontrigo?
- Muy sencillo, y lógico. Si recorres el pueblo verás que lo atraviesa el río por el centro; si recorres la comarca verás que está todavía hoy llena de molinos… el agua es fundamental para una fábrica de chocolates  y allí se instaló el abuelo.

Se podría decir que Santocildes tiene una generación más pues realmente David González Pombar conoció de niño la industria chocolatera en casa, en San Justo de la Vega, a su padre. “Y en el recuerdo la debía de tener pues volvió a ella, en otro lugar y después de una de sus aventuras pues emigró a América”, recuerda Juan Fernández, mientras mira viejas facturas, anotaciones, cantidades y no deja de admirarse de la figura del abuelo. «Movió muchísimo dinero», dice viendo cantidades de miles de pesetas que movía ya en los años 40. 

Con veinte años emprendió David González Pombar un viaje habitual de soñadores de fortuna, hacia Argentina, un país muy rico entonces y lleno de oportunidades. Allí se casó el leonés de San Justo de la Vega, aunque para ello tuviera que falsificar la edad de la novia para hacerla mayor de edad. A principios de siglo regresó a España y ahí surgió la llamada de la sangre chocolatera y ‘el hallazgo’ de Castrocontrigo y, en él, del agua. Así, no habían tendido eléctrico y el ‘abuelo chocolatero’ montó uno movido por agua, después subió la fábrica aún más hacia arriba para tener acceso más fácil a ella y no fue hasta años más tarde, ya en los sesenta, cuando montó la fábrica en el pueblo; después de muchos avatares en los que siempre dio muestras de gran audacia.

Por ejemplo, para sortear los graves problemas de abastecimiento de materia prima impuestos en la época del racionamiento creó varias empresas, o dividió la que tenía con diferentes nombres: Davis (en homenaje a su fallecido hijo David Isaías), Virgen de Donado, Virgen del Camino, El avión… Y también multiplicó en aquellas épocas complicadas los negocios y llegó a tener fonda (para las gentes de paso); panadería, repartiendo por toda la comarca hasta Zamora; una gasolinera que no llegó a cuajar y es muy recordado el primer coche de línea, entre Castrocontrigo y Truchas, que permanece en la memoria de las gentes no solamente por ser el primero que iba a Cabrera sino por un muy recordado incidente. «Era la posguerra cuando todo el asunto de los del monte, que tuvo mucha importancia en Cabrera. El abuelo era quien conducía el coche de línea y fueron asaltados por maquis, de la partida del famoso Girón, que no se si sabían que iba un pagador de alguna empresa o algo así; el caso es que detuvieron el autobús, hubo encontronazo y dos muertos de los viajeros. Por aquí tengo los pasquines que hizo cuando se reanudó el servicio».

La guerra protagonizó otros malos recuerdos que aquel singular industrial nunca olvidó. «Siempre contaba que cuando volvía de repartir el pan por toda la comarca y hasta Sanabria se encontró con bastantes muertos en las cunetas, es le producía bastante desazón».

Juan Fernández, nieto de David González Pombar, trabajando en una de las viejas máquinas de la epoca de su abuelo. | MAURICIO PEÑA
Juan Fernández, nieto de David González Pombar, trabajando en una de las viejas máquinas de la epoca de su abuelo. | MAURICIO PEÑA

Por otra parte, casi nada se le ponía por delante, acudía con frecuencia a recoger el cacao y las materias primas procedentes de países como Guinea a los puertos de Gijón y Vigo fundamentalmente. «Era un negociante nato, para comprar en origen, pero también para ver el negocio sobre la marcha; alguna vez llegó a recoger la compra y en el mismo barco negociaba con otros posibles compradores, lograba un precio bastante mejor y, sin descargar siquiera, ganaba un dinero importante. Aunque parece que también tenía cierta facilidad para gastarlo… nadie es perfecto», dice Juan con una sonrisa para remarcar algo que tiene muy claro: «Hizo mucho dinero, no hay más que ver las anotaciones. Porque eso lo llevaba por el libro, lo apuntaba todo, con los documentos que nos dejó se puede hacer un seguimiento completo de la historia de Santocildes y otras marcas anteriores, como La perfección astorgana, que vendió para decantarse por el nombre del general que plantó cara en Astorga al mismísimo Napoleón», tal vez como símbolo de su indomable espíritu de negociante. 

El espíritu de los Santocildes, resistentes con la pureza del chocolate de verdad ante la mentira de los tiempos.    

 

Lo más leído