Grandes carroñeras (I): el buitre leonado

En los últimos años estas aves se vieron afectadas por la prohibición de dejar animales muertos en los campos

Javier Valladares
13/08/2015
 Actualizado a 18/09/2019
El buitre común o leonado es la más abundante de las aves carroñeras. | JAVIER VALLADARES
El buitre común o leonado es la más abundante de las aves carroñeras. | JAVIER VALLADARES
Las aves carroñeras han despertado desde siempre un sentimiento negativo, y en los últimos años su gestión ha conllevado una gran polémica, con grandes bandazos en la política de conservación de estas aves tan necesarias por la limpieza que efectúan de cadáveres en los campos de la península.

En los últimos años se vieron afectadas por la prohibición de dejar animales muertos en los campos, dentro del protocolo de actuación contra la encelafopatía espongiforme, o más comúnmente llamada mal de las vacas locas. España, al asumir la normativa europea, se vio obligada a cerrar cientos de muladares en todo el país. Hoy en día sin embargo parece que se avanza en la dirección contraria.

Los cuatro grandes carroñeros que surcan nuestros cielos son el quebrantahuesos, el buitre común o leonado, el buitre negro y el alimoche, cada uno de ellos especializados en el consumo de ciertas partes de los cadáveres de ungulados silvestres y de diferentes especies de ganado domestico. Hoy me centraré en el buitre leonado.

El buitre común o leonado es la más abundante de las aves carroñeras. Con una longitud de 100-120 cm y una envergadura alar de 240-280 cm, se alimenta sobre todo de carroñas de grandes ungulados y animales domésticos.

La peculiaridad de su dieta les convierte en una especie indispensable para completar la cadena trófica en el ecosistema mediterráneo. Son los encargados de limpiar el campo de cadáveres, eliminando así cualquier foco de infección.

Desde el cielo, a gran altura, localizan los cadáveres gracias al efecto llamada que producen los córvidos con sus brillantes plumajes, e inician unos vuelos circulares que atraen a gran cantidad de congéneres.

Cuando un buitre más confiado o más hambriento se decide y se lanza en picado, todos los buitres del cielo caen como piedras y comienza el festín. Un espectáculo increíble.

Pronto del cadáver no quedan más que los huesos.
Archivado en
Lo más leído