Guzmán el aventurero

Por Ángel Suárez Corrons

Ángel Suárez Corrons
30/06/2019
 Actualizado a 18/09/2019
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Unos atribuyen a Mahoma y otros a José Martí la famosa frase sobre los tres propósitos que el hombre ha de cumplir en esta vida: tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro. Roger Domingo se hacía eco en La Razón de una variación del dicho según la cual ninguna de las tres acciones entraña demasiada dificultad, lo complicado es educar al niño, conseguir que crezca el árbol, publicar el libro y, especialmente, que alguien lo lea.

La cita viene a cuento de que el próximo domingo saldrá con este periódico el único libro que hasta ahora he compuesto, y que, acompañado de magníficas y sorprendentes ilustraciones del gran Lolo, tiene la intención de hacer llegar al público infantil y juvenil la azarosa vida de Guzmán el Bueno en el 725 aniversario de los hechos de Tarifa.

Para los leoneses Guzmán ha sido siempre un personaje tan entrañable como desconocido. Estamos familiarizados con su efigie, que señala el camino de la estación a quienes no gustan de nuestra ciudad, y conocemos la gesta del puñal de Tarifa, pero poco más sabemos de él. Para muchos será una sorpresa, como lo fue para mí, descubrir a la vista de sus peripecias que bien podría haber sido nuestro Guzmán, en lugar del Cid, el personaje al que interpretara Charlton Heston en una colosal superproducción de Hollywood, o que los hechos históricos en los que le tocó participar encajarían en una temporada de Juego de Tronos.

Más allá de la divulgación de la vida de Guzmán, me encantaría que el libro sirviese para suscitar en los lectores, especialmente en los niños y en los jóvenes, algún interés por la historia.

Descubrir que la historia puede ser el modo de vivir la aventura sin necesidad de acudir a la ficción o a la fantasía, observarla no desde la prepotencia del indiferente hombre moderno, sino poniéndose en el pellejo de sus personajes, encontrar aquello que une a los hombres y mujeres de todos los tiempos, y también lo que, para bien y para mal, nos hace diferentes de ellos, son objetivos demasiado ambiciosos para el libro que La Nueva Crónica les ofrecerá el próximo domingo, pero creo que el autor tiene derecho a soñar que para algún niño, en alguna parte, su trabajo sea el principio de algo, quizá de la lectura de otro libro.
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