– Antes de entrar de lleno en libro y como buen observador y analista que es de la actualidad política de este país le pregunto si a día de hoy cree que las aguas bajan más turbulentas en la derecha o en la izquierda.
– Yo creo que similares, pero es la novedad porque lo normal es que las aguas turbulentas bajen en el poder; es decir, cuando hay disputa por el poder, pero digamos que en la derecha o el centro derecha en este caso pues se está tirando varios tiros al pie al mismo tiempo, una cosa realmente incomprensible. Cuando todas las circunstancias objetivas reman a su favor, porque hay una enorme crisis económica y una enorme crisis social, no tiene mucho sentido que en el partido en el que se puede construir una alternativa real al poder sanchista estén ahí en una guerra, por cierto, bastante ficticia. Y luego en el poder, digamos en el Gobierno, pues hay dos fuerzas, una que es claramente mayoritaria, que está muy asentada en el cuerpo social y político español, que es el Partido Socialista, y otra que lucha por mantener unas posiciones que consiguió de una manera bastante rara desde el punto de vista histórico, que es Podemos y toda la cantidad de confluencias que operan alrededor. Yo, desde luego, en este sentido no estoy de acuerdo en absoluto con Iván Redondo cuando dice que Yolanda Díaz puede ser presidenta del Gobierno.
– Recuerdo que me llamó la atención la frase de Iván Redondo que decía que Sánchez era pasado, sin aclarar muy bien si se refería a su relación con el presidente o si vaticinaba un rápido desenlace de la legislatura
– Yo creo que ahí, como en otras ocasiones, Redondo digamos que manipula. Redondo es un enorme manipulador, como lo ha demostrado durante los tres años en el poder y lo está demostrando ahora con sus seis meses fuera del poder. Yo creo que le estaba pasando la factura a Sánchez por haberle echado. Él sostiene que se fue, eso es una enorme mentira, y la prueba es lo escocido que está. La historia de Iván Redondo se construye sobre realidades mágicas, propias del mundo iberoamericano de García Márquez, que es una realidad que te inventas, que no es real, la realidad que tu quieres que sea. Y él se monta esa historia. Ya lo hizo también con el Partido Popular. Pero de lo que no da nunca explicaciones, que es el argumento central de mi libro, es por qué un señor que es capaz de derribar –porque en eso sí que es cierto que fue decisivo– a todo un gobierno y a un presidente como fue Rajoy por cobrar sobre la base de la corrupción, cómo es posible que ese perpetrador de la caída del gobierno, que cobró 207. 098 euros de Bárcenas, no diga nada. Es que hay que seguir la pista del dinero. Los periodistas ya viejos como yo y con el colmillo retorcido sabemos dónde hay que buscar. ‘Chercher l’argent’, que dirían los franceses, busca el dinero. Y luego resulta que en el 2020, el año terrible de la pandemia para todos, estando en el poder la empresa que él había creado y que deja a su mujer por imperativo legal cuando es nombrado secretario de Estado, factura el 324% más que el año anterior, pues que me lo expliquen lo genio que es este tío. En lugar de echarlo deberían haberle hecho ministro de finanzas. Entonces claro, utilizó el poder para enriquecerse. Esto es así. Y sobre eso no quiere hablar. Ni le pregunta Griso, ni le pregunta Évole, ni le preguntan la cantidad de corifeos que tenía. Es acojonante. Y esa es la cuestión.


– No, en absoluto. Ha sido erradicado por completo. Salvo la glorificación al jefe, que le entroniza, es que no se puede ni mencionar su nombre. Ha sido arrancado de ahí porque lo que sucede es que ha caído en absoluta desgracia y sobre todo tras comprobar que era bastante traidor. Él siempre ha dicho que su gran pretensión era llevar a un candidato de centro derecha a la Moncloa. No lo pudo hacer con Rajoy porque no le quiso y luego se vengó. Pero pasar de ser el gurú de Xavi García Albiol, con una campaña con ribetes ultraderechistas, a darse besos y abrazos con Pablo Iglesias, hay un trecho.
– ¿Y cuál va a ser su destino ahora?
– Es lo de siempre, su destino es ganar dinero, que es lo que está haciendo. Yo creo que tiene menos ofertas de lo que dice. Lo que pasa es que ha acabado muy mal y ahora lo tiene crudo. Es verdad que le deben favores los poderosos de la comunicación, los poderosos del Ibex. Pienso que su estrella se irá apagando poco a poco, pero el mal que ha hecho, incluso para la libertad de prensa –y de eso yo puedo dar fe pues intentó que mi libro no apareciera presionando al presidente de Unidad Editorial e intentando dejarme sin espacios mediáticos, no a mí solo sino a muchísima más gente–, eso no lo vamos a olvidar.
–¿Actualmente está preparando alguna otra publicación?
– A mí me interesa siempre algo que sea histórico, que trascienda el tiempo, como ha sido el caso de ‘La larga marcha’. Y yo creo que me gustaría hacer, pero voy a ver si puedo, una gran historia sobre los servicios secretos españoles. Siempre me interesa más lo que no se ve. Lo que se ve lo presentan los periódicos todos los días. Como muy veterano periodista y observador de la realidad lo que me gusta es contar los secretos del poder, que además es lo que vende. Mis dos últimos libros han sido auténticos ‘best sellers’, entonces tampoco me pongo a escribir, con todo lo que cuesta y el esfuerzo que conlleva, para que no te lea ni dios. No tengo vocación de marginal.