Hay personajes que hacen de su vida la memoria de algo que les marcó. Niños pastores que regresan una y otra vez a los sueños de la majada, por duros que fueran; emigrantes que retornan a los años que precedieron a su viaje en barco, a las gentes que quedaron en su memoria… y lo plasman en conversaciones, libros, museos en sus casas…
Pero hay quien se convierte en historia. A Eutiquiano Familiar, Tiqui, le ocurrió con el pantano de Barrios de Luna. Fue pasando el tiempo, fueron desapareciendo los vecinos, se fueron difuminando los recuerdos… pero ahí seguía él, en una casa alta sobre la presa y el valle, sobre las aguas y los recuerdos. En la pared de la fachada de su casa una placa: “La Fuente del Recuerdo del Valle de Luna. 1956”. Y en su mirada un pantano pero él veía y leía bajo sus aguas: «Allí estaban los barracones de los obreros, al final estaba el cine, que había hasta un cine, la fonda. En este otro lado estaban los talleres, ahí trabajé yo al llegar, en el de carpintería». Y a la vez que recorría con la mirada un valle en el que los demás vemos agua, Tiqui Familiar reconstruye un pueblo anegado: «Ahí a la derecha estaban todos los talleres, el de carpintería y todo lo demás. Ten en cuenta que aquí había que hacerlo todo. Enfrente estaba una larga fila de barracones en los que se metían los obreros como podían y no había sitio para todos, hacer una obra así con los medios de entonces es difícil de imaginar».
No es capaz de imaginar los obreros que habría construyendo aquel pantano de Luna, pero tenía Tiqui y un curioso método para saber la vida que tenía el valle. «Sabes que en aquellos años de la posguerra funcionaron las cartillas de racionamiento para ir a recoger los alimentos y yo tenía, aún la conservo, tenía la 2.216; es decir, había al menos otros 2.215 vecinos».
Y Tiqui Familiar no solo te reconstruía el pueblo, los 16 pueblos anegados del valle, las gentes... Llevaba en su prodigiosa cabeza memoria —hasta muy avanzada edad que le falló— de todos los hechos destacados.
- ¿Un vecino marcado por aquella historia?
- No, un abulense que vino a ganarse la vida siendo casi un niño y le tocó trabajar en todas las fases de la construcción de este pantano, desde los 14 años hasta su jubilación.
- Desde los catorce años...
- Yo había nacido y vivía en Alcázar de San Juan. Un tío mío y otros muchos vecinos de aquel pueblo supieron que hacía falta mano de obra para este pantano y para acá vinieron;y yo también, con 14 años, y entré a trabajar en los talleres de carpintería. Después fui pasando por otros trabajos.
Decía que tenía, y tenía, historias para escribir un libro. Algunas anécdotas curiosas, como una referida al ‘padre de la idea’ del pantano, con matices. «Siempre se dice lo de Paco Pantanos, por Franco, y se habla de aquello de ‘queda inaugurado este pantano’, cuando se habla de Franco, pero la realidad es que este proyecto del Pantano de Luna viene de tiempos de la República». Al margen del dato histórico lo que le ocurrió a Familiar. «Como estaba en el taller de carpintería me tocó trabajar en la construcción de la tarima desde la que Franco iba a inaugurar el pantano» —y señala el lugar donde se construyó—pero ocurrió «que justo el día de la inauguración oficial, el 23 de septiembre de 1956, estaba en León, en el hospital, pues mi mujer iba a dar a luz. Nació mi hija Raquel, que nos puso un coche la empresa para que bajáramos. Y no vi a Franco en aquella tarima que habíamos hecho».
Pero, justicia poética, sí lo pudo ver con el paso del tiempo. «Al acabar las obras del pantano, que estuve hasta el final, trabajé en la construcción de varias centrales eléctricas. Estaba en una, en el Páramo, y vino Franco a inaugurarla, con toda la parafernalia que montaban. Allí sí lo pude ver, pero era diferente». Todo era para él diferente a la memoria viva del pantano de Luna, que era él mismo, que era su tema de conversación preferido, que detallaba cada momento con gran precisión y recordaba los pueblos del Valle con la misma precisión que el mayor de los futboleros repite la alineación más gloriosa de su equipo favorito. La de Tiqui, con 16 nombres, la recitaba así:«Arévalo, Campo de Luna, La Canela, Casasola, Cosera, Lagüelles, Láncara de Luna, Miñera, Mirantes de Luna, El Molinón, Oblanca, San Pedro de Luna, Santa Eulalia de las Manzanas, Trabanco, Truva y Ventas de Mallo.
Sin dudar ni un segundo pues es la historia de un pantano que fue la historia de su vida. Inolvidable Tiqui.