Tras muchos años dedicado plenamente a la docencia, el leonés
Epigmenio Rodríguez dio su primer paso en el mundo de la creación artística con el cortometraje
‘Las becicletas’, del que fue guionista y director, un trabajo cinematográfico con el que recorrió la provincia y presentó en diversos festivales. El cine está a punto de convertirse de nuevo en la herramienta de expresión de este inquieto autor que, entre medias, se ha decantado por el lenguaje escrito con la publicación de los dos volúmenes de
‘León sin prisa’, donde Rodríguez y su amigo Fran recorren con calma, al encuentro del paisaje y el paisanaje «de este León nuestro que es al mismo tiempo uno y muchos», una obra adscrita a la literatura de viajes que encontró una respuesta favorable por parte de crítica y público.
Trilogía infernal

Tras esta incursión literaria y viajera por la provincia de León, Epigmenio Rodríguez decidió explorar un territorio nuevo, el de la novela, de una manera realmente ambiciosa, como es la trilogía ‘De Infernis’ de la que dos años atrás publicara
‘El color de las hayas’ y de la que este jueves se presenta su segunda entrega,
‘El sol entre los rascacielos’, en un acto que se desarrollará a las 20:00 horas en el
Museo de León y donde el autor va a estar acompañado por el director del centro museístico,
Luis Grau; el editor
Raúl de Juan, el profesor y escritor
Juan Miguel Alonso, el profesor y economista
Carlos Arias, y el profesor y escritor
Francisco Flecha.
En ‘El color de las hayas’, su primera obra del género, Epigmenio Rodríguez se sumergía en la idea del infierno de los vivos, los infiernos, que para el autor "no son cosa del futuro y de los muertos" sino que pertenecen "al aquí y el ahora" y "habitan en el mundo de los vivos".
En esta primera novela de la trilogía el infierno adquiría forma en el mundo rural, "en un lugar remoto y aislado, cerca y lejos al mismo tiempo de todo y de todos". Por el contrario, ‘El sol entre los rascacielos’ transcurre en su mayor parte en
Nueva York, en la gran urbe por excelencia, descubriendo el escritor la faz oculta de la gran manzana, el reverso "de las puertas de alabastro, las columnas de coral, las villas de vidrio o los frontones de mármol serpentino".