“La naturaleza además tiene sus propias normas, e incluso hoy en día, ni la inteligencia artificial ni ninguna otra tecnología es capaz de entenderla de la manera que la entendían la generación de nuestros abuelos. Aquellos cuyo medio de vida y de subsistencia dependían del conocimiento de la misma, aquellos que aprovechaban al máximo sus recursos sin explotarla, aquellos que la comprendían y la respetaban”.
Así terminaba mi primer artículo de esta aventura veraniega y así quiero comenzar este último. Durante estas últimas semanas, a raíz de los numerosos y devastadores incendios que han asolado la provincia de León, la comunidad y el oeste peninsular en general, han surgido numerosos debates públicos en relación a la gestión forestal, la prevención de incendios, prohibiciones, posibles culpables, etc.
De nuevo, como ocurre con cada tragedia, nos convertimos en “expertos” en la materia a tratar de manera casi inmediata. Las redes sociales se han llenado estos días de “bomberos forestales”, “técnicos de extinción de incendios”, “directores de protección civil”, “ingenieros de montes” e incluso “pilotos de hidroaviones”; en definitiva, “expertos” sin formación ni conocimiento alguno que a menudo buscan sus minutos de fama.
Yo, que en esta ocasión he vivido los incendios forestales de cerca y he podido ayudar a los profesionales que peleaban en primera línea, me he limitado a comentar lo que veía cada día, a no juzgar el trabajo de otros y a no menoscabar a aquellos que hacían todo lo posible con los medios de los que disponían.
He comprobado de primera mano el tremendo trabajo que realizan las BRIF, entre otros, la solidaridad de la gente cuando el miedo atenaza, he visto y sentido la tensión y la rabia en los desalojos de pueblos y he sufrido en mis carnes la frustración de no poder hacer más.
Yo, hoy quiero comentar y desmentir un par de las mentiras que han estado circulando, sin entrar en demasiado detalle, tan solo quiero llevar a cabo eso de “dato mata relato”.
Se repite: “La Agenda 2030 no permite la limpieza de los montes y quiere acabar con la ganadería extensiva”.
La denominada Agenda 2030 es un conjunto de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que desarrolló la Asamblea General de la ONU el 25 de septiembre de 2015. La Ley 4/1989, de Conservación de los Espacios Naturales y de la Fauna y Flora Silvestres, es 26 años anterior y ya establecía un marco legal básico. Además, la Agenda 2030, como cualquier resolución de la ONU, tiene carácter voluntario y no forma parte del ordenamiento jurídico español.
Otra afirmación: “No nos dejan limpiar los montes y pasa lo que pasa”. Tal vez lo más repetido y lo más complicado de tratar.
En Castilla y León, la Ley de Montes (3/2009) regula la gestión sostenible y en materia de incendios se complementa con decretos específicos que permiten la limpieza y el aprovechamiento de montes no gestionados por la administración, estableciendo incluso obligaciones de desbroce.
El problema es mucho más complejo: la Ley, salvo en el caso de especies protegidas, no sólo no prohíbe la limpieza, sino que obliga a hacerla. Sin embargo, no facilita los medios para ello, y aquí es donde la despoblación rural marca la diferencia.
Y en mi opinión es la administración la que debería hacerse cargo o facilitar esas labores en los pueblos. La gente de los pueblos no debe ser gestora de la naturaleza que los rodea, pero su voz debería escucharse más y la burocracia reducirse y agilizarse.

La administración pública y aquellos que dictan órdenes desde despachos deberían trabajar codo con codo con las juntas vecinales. Pero la realidad es otra: el medio rural no quiere saber de la gente de los despachos y estos últimos siempre creen llevar la razón.
Estamos todos desconectados de la naturaleza y sólo velamos por nuestros intereses personales.
Dicen los datos que prevenir incendios cuesta 100 veces menos que extinguirlos, pero irónicamente para la prevención no hay dinero. La explicación aquí es simple: la extinción de incendios es un negocio más donde hay intereses privados.
Y ahora, ¿qué podemos hacer nosotros tras los incendios?
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Compra de manera local en las zonas afectadas.
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No canceles tus reservas turísticas, ahora es cuando más necesitamos que vengas.
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Cuida y respeta tu entorno natural y los lugares que visitas.
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No alimentes bulos y mentiras.
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Elige bien a aquellos que te van a representar.
La naturaleza se recuperará, puede tardar más o menos, pero lo hará. En nuestra mano está cambiar nuestra manera de verla, detenernos para observarla y comprenderla, y por supuesto, disfrutarla siempre. Espero con estas publicaciones haber podido aportar mi granito de arena.
Pero si queréis conocerla de mi mano, os espero en Riaño, ahora más que nunca.