Epílogo del MUSAC

Bruno Marcos escribe sobre el estado actual del centro de arte con ocasión de la apertura de una nueva muestra sobre su colección

Bruno Marcos
27/02/2024
 Actualizado a 27/02/2024
Vista de la exposición del MUSAC.
Vista de la exposición del MUSAC.

La nueva exposición diseñada con obras escogidas de la Colección del MUSAC lleva el explícito título de ‘Epílogo’ y, efectivamente, podría interpretarse como un epílogo a la historia de la institución artística al reencontrarse el visitante con algunas piezas que en sus inicios se presentaron de forma deslumbrante dentro de aquella operación denominada «museo del presente» y que, realmente, fue una cortina de humo corrida sobre la pobreza de la cultura contemporánea de Castilla y León.

 

Imagen Imagen Imagen de 'Zidane, un retrato del siglo XXI '. Obra de Gordon y Parreno. 2006. MUSAC
Imagen de 'Zidane, un retrato del siglo XXI '. Obra de Gordon y Parreno. 2006. | MUSAC

Esta sensación de retorno melancólico se produce con especial intensidad cuando, en un rincón de la exposición, se encuentra la película en la que la cámara persigue hasta la extenuación visual únicamente al futbolista Zidane durante los noventa minutos exactos de un partido; largometraje que, en los primeros días del museo, se proyectó nada menos que en el hoy cerrado y fantasmal Teatro Emperador causando al poco numerosas bajas entre los espectadores que habían acudido atraídos por una espectacular campaña local publicitaria costeada por los contribuyentes.


Si en aquel momento se podía hablar de euforia hoy habría que introducir el término depresión, lo que antes brillaba parece hoy estar en la sombra. La institución, según el estudio del Observatorio de la Cultura baja decenas de puestos cada año y ya está en la cola del país, ahora mismo cuenta tan sólo con dos exposiciones en lugar de seis como solía y una de ellas durará casi un año. Por no hablar de la pérdida de trabajadores, el cierre de la sala 987 y la desaparición de sus planes de apoyo a la creación o la librería y el restaurante clausurados.


Debe haber habido más de sesenta exposiciones por lo menos como esta que pretendieron –no con mucha fortuna– encontrar un tema que uniera con coherencia unas cuantas piezas de entre las más de mil cien que se compraron, la mayoría a toda prisa cuando todavía el museo no estaba hecho y en sus inicios. Es preocupante que pasen los años y se siga insistiendo en este formato sin acometer con seriedad, en su lugar, el diseño de una muestra de la colección permanente, lo cual supondría un reto pero vertebraría la institución haciendo visibles las carencias a subsanar y las fortalezas. 


El recorrido por la presente exposición plantea a nivel consciente «una especulación sobre el concepto de historia y su transmisión a través del patrimonio» con algunas obras verdaderamente interesantes, y ofrece, a nivel inconsciente para quienes hayan seguido la vida del museo, un retrato actual de la decadencia de las ambiciones primeras de la institución.
 

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