Mi nombre es Jorge Escanciano, soy fotógrafo de fauna salvaje y guía de naturaleza, y durante las próximas semanas dispondré de un espacio en este medio para hablaros de la biodiversidad tan fascinante y privilegiada que tenemos en las montañas de León. Cuando Ful me propuso esta pequeña aventura le respondí sin dudar.
- ¡Adelante! Aunque yo no soy escritor sí que disfruto escribiendo.
El problema lo suelo encontrar a la hora de rematar los artículos, quiero que sean lo suficientemente entretenidos para que aquellos que dediquéis un tiempo a leerlos no lo consideréis perdido.
Cuando me dispongo a escribir algo casi siempre me echo al monte con el ordenador, allí no hay wifi pero la conexión suele ser mejor. Escribo estas primeras líneas de este primer artículo sentado en una enorme raíz de roble y recostado contra el tronco; aquí en la Montaña de Riaño la primavera llega siempre tardía y este centenario guardián del Bosque de Hormas se encuentra aún brotando la hoja nueva. Nunca ha fallado a su cita con la Primavera desde hace varios siglos, aunque con los tiempos que corren quién sabe si eso no sucederá pronto.

Hace 8 años que este que escribe decidió volver a sus raíces, y estas se encuentran en el pequeño pueblo de Tejerina, en la Montaña de Riaño. Después de nacer y crecer en Madrid y de haber recorrido el mundo fui a encontrar mi lugar allí donde nacieron mis padres y mis abuelos. Y lo hice con una clara intención, vivir cerca de la naturaleza.
Una naturaleza de la que cada vez estamos más alejados y desconectados. Una naturaleza a la que acuden miles de personas cada fin de semana pero que cada vez es más desconocida para esos mismos visitantes.
Es algo que tenemos que plantearnos seriamente, porque precisamente en la provincia de León somos privilegiados en cuanto a lo que a naturaleza se refiere. Desde Las Médulas hasta los Picos de Europa, pasando por El Páramo, Babia, Luna, las Omañas, Laciana, Los Ancares, Los Argüellos, Montaña de Riaño, los grandes ríos que bañan la provincia y los embalses, más allá de su consideración, hacen de este rincón de la península uno de los más variados en cuanto a ecosistemas y a biodiversidad se refieren. Resulta imposible imaginarse León sin naturaleza. Yo he mencionado de memoria unos cuantos de los espacios naturales y reservas de la biosfera de la existen otros tantos, protegidos o no.
Si nos ponemos a pensar en animales icónicos, sabed que la provincia de León cuenta con el mayor número de ejemplares de oso pardo cantábrico, así como de la mayor cantidad de manadas de lobos. Pero resulta que también es de las más ricas en especies de insectos, de árboles y de flores.
En la naturaleza siempre aprendemos algo nuevo y no sé si habrá alguien que se atreva a decir que lo sabe todo sobre el mundo natural que le rodea. Yo, que llevo ya unos años disfrutando de ella a diario, no dejo de sorprenderme con cosas nuevas y desconocidas, y me considero apenas un aprendiz de ella.
La naturaleza además tiene sus propias normas, e incluso hoy en día, ni la inteligencia artificial ni ninguna otra tecnología es capaz de entenderla de la manera que la entendían la generación de nuestros abuelos. Aquellos cuyo medio de vida y de subsistencia dependían del conocimiento de la misma, aquellos que aprovechaban al máximo sus recursos sin explotarla, aquellos que la comprendían y la respetaban.
Durante las próximas semanas intentaré traer a las páginas del suplemento de Verano de La Nueva Crónica un cachito de naturaleza, acompañado siempre de imágenes, tratando así de transmitir lo que esta significa para mí.