Una imagen del Faedo de Ciñera en tamaño grande preside la exposición‘Cartografía del alma’y en su interior se encuentran las imágenes familiares e íntimas de ambas creadoras, imágenes relacionadas con su pasado que son la base del presente en el que ambas se encuentran y que Ana Valiño expresa del siguiente modo: «Hay un vinilo de bosque con imágenes de nuestro archivo familiar estructurándolo en un mapa de nuestra vida familiar. Ahí tenemos muchas historias comunes de todas esas personas que se ven reflejadas en nuestro pasado y se relacionan con nuestro presente e incluso con nuestro futuro». Carmen Coque aclara que las fotos familiares están tratadas con té a fin de envejecerlas más aún.
El trabajo de las dos autoras ha ido discurriendo separado a lo largo del tiempo, el de Carmen tiene una trayectoria algo más larga, mientras que el de Ana es más reciente, aunque no menos interesante debido a su forma de fotografiar y a los temas que trata, pero su trayectoria las ha unido en este proyecto común que denominan ‘Cartografías el alma’ en el que muestran en imágenes lo que les importa comenzando por las personas más cercanas a sus vidas. En ello se fundamenta la exposición de cinco imágenes de cada una, cinco en blanco y negro de Carmen y cinco en color de Ana, aunque en algún momento coexisten ya que el color de Ana tras unos visillos parece blanco y negro dando paso a las fotografías de Carmen. Dos retratos finalizan la exposición, un niño en color y dos hermanas en blanco y negro enfrentados al montaje familiar del Faedo.
Carmen utiliza el movimiento, las veladuras, las máscaras y los espejos, mientras que la fotografía de Ana es más concreta más limpia y directa, no siempre porque ambas se complementan mostrando esa cartografía que presenta curvas de nivel, poblaciones, caminos y carreteras que las unen y las separan, imágenes en las que abunda el autorretrato, mapas que no son mapas porque se refieren a un interior cambiante que está hecho de relaciones, amores, odios, pasado y presente en el que a veces no caben algunos recuerdos, aunque sean parte de este mismo momento en el que todos vivimos y andamos.
Las fotografías de Carmen Coque están relacionadas con sus arquetipos, una extensión más de la reciente exposición que se ha presentado en el CLA recientemente, en la que muestra esos arquetipos tan personales que quiere extender a la Humanidad. Las de Ana están construidas a partir de su propio mundo y de todo lo que le rodea con un componente familiar, rural, relacionado con el mundo femenino y todos aquellos valores que le importan.
Ellas lo consideran un diálogo visual entre los trabajos previos de ambas y es la continuidad de sus respectivas obras, un trabajo en común pero diferente en el que muestran el mapa de su mundo interior a partir de su pasado familiar para proyectarlo a un futuro que les espera, Ana nos dice: «Es un viaje familiar pero introspectivo de nosotras mismas», y esa es la explicación más clara de lo que es la exposición.
Eso se ha notado mucho en la inauguración de la exposición en la que ambas se han visto arropadas por su mundo familiar y sus amigos.
Un trabajo que se puede contemplar hasta el día 17 de octubre en la galería Espacio E de la calle Azorín, 22 bajo de Trobajo del Camino.