La predisposición marca el destino. La tarde era de abanicos, según unos termómetros de 30 grados y otros de casi 40, depende de si te da el sol o la sombra, como en la plaza.
En el exterior no hay tendido de pobres, ése es para los rejones, hay tendido de selfies. Cada cual a los suyos. A El Cordobés se lo piden esas madres que celebran que al fin tenga el padre que le había negado la cabezonería o la chulería que se le perdona a los califas;a El Fandi los obreros que saben que es de los suyos, el campo para el que lo trabaja y cuando avanza con infinita paciencia, parando para todos y hablando, estalla al fondo una ovación: llega Cayetano, con el calor de los dioses, la leyenda y los ojos azules. Apenas se detiene ¿Camina o levita? Sonríe. Levitar es más taurino.
Al ruedo, que van a ser menos cuarto. En la plaza sí se llega a los 40º. Tarde de abanicos.
El primero en salir es El Fandi —porque se tiene que ir a Perú, debía ser El Cordobés— y en sus dos faenas fue El Fandi, el que oficialmente ha heredado el favor de la plaza de León. El resumen es como el cuento corto famoso deque cuando despertó el dinosaurio estaba allí. Pues cuando Ponce se hizo el torero de León "Fandi acechaba allí", cuando El Pirata Padilla cogió el testigo "Fandila restaba allí" y desde hace unos años no está, es su plaza. Y el que venga detrás tendrá que esperar porque Fandi está aquí. No de regalo.A base de dar la cara y sacar partido "hasta a un saco de patatas", dice mi amigo Fonsín, el de Redipollos. Obrero y agradecido Fandila, brindó su toro al doctor Mostaza que le operó hace unas semanas de una hernia discal —más bien tuvo una larga conversación con él y le regaló un macho del traje—; sabe el granadino lo que hacen los sanitarios y lo que los necesitan, tal vez por ello unos minutos antes obligó a la plaza a entregarse con otro tercio de banderillas de esos que para dos pares se asoma al balcón del riesgo, y para el tercero, las del violín, se asoma al precipicio de la temeridad. Aunque parece tenerlo todo controlado... o tal vez le tranquiliza la atenta mirada del doctor Mostaza.
Después de las banderillas sabe que la plaza le adoptó. En los dos toros. El que brindó a Mostaza y el que lo hizo al público, anda que no es listo, como que no sabe que va a heredar la plaza.
Y en la faena con la muleta pues más de lo mismo, riesgo, adornos, pases de rodillas, gestos a la grada, nuevos adornos y, me recuerda Fonsín, "esa tanda de molinetes rematada con abaniqueo para cerrar la faena" que encandila a la grada. A matar y a la gloria.
Tres orejas y puerta grande, aunque no pudo salir por ella pues debía coger el avión para hacer las Américas de Ultramar, que las de León ya las dejó hechas. Se despidió al irse, hasta el año que viene, pues cuando el siguiente despierte "El Fandi sigue aquí".
Cuando El Cordobés avanzaba haciéndose fotos con las madres que le acarician felices, como si fuera Marco después de encontrar a su padre, una mujer le dice: "A ver si lo haces como tú padre, que lo vi yo en León con mi padre, que en paz esté". Manuel miró agradecido y bien parece que recordó la escena unos minutos más tarde, después de que el primer toro de su lote le diera menos oportunidades que la Real Academia a Belén Esteban y el bicho se fue sin pena ni gloria.
El quinto de la tarde amenazaba con repetir, no dejó buenas sensaciones ni en banderillas, ni con el caballo, ni con la mirada...
Entonces parece que Díaz se acordó de Benítez, echó pie a tierra, calentó a la grada, metió su cabeza varias veces entre los cuernos del toro, tiró la muleta, sonrió mirando al tendido, pidió aplausos, los tuvo, el público pidió música, la tuvo, y con muchas ganas y algunas series de pie fue manteniendo la temperatura y, sobre todo, el clima que había creado. Dicen que se despide este año y León parecía desear que lo hiciera con buen sabor de boca, tanto que pese a pinchar una vez la petición de la segunda oreja fue unánime, en pañuelos y palabras.
Y el presidente, ya se ha dicho, no está para que le llamen padrino roñoso. El pañuelo blanco lució por segunda vez y los pestillos de la puerta grande sonaron, había que abrirla pues aunque lo había hecho ya El Fandi se había tenido que ir y Manuel Díaz debía salir en solitario. Que lo hizo.
Y Cayetano, pues así, como le pasa aquí en León, donde no parece motivarle en exceso comprobar que levanta pasiones pues las debe levantar en otros muchos lugares.
Dicen los puristas que regaló algunos de los momentos más puros y taurinos de la tarde.Que en el primero supo correr la mano, poner temple, pero el toro era flojo y una oreja dejaba la puerta abierta a que viéramos en el sexto que él es Rivera y podría ser Ordóñez.
No hubo suerte. Para los taurinos hizo algunas de las mejores cosas de la tarde pero los leoneses estaban a otra cosa, seguramente la segunda oreja de la tarde (o las dos del toro) estaban maduras pero... pinchó y la gente comenzó a desfilar. A él no le perdonaron el pinchazo como le hicieron a sus compañeros y aquí paz y el año que viene... pues, seguramente, El Fandi.
Con permiso de Lea Vicens.
Fandi como Fandi y El Cordobés como su padre, puerta grande
El Fandi volvió a ser el triunfador en una tarde en la que cortó tres orejas, también El Cordobés cortó dos y abrió la puerta grande
26/06/2023
Actualizado a
26/06/2023

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