Errejón, vete al médico

La pandemia ha derrumbado las expectativas de vida de mucha gente. Los especialistas nos avisan, la próxima pandemia será la de la salud mental

Sofía Morán
21/03/2021
 Actualizado a 21/03/2021
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Estarán de acuerdo conmigo en que la actualidad política de nuestro país en este momento, tiene más tramas abiertas que la hoguera final de la Isla de las Tentaciones, y eso, es mucho decir.

Una de las polémicas de la semana, seguramente la menos ‘jugosa’ pero, sin duda, la más importante, fue cuando el portavoz de Más País, Iñigo Errejón, utilizó su turno de palabra en la sesión de control al Gobierno para pedirle a Sánchez una política más ambiciosa para la atención psicológica. «Hay que doblar el número de psicólogos en la salud pública porque que alguien te acompañe, o te eche una mano cuando estás solo, o lo estás pasando fatal, no puede ser un lujo para quien se lo puede pagar». Se estima que en España hay seis psicólogos por cada 100.000 habitantes, tres veces por debajo de la media europea.

Pero no había terminado su intervención cuando se escuchó el grito de «¡vete al médico!» por parte de un diputado del PP por Huelva, un tal Carmelo Romero que horas más tarde pedía disculpas por su tremenda salida de tono en Twitter (¡en Twitter!). Este es el nivel del personal. Y la vergüenza ajena, infinita.

El exabrupto lanzado por el fulano es el claro ejemplo de lo que aún pasa en este país con la salud mental, que se sigue usando para ridiculizar y para hacer chanza. El sufrimiento emocional sigue siendo una puta broma en este país.

Nada más empezar su intervención, Errejón ya se quejó de que su pregunta fuera acogida con alguna risa en el hemiciclo, por eso tuvo que recordar la importancia de los problemas de salud mental generados por la pandemia, aunque para algunos el tema desentonara demasiado teniendo en cuenta la candente actualidad política. Igual lo que les hacía gracia es que, para variar, se dedique algún rato a hablar sobre los problemas reales de los ciudadanos, acostumbrados como están a su propio autobombo, a que sólo se hable de los problemas de los políticos, de sus disputas, sus enfrentamientos, sus fugas, los cambios de sillas por sillones y su poca vergüenza. Imagino la sorpresa por el cambio de guion. Cinco minutos seguidos con los pies en la tierra, hablando de la realidad de la gente. Como para no reírse.

El momento es importante, es crítico, hace un año que nuestra cotidianidad saltó por los aires, nunca hemos vivido nada igual. Un año de incredulidad, de miedo a contagiarnos, de dudas, de incertidumbre y frustración. El exceso de información, el confinamiento, las pérdidas económicas o el duelo. Una pandemia que ha derrumbado las expectativas de vida de mucha gente. Los especialistas nos avisan desde hace tiempo, la próxima pandemia será la de la salud mental. La OMS estima que una de cada cinco personas padecerá una afectación mental, el doble que en circunstancias normales. Ya lo ven, está la cosa como para echarnos unas risas, claro que sí.

Y por si se lo están preguntando, la respuesta es no, no estamos preparados para ello.

No les sonará de nada si les nombro ahora aquí el Apixaban, el Lisinopril o el Valsartán, medicaciones todas ellas para tratar afecciones del corazón. Pero sí saben de lo que hablamos cuando escuchan Valium, Lexatín u Orfidal. El problema es evidente, es palpable, pero está absolutamente silenciado en la calle. El fantasma del trastorno mental, del sufrimiento emocional, ese que de tanto callarnos lo hacemos completamente invisible. Por eso tenemos que hablar de ansiedad, de miedo, de depresión, y tenemos que hacerlo en voz alta. Hablar con naturalidad sobre pedir ayuda, sobre acudir al psicólogo cuando hay sufrimiento.

Te dicen que te animes, que no exageres, que estés tranquilo, que no es nada y que ya pasará. Pero lo cierto es que no debemos normalizar el sufrimiento. No es normal querer morirse, ni sentir angustia cada minuto del día. No es normal no poder dormir, o no poder levantarse.

Es un buen momento para que, dentro de su sainete particular, nuestros políticos consigan pactar una estrategia nacional de salud mental. Una estrategia que asegure la inversión necesaria para atender las necesidades de los ciudadanos con toda la dignidad posible. Es hora de tomarse esto en serio. Seguro que así salvamos vidas. No como hasta ahora.

Sofía Morán de Paz (@SofiaMP80) es licenciada en Psicología y madre en apuros
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