Ya en la película ‘El desencanto’ (1976) de Jaime Chávarri su presencia no sólo se vuelve crucial y vertebradora sino también carismática. Tiene un hablar ante la cámara sumamente literario, como de otros tiempos. Con la mirada perdida en los recuerdos elabora un relato vital que es una novela. No en vano sus hijos, impelidos todo el tiempo por extrañas desesperaciones, en un momento del film entre los más inverosímiles reproches la acusan de haber vivido pensando que lo hacía dentro de una novela rusa. Es muy significativa la narración que hace de su primer encuentro con Leopoldo, al que ni siquiera encuentra guapo, ni interesante, hasta que le escribe un poema dedicado a ella con el cual se produce el enamoramiento. Ese punto explica muy bien la personalidad de Felicidad: Se enamora de la poesía y de que a través de esta y del poeta ella misma se vuelva poesía, materia de un poema, poema.

Pero lo que vemos en este libro que se publica ahora es su propia literatura, la que escribió ella, sorprendiendo su calidad y lo profundo de sus análisis sobre la condición humana y la mujer de su tiempo. Su época más fructífera coincide con los años cincuenta, entonces publica sus cuentos en grandes revistas como Ínsula, Cuadernos Hispanoamericanos o Espadaña. Sus protagonistas son siempre mujeres sensibles a las que atrapa la vida diaria destruyendo sus sueños. La frustración, el deterioro, la pérdida de las ilusiones… Sobre todo impresiona el cuento titulado ‘El nudo’ (1952) en el que la vida de pareja de unos recién casados degenera en pobreza, alcoholismo y malos tratos, arrojándose la mujer a trabajar por los hijos hasta morir literalmente de agotamiento sin poder guardar casi ni ira ni rencor contra el maltratador por haberle visto destruirse sin remedio.
Estos relatos de un intenso realismo emocional van desde 1949 a 1955. Después hay un salto temporal hasta 1978, veintitrés años de un cuento a otro en los que ha enviudado, ha muerto Franco y los hijos se han hecho mayores y problemáticos. La Felicidad Blanc de esta etapa es ya otra. En estos otros relatos aparecen recuerdos, las reflexiones de una actriz vieja, el reencuentro con un amor pasajero de la guerra civil, una biografía de lecturas en las que admite que los libros son mejores que las personas, la infidelidad amorosa como una forma de huida que también acaba en tosca realidad, la invención del amante como materialización del amor ideal… Y finalmente la conclusión pesimista de que todo habían sido sueños a los que la literatura dio forma y esperanza «la juventud que un día nos hizo sospechar que todo era posible».