Es lo que se llama ‘el tendido de los pobres’, aquellos que después no entran a la corrida. Y en la corrida de ayer volvió a registrar otro lleno.
Tuvo además Pablo Hermoso de Mendoza el detalle de alegrar el tendido de los pobres. Llegó una hora antes. Habló con los caballos, como se lo cuento. También con los aficionados, les contó que tenía familia en León y se fueron a calentar caballos y caballero recogiendo el agradecimiento del singular público.


Sabe Fandi que la vida viene muchas veces de nalgas y que él se llama David porque derrotó al Goliat de la muerte ya en el parto, con la valentía de una madre que se la inoculó. Y sabe Fandi que se gana la batalla desde que levantas de la cama. Por eso recibió a Fotógrafo de rodillas, gustó con el capote, arriesgó con delantales... y llegó la hora de las banderillas.
El granadino reúne en las banderillas sus dos vidas, ya que primero fue esquiador con futuro y lo dejó pata ser torero. Los pares son un eslalon sorteando pitones, el remate con el esperado violín. La respuesta una plaza que reza para que vuelva a triunfar. Volvió a iniciar la faena de rodillas para que la emoción no se resintiera y cuando lo tenía todo en la mano... pinchó. Estocada eficaz y una oreja, que ya dice el presidente que «esto es una fiesta para el público y en los tiempos que corren hay que remar a favor de corriente». Claro que sí.
Empezamos la ‘segunda vuelta’ con la revancha para Hermoso de Mendoza, que no la desaprovecha. Esta vez el toro no se rinde, los caballos siguen deslumbrando, aunque dicen que los mejores se los deja a su hijo, que toreaba en otra plaza, en Zamora. Bien. Un hijo... Tal vez por ello no sacaban, como es habitual, las tablillas con los nombres. O no las ví, como nos mandan a trabajar casi a Oteruelo.
Hermoso es un Ponce a caballo. También tiene siempre solución y a poco que le ayudó el toro y su escuela... dos orejas. Otra puerta grande, que ayer sí la hubo, le habían quitado la mascarilla.
Ponce ya había cumplido cuando el quinto, Boticario, dio muestras de desgana. Podría subir al platillo e irse, pero cuando brindó al público después de unos anodinos tercios anteriores pareció querer decir que también con este ladrillo hago pared. Y lo intentó. Hasta le arrancó varias tandas de muletazos pero cuando pinchó... salvo que respetable recuerde que estamos de fiesta. No fue el caso, aunque algunos pañuelos sí aparecieron en la grada.
Ya solo faltaba el tren que pasaba para Fandi y la posibilidad de abrir esa para élhabitual puerta grande.Goliat espera y David vuelve a recibirlo a pecho descubierto, de rodillas, la plaza le avisa de que no a dejar que su pasión porque el espectador vibre desde el primer segundo no tenga la merecida recompensa. Por más que Derribado se haga el distraído y hasta quiera irse saltando las tablas. Pero no, Fandi aprieta desde dentro, cambia el tercio y en banderillas vuelve a insistir en su apuesta por darle la vuelta a la vida que viene de nalgas.
Derribado, así se llama, cancaneó, pero la grada corea el nombre de Fandi para ver si se viene arriba porque se ha ganado su cariño. La pelea es desigual, Fandi quiere mucho, insiste, y Derribado nada. David porfía, Goliat se esconde. Un pinchazo baja los ánimos del fin de fiesta, pero la grada le deja claro a Fandique le espera el año que viene.