El
teatro clásico regresa este miércoles al escenario del
Auditorio Ciudad de León con la puesta en escena, a las 20:30 horas con entradas a 20 euros, por parte de la compañía
Noviembre Teatro de la obra de
Lope de Vega ‘Peribáñez y el Comendador de Ocaña’ en adaptación de
Yolanda Pallín y con dirección de
Eduardo Vasco, cuyo elenco artístico encabezan
Rafael Ortiz, Elena Rayos y
Alberto Gómez.

La historia de ‘Peribáñez y el Comendador de Ocaña’, señalan desde la compañía Noviembre Teatro, es la del villano que se enfrenta al poderoso, que no cede ante el abuso de poder; algo impensable para la sociedad de la época. Un personaje habitual en los dramas del Siglo de Oro, protagonista de uno de los géneros más populares de su tiempo: el drama de honor, concretado también como el drama «de comendadores». El labrador voluntarioso debe traspasar sus límites sociales para detener al representante del poder que, desmedido, amenaza su valor más preciado: el honor. «Peribáñez defiende algo que se nos antoja muy moderno pero que pertenece al ser humano como un valor universal: la dignidad personal. En esta obra Lope aúna las cualidades que definen y aportan valor a su producción dramática como la ruptura de las leyes aristotélicas, un concepto del teatro como arte para entretener al espectador y una carpintería teatral que crearía escuela más allá de su tiempo. Una obra escrita en plenitud de facultades, cuando el poeta ya domina y realza su propio sistema de escritura», destacan en la compañía. Yolanda Pallín se ha hecho cargo de la adaptación de la obra de Lope, para quien –asegura– «el amor es la gran metáfora. En la sociedad dividida y segregada que nos presenta ‘Peribáñez’, algunos creen merecerlo todo y, por lo tanto, consideran inútiles los méritos de los de abajo, por más que estos sean evidentes. El amor auténtico, totalmente alejado de oropeles ideales o de torpes remedos, que viven Pedro Peribáñez y su esposa Casilda, es la prueba evidente de un triunfo vital que los sitúa por encima de sus supuestas posibilidades; es, por tanto, una suerte de insulto a la autoridad de aquellos a los que la sociedad, por distintos motivos en distintos tiempos, ha colocado en lo más alto de su escalafón», sostiene Pallín, para quien «la tensión entre estos dos mundos se resuelve con la necesidad de las formas trágicas». «Los errores trágicos se suceden: Casilda se defiende, pero calla; Fadrique, otorga la condición de caballero a Peribáñez, con lo que le invita a protegerse en una ilusoria igualdad de condiciones; y Peribáñez, aborta un nuevo orden antes de ser instaurado y abraza el antiguo pacto que solo sabe sofocar la injusticia con sangre». En opinión de Yolanda Pallín, «para Lope los casos de honra son mejores porque mueven con fuerza a toda gente. Con ‘Peribáñez’, más allá de la honra pública, Lope nos mueve con fuerza, otra vez, poniendo sobre el escenario la dolorosa defensa de una vida honorable», concluye la dramaturga.

Por su parte, el director Eduardo Vasco reconoce que «‘Peribáñez’ me atrapa de manera especial porque, además de ser una de las obras más señeras de su repertorio, es, en esencia, la historia de una respuesta imprevisible ante un abuso de poder que parecía imparable. La convención social de la época solo ampara al poderoso y deja completamente desvalido al humilde que, finalmente, debe defender a su familia y a su casa saltándose el orden establecido. La conclusión parece clara: si el orden de las cosas no es justo acaba saltando por los aires», argumenta Vasco.
Para el director «es curioso que las más conocidas y representadas de Lope –pienso también en
‘Fuenteovejuna’– sean historias sobre las contradicciones de un sistema que pretende ser el único y que obliga a las personas a apartarse del orden establecido para restablecer su dignidad».
Eduardo Vasco cree que la consideración de los dramaturgos del Siglo de Oro como autores para eruditos le parece un despropósito cultural. «No hay que olvidar que nuestros autores áureos escriben teatro para contar historias a la gente sencilla, entretenerla, enriquecer su espíritu y, en ocasiones, producir una reflexión», concluye.