Evadirse desde la literatura

Carmina Diñeiro nació en la localidad berciana de Villadepalos y, a pesar de no contar con una bibliografía extensa, utilizó la literatura como «una vávula de escape» y «una evasión» de la realidad de los tiempos bélicos en los que le tocó vivir

Mercedes G. Rojo
31/10/2023
 Actualizado a 31/10/2023
Carmina Dañeiro, ya de mayor, en Toral de los Vados. | AF2BIERZO
Carmina Dañeiro, ya de mayor, en Toral de los Vados. | AF2BIERZO

Ya retomando poco a poco, tras la pausa veraniega, el habitual devenir de estos caminos artísticos leoneses, recorridos por nuestras mujeres de hoy y de ayer, volvemos nuestra mirada al pasado literario de una de las comarcas leonesas más prolíficas en gestar buenas plumas, aunque muchas veces –sobre todo en lo referido a las de ellas- les haya costado traspasar las fronteras de los puertos geográficos, pero también las fronteras puestas por quienes no ven más allá de los límites marcados por su propia sombra. Y sí, es al Bierzo adonde miramos para recuperar el nombre de Carmina Diñeiro, natural de Villadepalos, aunque muy pronto se la ubicará en Toral de los Vados, donde vive gran parte de su vida. Su nombre aparecerá entre esos a los que nuestra referencial Manuela López dedica versos, pero más allá de ella Francisco Gª Martínez la recogerá en su Historia de la Literatura leonesa (Everest, 1982) tras haberla descubierto, nos dice, en el nº 357 de la revista Aquiana, allá por el 3 de marzo de 1979, incluyéndola en el capítulo dedicado a la ‘Literatura en la provincia de León entre 1940 y 1980’, concretamente en el apartado titulado ‘En el Bierzo’ y sub-apartado correspondiente a Ponferrada. Dice de ella:  «me entero de su existencia, de que nació en Villadepalos y de que vive en Toral de los Vados; de que es una persona de cualidades humanas relevantes de sinceridad, humildad y amor a su tierra; de que es autodidacta y que apenas sabe escribir; de que, a pesar de esto y de una vida llena de sufrimientos, escribe poemas desde los once años; de que su maestra es Rosalía de Castro; de que para ella escribir poemas es una válvula de escape, una evasión de la que siente necesidad, aunque sea una evasión sin trascendencia comunicativa; de que sus temas preferidos son la alegría y la tristeza, el amor y el odio, la muerte. Aquiana ha publicado algunos poemas suyos: ‘¿Qué tiene la luna?’ y ‘A Rosalía de Castro’. Tiene escrita una novela, ‘Sin suerte desde la cuna’, y un poemario, ‘Rosas y espinas’. Los títulos mismos indican, con claridad, la obsesión temática que la oprime».

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Diñeiro cuando vivía en Madrid. | REVISTA AQUIANA (1979)

Carmina Diñeiro (Villadepalos, 1920)  pertenece a esa generación de mujeres golpeadas por la dureza de una guerra civil primero, y una postguerra posterior en el que el papel de la mujer española volvió a sufrir un gran retroceso en lo que a sus derechos y sus aspiraciones se refiere. Joven inquieta a la que le gustaba leer poesía (manifiesta repetidamente su admiración por Rosalía de Castro que consiguió escribir y expresarse en una lengua que luego fue prohibida), se ve reducida –por circunstancias vitales- a convertirse en una mujer autodidacta, muy pronto retirada de la escuela y sumergida en el mundo del trabajo, además de pasar por duras circunstancias vitales. Comenzó escribiendo con seudónimo (’Flor de té’, nombre con el que es conocida entre sus amistades madrileñas cuando se desplaza a trabajar a Madrid en sus tiempos jóvenes, por la extrañeza que despertaba la blancura de su tez) ella dice en algún momento «porque soy poco amiga de la publicidad», aunque es más probable que el verdadero motivo sea ese «escribir a escondidas»  al que se ve obligada ante la incomprensión de su marido y su negativa a que publique sus versos, según le confiesa a la escritora berciana Josefina Gago, que escribirá sobre ella en la revista Aquiana, desvelando para siempre su identidad en un reportaje sobre ella, momento a partir del cual la autora seguirá publicando ya con su verdadero nombre. Respecto a esta circunstancia, reconoce que en su familia solo uno de sus hijos y otra de sus hijas, comprenden su afición por la lectura y la apoyan. 

Será precisamente gracias a Josefina Gago, que comience poco a poco a publicar en la revista Aquiana, después en otras de la época como ‘Gemma’ y ‘Clarín’, así como a participar en algún que otro encuentro e incluso en algún concurso literario, a través del cual obtiene algún que otro premio, alguno incluso en tierras italianas, que completan su trayectoria editorial. Y así, a los títulos antes mencionados hay que añadir una última publicación, compuesta por dos obras: ‘Historia de un matrimonio leonés’ ‘Así nació el Bierzo (en mi imaginación)’, firmadas por Carmen Diñeiro Ares. Corre el año  1994 y de la misma, en concreto del primero de los dos títulos, el también escritor berciano Emilio Vega, gran amigo y conocedor suyo, dirá: «Es una novela corta plagada de referencias personales y con abundantes muestras de elementos biográficos y autobiográficos (...) Escrita en un lenguaje fácil y sencillo (...) caber hacer hincapié en el estilo costumbrista de la obra y en el trasfondo real del drama humano que nos cuenta (...). Del segundo de los títulos que componen dicha publicación, destacará, por contra una dosis desbordante de imaginación, junto con un refinado sentido del humor y los giros localistas, de clara ascendencia galaica, y característicos de la zona en la que la autora vive...», a su modo de ver las principales virtudes literarias de una escritora de amplia trayectoria creadora de la que, a sus ya setenta y cuatro años, Emilio Vega alabará en su capacidad para seguir sorprendiendo a sus lectores con una imaginación óptima y desbordante.

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La obra que Carmina Diñeiro nos ha dejado, más allá de los escasos libros que llegó a publicar y que hoy se han convertido casi en piezas de coleccionista, es mucho más amplia de lo que pudiéramos llegar a sospechar, y nos regala todo un abanico de referencias que tienen que ver con una época, una historia complicada y el espíritu de superación de una de tantas mujeres que a pesar de todos los condicionamientos marcados por una falta de educación formal y de los innumerables obstáculos puestos ante ellas por una sociedad que las menospreciaba supieron convertir en realidad un sueño: el de compartir lo que pensaban y lo que sentían con otras personas como ellas. Definida por Josefina Gago como «una mujer muy inteligente y sensible en la que los sufrimientos han dejado huellas (...)», a la que le cuenta que escribe porque siente necesidad de hacerlo, «cuando estoy triste para descargar penas. Y también cuando estoy contenta. Y para descansar de mi trabajo. Para mí es una válvula de escape, una evasión», en un momento determinado, a través de una carta personal que envió en su momento al buzón del lector de la revista Aquiana, nos contará: 

«(...) tuve la suerte de nacer con la suficiente comprensión para saber perfectamente quién soy y quiénes son las personas que me rodean; no tengo carrera porque el destino lo quiso así pero tengo algo que no se adquiere con muchos años de estudio, algo con lo que ya se nace y que nadie puede quitarnos y ese algo es un corazón grande y noble que no me permite ninguna injusticia  y me hace comprender y respetar a los demás seres humanos y quiero también decir (...) que estoy inmunizada contra toda clase de prejuicios sociales, que no escribo para filósofos ni diplomáticos porque mis poemas no tienen la calidad que yo  quisiera, escribo para las personas de mi clase; hay muchas gentes que le gusta la poesía  y no comprenden a los grandes escritores por utilizar sus poemas frases de un lenguaje para ellos desconocido por ser precarios sus estudios(...)».

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Y completa la carta con un magnífico poema titulado ‘Déjame vivir, Señor’, del que extraigo algunos versos en los que se puede apreciar, sin duda, el verdadero sentido poético tanto de la forma como del contenido que manejaba, y que viene muy a cuento de las circunstancias que estamos viviendo en los últimos tiempos: 

«(...) Que los niños y los ancianos
paseen por las ciudades
sin que vean salpicadas
con sangre de sus hermanos 
las lunes de escaparates
las aceras y los bancos. 
Déjame vivir, Señor, 
en un mundo más humano
con penas, con alegrías
sin robos, sin homicidios 
entre bellos pensamientos 
entre rosas o entre espinas». 

Tal vez sea hora de cambiar nuestros esquemas y, con una mayor flexibilidad de criterios de la que habitualmente suele utilizarse en el campo literario, permitirnos un acercamiento a la obra de Carmina Diñeiro, libre de prejuicios, porque su obra fue fruto de una realidad histórica y de unas circunstancias personales que poco o nada tienen que ver con lo que podamos encontrarnos hoy en día a pesar de que sus temas sean los mismos de siempre: la alegría, la tristeza, el amor, la muerte..., temas universales que trascienden épocas. Invitados quedan.   
 

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